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Opinión

El peligro del 2016

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Por Rosario Espinal

ROSARIO-ESPINAL-200x3001111111Proyectar el triunfo del PLD en las elecciones de 2016 parece relativamente fácil con los datos disponibles. El PLD está unificado y el PRD dividido, y fuera de esos dos partidos no ha surgido un movimiento alternativo con fuerza electoral. Incluso en el remoto caso de que el PRD se unificara en torno a la candidatura de Miguel Vargas, quien no muestra disposición de llevar su nominación al escrutinio interno, el PLD tendría grandes ventajas porque Vargas registra bajo apoyo electoral, como acaba de mostrar la encuesta Penn, Schoen&Berland.

La ecuación matemática es pues sencilla Sin embargo, la política es más compleja que la sumatoria o resta de números; y la gobernabilidad democrática plantea problemas más allá de la simple matemática electoral.

La República Dominicana atraviesa en estos momentos por un proceso de desarticulación del sistema de partidos que dominó con ciertas variaciones durante los últimos 50 años. El PLD apuesta a beneficiarse de ese descalabro mediante un proyecto de reelecciones sucesivas, proyectado por Leonel Fernández hasta el 2044.

Los componentes fundamentales de ese proyecto de partido único son los siguientes: mantener una relativa estabilidad macro-económica, sostener un amplio sistema clientelar, y apostar a la perpetua desarticulación de la oposición política.

En el contexto de cuasi-deflación de las economías del capitalismo avanzado, el PLD ha podido sostener un modelo económico de alto endeudamiento para financiar el amplio sistema clientelar; y mientras predominen las tasas bajas de interés, el modelo podría prolongarse. Otro gallo cantará si las tasas de interés suben y el Gobierno dominicano enfrenta fuertes constreñimientos económicos impuestos desde fuera para colocar más deudas.

En el plano político-partidario, la apuesta del PLD es que la oposición se mantenga desunida. En cierta medida, el sistema partidario dominicano opera ya con un partido único, dada la hegemonía del PLD en todas las instancias gubernativas y las proyecciones electorales hacia el 2016. Sin embargo, las votaciones de 2012 indican que el electorado dominicano se encuentra divido casi por mitad (49% no votó por el PLD), y esta tendencia prevalece en la reciente encuesta Penn, Schoen&Berland.

El alto nivel de popularidad de Danilo Medina ayuda electoralmente al PLD, pero no puede asumirse que la altísima popularidad de Medina se traduce automáticamente en apoyo a otra candidatura peledeísta. Por eso, la división del PRD es una variable clave para futuros triunfos electorales del PLD.

De mantenerse la división del PRD y no surgir una tercera fuerza con posibilidad de captar amplio apoyo electoral, el peligro fundamental de las elecciones de 2016 sería un alto abstencionismo ante la baja competitividad partidaria.

En este sentido, el declive de la oposición tiene efectos contradictorios para el mismo PLD: por un lado facilita su victoria electoral, y por otro la hace menos legítima si la población no se entusiasma con el proceso electoral.

Durante los últimos 50 años, la sociedad dominicana vivió períodos de imposición partidaria en los 12 años de Balaguer (1966-1978), pero ese fue un modelo con un alto componente represivo y fraudulento. Posteriormente, las elecciones dominicanas han sido bastante competitivas; es decir, la población tenía opciones, aun cuando la motivación principal fuera sacar un partido del poder.

Si la tendencia actual se mantiene, el PLD contará con alrededor de la mitad de votantes dispuesta a mantenerlo en el poder, pero el resto de la población no tendrá una opción partidaria con posibilidades de triunfo. Ese será un desmotivador electoral, aun cuando el Gobierno promueva la movilización a través de la ampliación de las redes clientelares.

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Opinión

Implementación de leyes y procedimientos con la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

En términos generales los Estados Partes del Estatuto de Roma deberán contar con leyes y procedimientos que les permitan cumplir con todas las solicitudes de asistencia de la IPC. Estas leyes y procedimientos necesitan ser suficientemente flexibles para permitir el cumplimiento de los Estados Partes de cualquier especificación contenida en la solicitud, tal como el modo de ejecución de una solicitud en particular, o el procedimiento a seguir. Este podría incluir requisitos tales como la confidencialidad, u otras formas de protección de la información, así como la urgencia de la solicitud.

Todos los Estados deberán establecer un método efectivo de comunicación con la Corte para que resuelva cualquier problema que pueda surgir en relación con las solicitudes de asistencia de la Corte. Por ejemplo, alguien que trabajara en la Embajada del Estado en La Haya debería ser designado como contacto con la Secretaría de la Corte, para que así se puedan identificar posibles dificultades de manera incipiente. Como mínimo, se debería designar una persona contacto que mantenga archivos actualizados de todas las comunicaciones con la Corte y sus distintos órganos.

Cuando los Estados Partes del Estatuto de Roma debían cumplir con requisitos particulares para ejecutar las solicitudes de la Corte Penal Internacional, deberán hacérselo saber a la Corte cuanto antes, luego de la ratificación. Si no lo hacen deberán estar preparados para hacerlo cuando la Corte solicite tal información.Los Estados Partes podrían también necesitar leyes que permitan a las personas especificadas por la Corte para presenciar y asistir en el proceso de ejecución, luego de el Estado Parte   Consultado

. Estas personas incluirán a personal de la CPI, tales como el Fiscal y Fiscales Adjuntos. Podrían también incluir al Abogado Defensor, en el caso de una persona investigada por la CPI, cuando sea una orden o solicitud de cooperación de la Sala de Cuestiones Preliminares de conformidad con el artículo 57 del Estatuto.

En líneas generales, los artículos 94 y 95 del Estatuto de Roma facultan a los Estados para aplazar la ejecución de las solicitudes en ciertas situaciones. El artículo 94 describe la situación en que la solicitud interfiera con una investigación o enjuiciamiento en curso de un asunto distinto.

En el caso anterior el Estado requerido  podrá consultarlo ante la Corte Penal Internacional  y acordar un periodo de tiempo de prórroga  para la ejecución. Este periodo no excederá  de lo necesario para concluir la investigación o el enjuiciamiento de que se trate la ejecución de la solicitud. El Estado requerido podrá también prestar asistencia con sujeción a ciertas condiciones, en el caso en que decida prestar la asistencia de inmediato.

El artículo 95 describe el caso en que la solicitud de asistencia se aplace por estar pendiente la impugnación de admisibilidad de la causa. La Corte Penal Internacional es competente para decidir todos los asuntos jurisdiccionales que le conciernen.

Sin embargo, el Estado requerido podrá suspender la ejecución de una solicitud por estar pendiente una decisión de la Corte, a no ser que la Corte haya resuelto expresamente que el Fiscal puede recolectar prueba antes de que la Corte decida sobre la admisibilidad del asunto. En otras palabras, podría ser confuso ante tal situación si quien investigara el asunto sería la CPI o una autoridad nacional estatal.

Finalmente, por las razones anteriores los Estados podrán esperar hasta que se determine definitivamente la competencia de la Corte Penal Internacional, antes de que la ejecución de la solicitud sea obligatoria, según la parte 9 del Estatuto, salvo que la Corte disponga lo contrario.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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Opinión

La montaña parió un ratón

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Por Nelson Encarnación

Dos cosas resaltaron durante el muy pregonado encuentro de la alianza opositora, publicitado días antes con una rimbombancia de tal calibre, que lo menos que se podía esperar como resultado era la compactación de una candidatura unitaria para enfrentar la búsqueda de la reelección del presidente Luis Abinader.

En lo que concierne a esas expectativas, se puede afirmar—con el lugar común— que “la montaña parió un ridículo”, puesto que el anuncio de grandes acontecimientos alrededor de la alianza, a la postre, terminó convertido en agua de borraja.

Es decir que la población que dio seguimiento al anuncio del encuentro, y los opositores que se formaron alguna idea, terminaron intrigados respecto de si la convocatoria fue para leer un documento que bien servía como sustento para un buen comunicado de prensa.

Suponemos que la plantilla de seguidores de los tres principales partidos signatarios de la alianza Rescate-RD ha terminado más confundida que antes del encuentro, puesto que se formó la idea de un gran frente electoral que compactara a la oposición, empero notó que siguieron tan separados como llegaron a la reunión.

Que la oposición presente tres candidaturas separadas con la perspectiva de unificarse en una en la eventual segunda vuelta, deja un escenario más favorable a los intereses electorales del Partido Revolucionario Moderno, habida cuenta de que la oposición unida en decenas de municipios y distritos no pudo vencer al oficialismo en febrero pasado.

De modo que no hubo tal compactación con fines electorales prácticos; esa compactación es solo en términos de imagen y de enviar mensajes, pero los comicios se ganan con sumando votos, no ideas comunes, que fue lo sucedido en el encuentro opositor.

El otro meta-mensaje de ese encuentro lo tenemos en el saludo de los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina, al cual le faltó la efusividad que caracteriza los reencuentros.

Lo que se pudo observar es que Danilo quiso abrazar a Leonel, mas este extendió un saludo cordial, muy distante de la señal clara que esperaban sus seguidores acerca de un real reencuentro.

El problema es que todavía están frescas las diferencias que causaron la división del Partido de la Liberación Dominicana, consecuencia de la cual fue la fundación de la nueva organización Fuerza del Pueblo.

¿Es tan sencillo echar tierra a agravios tan feroces? Casi imposible.

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Opinión

El masoquismo oculto tras las encuestas

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Por Miguel Guerrero

Los datos más recientes de las encuestas que otorgan más de un 50% de las preferencias electorales a la reelección presidencial, revelan una característica asombrosa del carácter nacional; algo tanto o más importante que el pronóstico sobre las votaciones mismas. Las encuestas advierten acerca de evidentes y notables señales de un hasta ahora oculto masoquismo dominicano.

La observación viene de algunos de sus descubrimientos. El mismo pueblo que en un 60% dice que está muy mal, que entiende que está peor que antes en casi idéntica proporción y cree que la situación podría seguir empeorando, favorece en cambio en más de un 50%, lo suficiente para ganar en primera vuelta, al que por lógica natural pudiera ser señalado como responsable de sus quejas.

Otro dato relevante, digno de un estudio sociológico profundo que probablemente encuentre rasgos aún desconocidos del carácter del ciudadano común, es aquel que se desprende de las respuestas a la pregunta sobre la situación en que se encontraría el país al término del actual periodo. Poco más de un 20% menos de quienes entienden que las cosas marchan mal, estiman que desmejorará y afirman que se encuentran peor, cree, según la encuesta, que la situación está mejor que antes.

Las encuestas rigurosamente hechas suelen ser valiosos instrumentos de trabajo no sólo para los partidos y los candidatos, sino también para los negocios en la actividad privada. Reflejan realidades de un momento como proyecciones sobre preferencias o rechazos de una población hacia un futuro más o menos cercano, que pueden ser transformadas por eventos previsibles o inesperados. Aquí predicen el futuro, algo no del todo inconcebible si se vive en medio de un ambiente de masoquismo colectivo y del excesivo entusiasmo electoral que se respira. Cada día se aprende algo o muere alguien de espanto.

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