Opinión
El pecado original del CESI
Published
12 años agoon
Por: Hamlet Hermann
El Consejo Económico, Social e Institucional (CESI) fue convocado recientemente por el presidente Danilo Medina para desarrollar una discusión en busca de la reforma fiscal que pudiera atenuar la crisis económica y financiera heredada del anterior gobierno peledeísta.
Sorpresivamente, el proponente solicitó posponer el encuentro. Aprovechando este hiato, es sano rebuscar en los orígenes del CESI para estar precavido sobre su relativa importancia en los manejos de los gobernantes. Ese órgano no gubernamental fue creado mediante decreto del presidente Leonel Fernández el 25 de enero 2005. Tendría como atribución general “conocer y emitir su opinión sobre problemas de cualquier naturaleza que fueran de interés nacional, constituyéndose en un espacio institucional permanente de diálogo y deliberación en procura de la concertación social”.
La primera prueba de la utilidad política del CESI tuvo lugar dos meses después de la creación en el encuentro que convocaron su Presidente, monseñor Agripino Núñez, y el Director Ejecutivo, ex Rector universitario, Rafael Toribio. Propiciaron entonces un debate esclarecedor sobre las factibilidades de un tren subterráneo a lo largo de la avenida Máximo Gómez, considerado por el presidente Fernández como “su sueño de niño”. Se escucharon allí las contradictorias ponencias de los ingenieros Hamlet Hermann, quien proponía ajustes estructurales del transporte, y Diandino Peña, designado por decreto presidencial como Ministro del Metro de Santo Domingo. Otros proponentes de vehículos sobre rieles también participaron. Hermann había sido Director fundador de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) y organizador del tránsito en Santo Domingo y en Santiago. Peña se había desempeñado como Secretario de Obras Públicas.
Los miembros del CESI aclararon sus dudas y concluyeron que “en estos momentos la construcción de un Metro no es una solución oportuna y adecuada”. Optaron por sugerir la propuesta en base al uso de autobuses, porque podría dar solución a los problemas inmediatos dentro de un corto plazo, a mucho menor precio. El presidente Fernández recibió la misiva en el Palacio Nacional de manos de Núñez y Toribio. Este último publicó: “A pesar de que no estaba en la línea de las expectativas que se habían creado sobre la inmediata construcción del Metro, la recomendación fue aceptada por el Presidente”.
Sin embargo, apenas dos meses después, ignorando el compromiso contraído con el CESI, el presidente Fernández sorprendió a la ciudadanía al crear la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) en la ominosa fecha 11 de septiembre de 2005. Evidentemente, aquella sería la nueva plataforma desde la cual se relanzaría indetenible el Metro de Santo Domingo. Sintiéndose defraudado por la falta de transparencia y la injustificable doblez presidencial, el Director Ejecutivo, Rafael Toribio, renunció al cargo. Agripino Núñez se mantiene todavía en su cargo.
Luego de consumada la tarea de crear un nuevo organismo para que se ocupara exclusivamente del Metro, se inició un confuso proceso administrativo en el que OPRET se dirigía desde la empresa particular del ingeniero Peña. Desde aquel momento hasta hoy han transcurrido exactamente siete años y OPRET ha gastado, con cuestionable transparencia, cerca de tres mil millones de dólares. El gobierno de Fernández restó esa enorme suma de la educación, la salud y la agricultura, al tiempo que endeudaba al país hasta lo impagable.
La eficiencia de estas obras resultaron mucho menores que lo prometido por el presidente Fernández cuando trataba de convencer a la opinión pública de las bondades de “su sueño de niño”. Luego, no se conformaron con el ineficiente Metro propuesto inicialmente, sino que iniciaron la construcción de una segunda línea subterránea. Ningún funcionario está en condiciones de probar que el tránsito de Santo Domingo ha mejorado en relación con 2005 a pesar de las megaobras realizadas.
El CESI tuvo razón en aquella recomendación al presidente Fernández, pero pudo más el interés particular que las necesidades sociales. Vaya esta experiencia a los actuales miembros de ese organismo para que sepan a qué atenerse cuando discutan la cacareada reforma fiscal. Si por las experiencias anteriores nos guiamos, el empresariado estaría obligado a coincidir con las propuestas del gobierno. O prepararse para servir de coartada de aquellos que se niegan a reducir los gastos gubernamentales y sólo ven solución en desnudar a quien ya no le queda ropa.
Artículo de opinión publicado originalmente en el periódico HOY
Por Isaías Ramos
El país se encuentra nuevamente al borde de un abismo que amenaza no solo con oscurecer nuestras calles, sino con apagar la esperanza de un pueblo que lucha por un futuro mejor. Desde octubre de 2024, el sistema eléctrico nacional ha entrado en un estado de colapso programado, reviviendo los fantasmas de tragedias pasadas como las de 1984 y 2002. Apagones de hasta 16 horas diarias no solo paralizan nuestra vida cotidiana, sino que exponen la desgarradora realidad de un modelo energético corrupto, negligente y diseñado para el lucro de unos pocos a costa de la dignidad de muchos.
Mientras la paciencia de los ciudadanos se agota, el gobierno, incapaz de asumir su responsabilidad, recurre a la excusa de que 800 mil usuarios son «ilegales». Pero esta narrativa no solo es ofensiva, sino que oculta el verdadero problema: estamos atrapados en un sistema diseñado para el saqueo y la explotación, un sistema donde la energía, un derecho humano fundamental, se ha convertido en un negocio para las élites.
Esta crisis no es casualidad ni un accidente. Es el resultado de décadas de decisiones políticas equivocadas que comenzaron con la Ley de Capitalización 141-97. Bajo la promesa de «eficiencia» y «estabilidad», el Estado entregó el sistema eléctrico a manos privadas, prometiendo tarifas justas y un servicio estable. Sin embargo, lo que ocurrió fue el despojo del patrimonio nacional.
Desde entonces, más de 30 mil millones de dólares en “subsidios” han sido transferidos a estas empresas eléctricas, una cifra que hoy pesa como una carga insoportable sobre el endeudamiento nacional. Con esos recursos, podríamos haber instalado 20 mil megavatios de energía solar o 15 mil de energía eólica, garantizando nuestra soberanía energética y dejando atrás este modelo obsoleto. En cambio, seguimos pagando tarifas abusivas, soportando apagones interminables y viendo cómo las ganancias de unos pocos crecen mientras el pueblo vive en la penumbra.
La privatización no solo nos arrebató el control de nuestra energía; nos convirtió en rehenes de un sistema donde la dignidad del pueblo es la moneda más barata.
En lugar de asumir su responsabilidad, el gobierno ha optado por criminalizar al pueblo. Etiquetar a miles de familias como «ladrones» de energía no solo es una muestra de desprecio, sino también una estrategia que intenta desviar la atención de la verdadera raíz del problema.
El pueblo dominicano no es ladrón. Es víctima de un sistema roto y de un liderazgo incapaz de garantizar soluciones reales. Si existen usuarios irregulares, el Estado tiene la obligación de regularizarlos con dignidad y justicia. Ir casa por casa, instalar contadores y garantizar un servicio digno y accesible. Pero lo que vemos es lo contrario: un castigo colectivo que penaliza incluso a quienes cumplen con sus obligaciones.
No podemos ignorar los paralelismos con eventos pasados. En 1984, las decisiones erradas llevaron a un estallido social que dejó más de 100 muertos. En septiembre del 2002, el descontento popular derivó en protestas masivas con resultados de más de una docena de muertos y cientos de heridos que sacudieron al país.
Hoy, la situación es alarmantemente similar. La indignación popular crece, las protestas aumentan y la frustración se siente en cada rincón del país. Las voces de los ciudadanos se alzan en un grito colectivo, exigiendo justicia y soluciones reales. Estas no son señales que se deban ignorar. Hacerlo sería abrir la puerta a un nuevo estallido social que podría superar las tragedias del pasado.
En pleno siglo XXI, la energía no es un lujo ni un privilegio. Es un derecho humano fundamental. Así lo reconoce la ONU en su Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 7, que establece: «Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos».
Nuestra nación no puede seguir siendo esclava de un modelo que prioriza el lucro sobre las personas. Es momento de recuperar lo que nunca debimos perder: el control de nuestra energía y el compromiso con el bienestar colectivo.
Debemos construir un sistema energético basado en la sostenibilidad, accesible para todos y gestionado con justicia. Pero esta transición debe ir acompañada de un enfoque que respete la dignidad del pueblo.
El futuro de nuestro país está en juego. Cada día que pasa sin soluciones es un paso más hacia el colapso, pero también cada acción, por pequeña que sea, puede encender una luz. Una luz que nos guíe hacia un futuro donde la energía sea un derecho garantizado, no una mercancía para el lucro.
Desde el Frente Cívico y Social (FCS), estamos convencidos de que el país necesita un liderazgo renovado, uno que priorice al pueblo sobre los intereses privados, que construya un sistema energético digno y que transforme la crisis en oportunidad.
La pregunta es clara: ¿Seguiremos siendo esclavos de las tinieblas o nos levantaremos para construir el país que merecemos?
¡Despierta, RD!
Opinión
Cumplimiento de las solicitudes de la Corte Penal Internacional
Published
1 día agoon
enero 29, 2025Por Rommel Santos Díaz
Las solicitudes de asistencia se cumplirán de conformidad con el procedimiento aplicable en el derecho interno del Estado requerido y, salvo si ese derecho lo prohíbe, en la forma especificada en la solicitud, incluidos los procedimientos indicados en ella y la autorización a las personas especificadas en ella para estar presentes y prestar asistencia en el trámite.
En el caso de una solicitud urgente y cuando la Corte Penal Internacional lo pida, los documentos o pruebas incluidos en la respuesta serán transmitidos con urgencia.
El Estatuto de Roma establece que las respuestas del Estado Parte requerido serán transmitidas en su idioma y forma original.
Cuando resulte necesario en el caso de una solicitud que pueda ejecutarse sin necesidad de medidas coercitivas, en particular la entrevista a una persona o la recepción de pruebas de una persona voluntariamente, aun cuando sea sin la presencia de las autoridades del Estado Parte requerido si ello fuere esencial para la ejecución de la solicitud, y el reconocimiento de un lugar u otro recinto que no entrañe un cambio en el , el Fiscal podrá ejecutar directamente la solicitud en el territorio de un Estado.
Cuando el Estado Parte requerido fuere un Estado en cuyo territorio se hubiera cometido presuntamente el crimen, y hubiere habido una de admisibilidad de conformidad con los artículos 18 o 19, el Fiscal podrá ejecutar directamente la solicitud tras celebrar todas las consultas posibles con el Estado Parte requerido.
En los demás casos, el Fiscal podrá ejecutar la solicitud tras celebrar consultas con el Estado Parte requerido y con sujeción a cualquier condición u observación razonable que imponga o haga ese Estado Parte.
Cuando el Estado Parte requerido considere que hay problemas para la ejecución de una solicitud de conformidad con las solicitudes a que se hace referencia en los artículos 933 y 96 del Estatuto de Roma, celebrará consultas sin demora con la Corte Penal Internacional para resolver la cuestión.
Finalmente, las disposiciones en virtud de las cuales una persona que sea oída o interrogada por la Corte Penal Internacional con arreglo al artículo 72 podrá hacer valer las restricciones previstas para impedir la divulgación de información confidencial relacionada con la seguridad nacional serán igualmente aplicables al cumplimiento de las solicitudes de asistencia a que se hace referencia en el presente artículo.
Por Nelson Encarnación
Una de las medidas más saludables adoptadas por el Gobierno del presidente Luis Abinader relativas a la alimentación escolar fue establecer que en la elaboración de las raciones servidas en los centros educativos se emplee leche de producción nacional, con lo cual se obtienen variados beneficios.
El principal es apoyar y fomentar la ganadería dominicana, cuya incidencia en varias regiones ha sido tradicionalmente muy importante, logrando mantenerse como proveedores que cuentan con una infraestructura confiable, sólida y segura.
El otro beneficio es el control eficaz de la calidad de la leche que se sirve en estos alimentos, así como a los consumidores en general.
Esto alcanza mayor importancia ante las informaciones relacionadas con la aparición de un brote de fiebre aftosa en Alemania, donde se da cuenta de que esa enfermedad, que afecta animales de granja, ha provocado el sacrificio de determinadas especies.
Las acciones adoptadas en ese país se ajustan a los protocolos sanitarios internacionales que exigen sacrificar a los animales expuestos al contagio para evitar la propagación, debido a su alta tasa de infección.
El brote ha generado alarma en Europa, pues es el primero que se registra en Alemania en los últimos 35 años y que aún no ha podido ser controlado de forma completa y radical, según las informaciones de prensa.Esto obliga a las autoridades nacionales a extremar la vigilancia preventiva para evitar su ingreso a la República Dominicana, ya sea a través de leche o de derivados lácteos que lleguen por canales de importación.
Es una alerta oportuna para llamar la atención a fin de que se fortalezcan los controles fitosanitarios para mantener al país libre de una amenaza cuyas repercusiones serian altamente dañinas para el sector.
Sobre todo cuando, según los especialistas, un factor de gravedad y complicación es que no existe tratamiento para los animales infectados, lo cual—como medida extrema—obliga al sacrificio para combatir los brotes.
Es importante resaltar que, afortunadamente, no afecta a los humanos, pero tiene un gran impacto en la ganadería y en toda la cadena de producción asociada a este rubro.
Suponemos que las autoridades del área están edificadas, pues debemos recordar el trabajo que le costó al país restaurar la confianza de nuestros compradores de productos de origen animal, luego de estar vedados precisamente por no extremar los controles.