Por Rosario Espinal
Aún si se unieran PLD-FP no sería tan fácil ganar como en el 2004. Por tanto, deben dedicarse al trabajo político arduo y esperar mejores tiempos.
Para las elecciones de 2020 se escuchó mucho que Gonzalo Castillo era un mal candidato. En el 2022, se escuchó que los principales aspirantes a la precandidatura del PLD (Abel Martínez, Margarita Cedeño y Francisco Domínguez) tenían fuertes debilidades.
Vayamos al pasado: para las elecciones de 1996, pocos consideraban al joven sin experiencia de Estado, Leonel Fernández, capaz de ganarle al gran líder de masas José Francisco Peña Gómez. Y para las elecciones de 2020, solo en la recta final, se vieron las potencialidades de Luis Abinader (antes lo llamaron “tayota”).
No estoy comparando las capacidades de estos políticos, sino sugiriendo que los procesos y las coyunturas políticas tienen más peso que los individuos.
En 1996 Leonel Fernández ganó porque Joaquín Balaguer lo aupó para derrotar a Peña Gómez. En el 2000 el PLD perdió porque Balaguer fue candidato nuevamente y no temía un triunfo de Hipólito Mejía.
La crisis económica de 2003-2004 sacó rápidamente al PRD del poder y allanó el camino para el retorno del PLD, otra vez con Leonel. A partir 2004 los tiempos fueron buenos: el PLD ganó cinco elecciones y gobernó 16 años consecutivos.
¿Qué permitió esos triunfos?
1) El colapso del PRSC después de la muerte de Balaguer en el 2002 (su masa electoral pasó al PLD), 2) el debilitamiento del PRD por la crisis económica de 2003-2004, 3) la unidad del PLD, y 4) el crecimiento y la estabilidad económica que beneficiaron a amplios sectores.
O sea, las estrellas se alinearon para que el PLD gobernara largo tiempo (ni Balaguer logró gobernar 16 años consecutivos).
Para el 2020 la situación cambió y sectores de poder nacionales e internacionales decidieron promover un cambio de gobierno por diversas razones.
La clave política del cambio fue la corrupción: un mal histórico que de repente tomó auge como si hubiese sido recién descubierto.
En el proceso, el PLD se dividió por el enfrentamiento entre sus dos caudillos (otro mal histórico), facilitándose así, aún más, la salida del PLD.
Me parece que en el PLD y la FP piensan que para el 2024 podría repetirse lo del 2004: un rápido retorno al poder. Pero las diferencias son grandes.
1) En el 2004 había una fuerte crisis económica, ahora no, a pesar de la inflación por la pandemia y la guerra en Ucrania;
2) Luis Abinader es un político cerebral, Hipólito Mejía instintivo;
3) el gobierno longevo del PLD produjo cansancio;
4) los casos de corrupción han estructurado la narrativa política (hasta ahora el foco es el sector Danilo, pero si Leonel sube más en las encuestas también será su sector);
y 5) los grupos de poder nacionales e internacionales hicieron malabares para sacar al PLD en el 2020 y no abandonarán a Abinader en el 2024 sin causa mayor.
Conclusión: estos son tiempos malos para el peledeísmo. Aún si se unieran PLD-FP no sería tan fácil ganar como en el 2004. Por tanto, deben dedicarse al trabajo político arduo y esperar mejores tiempos. Si no, pueden mirarse en el espejo roto del PRSC