Por Rosario Espinal
La mentira más propagada en República Dominicana es que la migración haitiana se debe a la presión internacional para que este país se haga cargo de los haitianos. No es así. La migración de haitianos a República Dominicana se debe fundamentalmente a la miseria en Haití que expulsa su población y al deseo de explotación laboral en República Dominicana.
La mayoría de los haitianos han cruzado la frontera con la aprobación explícita o implícita de las autoridades dominicanas. La mayoría de esos haitianos son empleados por los empresarios dominicanos y por el Gobierno dominicano en el sector agrícola y la construcción. Además, la mayoría de los haitianos hacen los trabajos que los dominicanos no quieren hacer como cortar caña, sembrar arroz y cavar hoyos.
Como los haitianos son muy pobres y trabajan por bajos salarios, multiplican la pobreza en República Dominicana. Por ser pobres y negros son sujetos de discriminación, e igual les sucede en su propio país.
La propuesta de construir un muro es irrisoria y lamentable. Primero, para construir un muro hay que tomar mucho dinero prestado que tendrán que pagar con intereses los dominicanos. Segundo, la mano de obra para construir el muro será fundamentalmente haitiana. Tercero, con la corrupción y desorganización que prevalece en la frontera, los haitianos seguirán cruzando a cambio de un pago a las autoridades dominicanas. La trata humana es rentable.
Para controlar la migración sólo hay dos medidas que funcionan: un estricto control de frontera por autoridades civiles y militares honestas, y sanciones a los empresarios que contraten mano de obra indocumentada. El Gobierno dominicano no tiene interés en hacer una cosa ni la otra; de hecho, el propio gobierno es un gran empleador de trabajadores haitianos indocumentados en la construcción. Por lo tanto, un muro no detendrá la migración haitiana; y propagar la idea del muro solo sirve para agitar la xenofobia.
La República Dominicana tiene absoluto derecho a controlar la migración. Ningún país del mundo ni ningún organismo internacional ha negado ese derecho a este país. Lo que no puede hacer República Dominicana es ser irresponsable permitiendo una gran migración indocumentada para la explotación laboral y luego hacerse la víctima como con frecuencia se hace.
Este discurso de victimización encuentra eco entre muchos dominicanos, pero no tiene asidero a nivel internacional, donde se sabe muy bien que el principal patrocinador de la migración indocumentada haitiana ha sido el propio Gobierno dominicano.
Para cerrar la llave migratoria, el Gobierno dominicano tendrá que ser menos corrupto y más eficiente, y aplicar las leyes con decisión y justicia. Cuando eso suceda, si es que sucede, los empresarios dominicanos, incluido el propio gobierno, tendrán que aumentar los salarios y ofrecer incentivos a los dominicanos para que realicen los trabajados que ahora realizan los haitianos.
Haití hace frontera terrestre y marítima con República Dominicana; esto es un hecho. En Haití predomina la miseria; es un hecho. Cuando hay miseria, los seres humanos buscan un escape. Además, la República Dominicana tiene poco poder sobre lo que ocurre en Haití. Por todas estas razones, ha sido una irresponsabilidad mayúscula de los gobiernos dominicanos haber patrocinado la migración indocumentada haitiana.
Ni la Sentencia TC 168-13 ni la Ley 169-14 resuelve el problema migratorio haitiano. Para detener y revertir parcialmente esta migración, se necesita responsabilidad gubernamental en República Dominicana, se necesita eficiencia y transparencia en el ejercicio de la función pública, y menor voracidad explotadora entre los empresarios y el propio Gobierno dominicano.
Hablar del muro sirve para agitar el patrioterismo dominicano, pero no soluciona el problema de la migración indocumentada.