Por Isaías Ramos
Algunos dirán que la afirmación es dramática, pero la preocupación crece y los indicadores están ahí: estamos siendo testigos de cómo nuestra patria se derrumba, poco a poco, ante nuestros ojos. ¿Cómo llegamos hasta aquí? Veamos algunos factores.
La educación es la piedra angular de cualquier sociedad próspera. Sin embargo, esta partidocracia ha sido la responsable de pervertir a nuestra juventud. Aparentemente, era más rentable alienar a la juventud con vicios y antivalores que enseñar virtudes e implementar la Ley de Educación (66-97). Este fue el primer paso hacia el declive: una población menos educada es más fácil de manipular y menos capaz de contribuir positivamente a la sociedad.
Los órganos gubernamentales y las instituciones, que deberían considerarse independientes, fueron secuestrados por las élites políticas y económicas para garantizar su impunidad ante el saqueo al que hemos sido víctimas durante los últimos 27 años.
La política se convirtió en un campo de batalla para las disputas sobre cómo se reparten los recursos naturales y económicos del país, sin tomar en cuenta las carencias de la población en cuanto a derechos económicos y sociales. Parecería que la población navega en un barco distinto al de aquellos que han tomado el Estado para sí mismos. No les interesa, y así lo han demostrado, resolver las necesidades del pueblo.
Recordemos cómo todas las empresas del Estado fueron dilapidadas a través del subterfugio de la Ley No. 141-97 (Ley General de Reforma de la Empresa Pública). Se las repartieron como si de un botín se tratara. Entregaron la mina de oro más importante de la región bajo contratos muy perjudiciales para la nación. El peaje sombra, Congentrix, Sun Land, el rescate al sistema financiero de 2003, donde el quiebre privado se transfirió al pueblo, creando un déficit cuasifiscal que aún persiste: todos esos mecanismos de robo y saqueo han sido a costa de negarle los derechos económicos y sociales consignados en nuestra Constitución, como son: educación, salud y servicios básicos y esenciales.
Por último, la legalidad del saqueo se ha logrado utilizando figuras jurídicas extractivas pero «legales», como la ley de alianza público-privada y los fideicomisos públicos. Y lo más grave es un endeudamiento que ronda los 70 mil millones de dólares, sin resolver ni uno solo de los problemas esenciales del país.
Han permitido la invasión pacífica de nuestros vecinos en nuestro territorio, que se han convertido en una amenaza para la sobrevivencia de nuestra nación. Retrasaron de manera sutil la puesta en vigencia de la Ley de Migración No. 285-04, realizando los reglamentos de aplicación siete años después de su aprobación (Decreto 633-11).
Quizás el más delicado, pero también el más perjudicial de todos los pasos, es el creciente desinterés de los ciudadanos en los asuntos públicos. Este desinterés ha destruido el pegamento que mantiene unida a la sociedad y su mayor activo: el capital humano.
En el Frente Cívico y Social tenemos buenas noticias: este proceso no es irreversible y aún estamos a tiempo. Reconocer el problema es el primer paso para encontrar soluciones. Está demostrado que quienes han causado los problemas no pueden ser parte de la solución; por lo que el primer paso debe ser darles un no rotundo en las próximas elecciones. La renovación institucional, el compromiso con la educación y una economía sostenible basada en la producción de riqueza serán posibles de implementar tan pronto como logremos derrotar a los responsables de nuestras vicisitudes.
Desde el Frente Cívico y Social, te invitamos a ser parte de la historia.
¡Despierta, RD!