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Opinión

En Brasil: A golpear el golpe sin “hacer como el buey”

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Por Narciso Isa Conde

NARCISO-ISA-CONDE11111121En la crisis política de Brasil concurren factores muy delicados que no deben ser obviados.

No tengo la menor duda de que el lumpen imperialismo estadounidense y la derecha social, económica y política… mafiosa, fascistoide y pro EEUU (partidos, corporaciones, medios de comunicación…) ha puesto en marcha un golpe parlamentario, seudo-institucional e ilegal contra la presidenta Dilma Rousseff y el gobierno del Partido de los Trabajadores-PT.

Está claro que el vicepresidente Michel Temer del derechista Partido Movimiento Democrático Brasileño-PMDB (uno de los malos aliados escogidos por la alta dirección del PT para gobernar con el visto bueno de la gran burguesía paulista), traicionó el pacto original para procurar el reemplazo de Dilma y tratar de convertirse en una especie del MACRI brasileño.

Es evidente que los principales escenarios escogidos para instrumentar ese golpe son, por un lado, los más perversos monopolios de la comunicación y, por el otro, un descalificado y corrompido Congreso; cuyo presidente del Senado, EDUARDO CUNHA, uno de los principales acusadores de Dilma, ha sido denunciado por recibir sobornos ascendentes a 5 millones de dólares y con alrededor de 14 integrantes que están siendo procesados por implicaciones en el escándalo LAVA JATO (PETROBRAS-ODEBRECH-PARTIDOS GOBERNANTES Y DE OPOSICIÓN).

Como lo es también, que el enorme escándalo de corrupción estatal-privada, que sin dudas tiene en el cogollo del PT y en sus gobiernos a sus principales responsables políticos –no a los únicos- ha sido retorcido burdamente para impulsar sin base legal el juicio político-parlamentario a la Presidenta Rousseff y tratar de consumar el golpe en frío; hasta ahora con un incierto y peligroso desenlace, incluso más allá de lo que acontezca en breve en el parlamento.

* El destripamiento entre facciones imperialistas.

Intuyo –algo que los investigadores sociales brasileños tendrían que confirmar- que uno de los telones de fondo de este terremoto político en las instancias de poder de esa potencia imperialista emergente, es la ríspida competencia entre dos facciones de la lumpen burguesía transnacional: una de factura nítidamente estadounidense o asociada a ella, y la de corte más propiamente brasileña; ambas con afanes hegemónicos en el escenario nacional, en áreas del mercado internacional y los resortes de los supra-poderes mundiales.

Ahí están posiblemente envueltas no pocas cosas relativas a petróleo, bio-cultivos, generación de energía con combustibles fósiles, minerales estratégicos, complejos industriales-militares, carteles de la construcción, agua, biodiversidad, rol del BRIC… en el marco de intensas y fuertes pugnas al interior de una convulsa civilización burguesa mundialmente decadente y gansterizada.

Esta intuición aparece reforzada por el trasfondo del nuevo escándalo de corrupción en las entrañas del capitalismo globalizado, conocido como PAPELES DE PANAMÁ; donde la mano peluda de WASHINGTON parece estar moviendo soterradamente -generando verdades y medias verdades, y asumiendo encubrimientos interesados- las investigaciones de unos 11.5 millones de documentos internos del despacho de la firma de abogados panameños Mossack Fonseca -considerada como una de los cinco mayores registradoras mundiales de sociedades ‘offshore’-, modalidad legal e ilegal del capital financiero para proteger variadas modalidades de robo, incluidas evasiones de impuestos.

Esa denuncia parcial de cuentas secretas y trasferencias dolosas ocultas, a la que ha tenido acceso el diario alemán ‘Süddeustche Zeitung’ y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), evidentemente incluye, además de muchos datos ciertos (de lo contrario no sería efectiva), evidentes fines políticos imperiales subversivos contra los Kirchner en Argentina, contra el clan ruso nacionalista de Putin en Rusia y contra la alianza PT-ODEBRECH-PETROBRAS en Brasil (estos dos últimos del BRIC), entre doce jefes de Estado o primeros ministros, 128 políticos, 61 familiares o socios cercanos a líderes políticos, futbolistas, empresarios o actores.

Curiosamente entre los 11.5 millones de documentos investigados no se incluyeron los que corresponden a las cuentas secretas y a las sociedades offshorts de los ricachones capitalistas norteamericanos, políticos, empresas y celebridades gringas. Como si los poderosos bancos de negocios estadounidenses, los lobos de Wall Street, las corporaciones mineras canadienses, las grandes firmas de abogados, los congresistas, familias tipo Bush, Clinton, Cheney, Trump, Rockefeller, Morgan… fueran angelitos del paraíso celestial.

Pretender culpar a un lado y exculpar al otro cuando se trata de facciones todas comprobadamente comprometidas en sobornos, tráfico de influencia, financiamientos políticos espurios, enriquecimientos ilícitos y ocultamientos de trampas, que de nuevo las pugnas políticas o económicas no tardan en develar, es ofender la inteligencia de la humanidad.

Pretender que todo la pus develada en Brasil, Argentina, lo de Sarkozy-Francia, lo de Martinelli en Panamá, lo de Funes en El Salvador, la Princesa y los empresarios españoles, el Rey Saudí… se debe a una determinación imperial-transnacional a favor de la transparencia en la competencia mundial, en vista de una globalización supuestamente homogénea del gran capital internacional y del su interés de sus grandes potencias en “moralizar los mercados” –como reiteradamente viene planteando Rafael Fafa Taveras, ex-izquierdista, comandante de abril 1965 y destacado dirigente de la oposición electoralista que lidera el PARTIDO REVOLICIONARIO MODERNO(PR)- es no entender la decadencia, el fraccionamiento, la segmentación, la putrefacción y lumpenización del capitalismo-imperialismo de estos tiempos, sean sus componentes de larga data o sean emergentes.

Se trata de pugnas al interior de un capitalismo integralmente podrido, sin ninguna intención ni posibilidad de auto-sanearse. Pugnas políticas, territoriales, militares, financieras, comerciales, industriales, de poder, de conquistas y reconquistas, donde todas las suciedades son válidas. Pugnas feroces, tramposas, violentas, amorales… plagadas de hipocresías y simulaciones.

Y se trata también de denuncias parciales, incompletas, interesadas, de unas facciones contra otras, en el marco de esas pugnas.

Pasa en Brasil y en todo el planeta.

Medias verdades o verdades a medias, con una u otra exageración, y uno u otro encubrimiento, cuya sumatorias, más las denuncias procedentes de fuentes no parciales, permiten cada vez más una mayor aproximación a una verdad más completa e integral.

* En Brasil: lo pérfido y lo imperdonable de parte y parte.

Lo pérfido de las derechas pro-estadounidense y del lumpen imperialismo de igual factura es que ocultando sus inmoralidades, emplea las culpas de sus adversarios del PT en materia de corrupción, para impulsar una contra-ofensiva neoliberal y mafiosa que persigue –vía el golpe o movimiento espurio de presiones por la renuncia de Dilma- arrasar con los avances democráticos y las políticas sociales progresivas en Brasil y en el Continente. Y eso merece un rechazo categórico.

Lo imperdonable, es que un líder obrero y la dirección de un partido originalmente socialista revolucionario, hayan metido a esa organización en las patas de los caballos de la lumpen-burguesía transnacional y local, pactando con componentes de unas de sus facciones, a cambio de una gobernabilidad claudicante y en procura de ventajas, posibilidades de sobornos, financiamientos, enriquecimientos, privilegios, preeminencias, cuotas de poder…

Que optara por aprovechar las bonanzas de las exportaciones y de los “comoditys” para políticas fundamentalmente asistencialistas y reivindicativistas, para inversiones escandalosas en competencias de deportivas de relumbrón; obviando olímpicamente los cambios estructurales, el desmonte del modelo neoliberal, los cambios hacia la socialización de la propiedad y los ingresos, y la necesaria refundación institucional.

Es difícil de negar la corrupción en los gobiernos de Lula y el involucramiento de sus alfiles en graves faltas. Hasta Dilma se vio forzada, en vano intento por diferenciarse, a instrumentar fuertes expedientes judiciales contra dirigentes gubernamentales del PT y aliados, en un intento de contención de la degradación en marcha.

Es difícil negar el contubernio, las complicidades y protecciones de Lula y de ella misma del mal uso de los recursos y de la corrupción de PETROBRAS o de las corruptelas de ODREBRECH y otros consorcios “amigos”, desplegadas durante tanto tiempo a escala brasileña y mundial. Es impensable la ignorancia o la inocencia de ambos en esas turbulencias morales.

Como tampoco puede eximírsele de culpas -a una como Presidenta del país y al otro como líder del partido de gobierno- del injustificable paquetazo neoliberal y sus consecuencias traducidas en una impopularidad espectacular del gobierno (se dice que Dilma bajó a un 12%, sin desmentidos consistentes), que se ha facilitado a EEUU y a las derechas su política sediciosa y desestabilizadora, porque se trata de un gobierno debilitado, casi en el suelo, con cierta legalidad pero con poca legitimidad.

Alegar los diezmados 50 millones de votos de origen, insistir en que los sediciosos hubieran aprobado algo peor que el paquetazo de Dilma, argumentar que otros políticos aceptan pagos de ODEBRECH y corporaciones parecidas para compensar conferencias magistrales, esgrimir que las derechas también emplea los métodos cuestionables que critica, para entonces tratar de justificar fallas y realidades muy crudas y evidentes, es una tontería que imposibilita salir del pantano; salida solo viable con el reconocimiento de las graves faltas cometidas y una intensa renovación de izquierda brasileña, que tendría que pasar por cambios radicales en la dirección del PT y aliados.

Que ahora debería comenzar por admitir el alto grado de ilegitimidad de las instituciones legislativas y ejecutivas de esa gran nación, y asumir su necesaria refundación vía una Constituyente participativa y nuevas elecciones.

Que debería repensar y rearmar la ruta post-neoliberal y post-capitalista.

Una izquierda consecuente, transformadora, no puede, no debe, justificar la conducta del buey que es capaz de embarrarse el trasero sin sentirlo y de embarrar a los demás sin notarlo y sin preocuparse. Sin admitir ni corregir el mal.

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Opinión

La CIA, Mockingbird y los periodistas

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(I)

Por Oscar López Reyes

Desde 1950, tres años a posteriori de su creación -1947- la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos comenzó a instrumentalizar a periodistas para manipular y moldear a la opinión pública mundial, en una abominable labor de zapa, en el cenit geopolítico de la Guerra Fría entre dos superpotencias imperiales. Su proyecto primigenio, y el más escalofriante, ha sido la encubierta Operación Mockingbird, mediante la cual se ocultaron y tergiversaron informaciones para influir a favor de los designios norteamericanos, y desde 2019 ejecuta a gran escala una campaña de reclutamiento para difundir noticias y entretenimiento en redes sociales y plataformas streaming.

En estos 78 años, la CIA ha invertido miles de millones de dólares en el enlistamiento de periodistas anti-éticos y anti-democráticos y en infiltración en medios de comunicación para divulgar programas propagandísticos, engendrando el descrédito y la desconfianza ciudadana, así como la animadversión de adversarios en guerras.

La operación Mockingbird, que inicialmente consistió en escuchas telefónicas periodísticas sin orden judicial, fue llevada a cabo por la CIA para identificar fuentes de filtraciones de datos de alta inteligencia. Principió grabando conversaciones privadas de Hanson Baldwin, reportero de seguridad nacional del New York Times, entre el 12 de marzo y el 15 de junio de 1963, desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Las grabaciones fueron por iniciativa del presidente de Estados Unidos, Jhon F. Kennedy, luego que se incomodara por un reportaje de primera plana publicado por Baldwin (ganador del Premio Pulitzer en 1943 por su cobertura de la Segunda Guerra Mundial) en la edición del 26 de julio de 1962 del New York Times en el que, amparado en una información clasificada, revelaba el número de misiles nucleares en el arsenal estadounidense. A su vez, comparaba esos depósitos atómicos de Estados Unidos con los de la Unión Soviética, y el afán de esta última superpotencia por resguardar sus emplazamientos de misiles balísticos intercontinentales.

A seguidas, la CIA también intervino los teléfonos residenciales de los columnistas Robert S. Allen y Paul Scott (The Allen-Scott Report, publicada en unos 300 periódicos), tras estos dar a conocer secretos clasificados de Estados Unidos. Más adelante, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) se incorporó a las averiguaciones y vigilancia para detectar quienes desde los organismos de inteligencia estaban infiltrando informaciones a la prensa. También produjo la intercepción telefónica a la periodista de Newsweek, Lloyd Nornam, y el secretario de Estado Dean Rusk presionó para que CBS News no difundiera un reportaje del periodista Daniel Schorr sobre el espectacular escape de ciudadanos de Alemania Oriental a través de un túnel bajo el Muro de Berlín.

Por intermedio del proyecto Mockingbird -según variadas fuentes- para divulgar propaganda proestadounidense y truquear a la opinión pública contra la influencia comunista, aceptaron ser asalariados de la CIA cientos de periodistas de The New York Times, The Washington Post, Newsweek, ABC, CBS, NBC, la revista Time, Louisville Courier Jounal, Copley News Service, la agencia internacional Reuters y otros medios de América Latina, Europa y otras regiones.

Los objetivos bien definidos de la contratación a sueldo de la red de periodistas, publicaciones, televisoras y emisoras tengo que segmentarlos en siete:

1.- Difundir relatos preescritos por la CIA, para tratar de cambiar la percepción global sobre situaciones y personas, siempre favorables a Estados Unidos.

2.- Controlar la política editorial de medios comunicativos, a través de altos ejecutivos y editores, en una novedosa interacción subrepticia gobierno-prensa.

3.- Ocultar informaciones perjudiciales o desfavorables a Estados Unidos, en una intromisión estatal sin precedentes.

4.- Inclinar la balanza para conveniencia estratégica de Estados Unidos en coberturas informativas, artículos de opinión, editoriales y otros géneros periodísticos.

5.- Contrarrestar la propaganda e influencia de la Unión Soviética, con mecanismos sofisticados de persuasión pública.

6.- Suministrar datos de inteligencia, en una típica tarea de espionaje.

7.- Detectar a agentes o empleados de organismos de inteligencia que confidencialmente suministraban informaciones a periodistas.

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El autor: Redactor principal del Código de Ética del Periodista Dominicano y autor exclusivo del libro “La Ética en el Periodismo. Los cinco factores que interactúan en la deontología profesional”.

 

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Opinión

Cuando el privilegio pesa más que el salario

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Por Isaías Ramos

En el artículo anterior, “Cuando trabajar no alcanza”, mostramos lo esencial: en nuestro país hay trabajadores a tiempo completo que, aun cumpliendo con todo, no alcanzan el costo de la canasta básica. Hoy toca cerrar el círculo con una pregunta inevitable: si el Estado asegura que no tiene margen para indexar el ISR ni para acercar los salarios a la canasta, ¿cómo sí lo tiene para blindar exenciones y subsidios que ya rondan el medio billón de pesos al año?

La comparación es contundente: alrededor de RD$19 mil millones para cumplir la indexación —lo mínimo para que la inflación no se coma el salario por la vía del impuesto— frente a más de RD$500 mil millones en gasto tributario y subsidios no focalizados. Esa diferencia no es técnica; es moral. Es un impuesto silencioso al trabajo para sostener privilegios que casi nunca rinden cuentas.

No hablamos de milagros, sino de coherencia constitucional.

Primero derechos; después privilegios.

La indexación es justicia básica; que el salario cubra la canasta es dignidad mínima. Cuando eso no ocurre, todo lo demás se convierte en una transferencia regresiva: recursos públicos arriba y salarios de subsistencia abajo.

Lo vemos en historias como la de Marta, cajera en una tienda que abre seis días a la semana. Gana el salario mínimo del tramo superior y aun así no le alcanza para transporte, alimentos y educación básica de sus hijos. Todos conocemos una Marta. Su caso no es la excepción; es el reflejo de un modelo.

Reconocemos, sin ambigüedades, que ciertos sectores han traído inversión y empleo. Pero en un Estado Social y Democrático de Derecho, la prioridad no se discute: derechos primero, incentivos después. Si un sector recibe exenciones millonarias durante décadas, la contrapartida mínima es un salario mediano por encima de la canasta y una reducción verificable de la informalidad. Y si los beneficios se justifican por su aporte, ese aporte debe comprobarse con datos públicos.

Las preguntas son simples, y las respuestas deberían serlo también:

  • ¿Cuál es su salario mediano y qué parte de la canasta cubre?
  • ¿Cuál es su aporte fiscal neto, descontadas exenciones y transferencias?
  • ¿Qué metas salariales y de formalización han cumplido —auditadas y con plazos—?

Si esas respuestas no existen, la falla no está en quien critica, sino en un modelo que evita mirarse al espejo.

Cuando miramos la región, el panorama se vuelve más claro y más crudo. Llevamos décadas creciendo alrededor de 5 % anual, más del doble del promedio latinoamericano. Sin embargo, datos del Banco Mundial muestran que menos de 2 % de los dominicanos ascendió de grupo de ingreso en una década, frente a un 41 % regional. Es una de las movilidades más bajas de América Latina: un motor económico de alta potencia montado sobre una carrocería social demasiado frágil.

A eso se suma un mercado laboral con alrededor de 55 % de informalidad, superando un promedio regional que ya bordea la mitad. Millones de personas trabajan sin contrato, sin protección y sin capacidad de negociación. Mientras tanto, el salario mínimo formal del sector privado no sectorizado —según el tamaño de la empresa— oscila hoy entre unos RD$16,000 en las microempresas y cerca de RD$28,000 en las grandes, y ni siquiera en su tramo superior alcanza el costo de la canasta familiar nacional, que ronda los RD$47,500, ni la canasta del quintil 1, situada en torno a RD$28,400. La mayoría de los trabajadores informales ni siquiera se acerca a esos montos.

Ahí está el nudo del modelo: un PIB que corre por delante del promedio regional, con salarios más bajos, más informalidad y menor movilidad que casi todos. Ahí es donde la retórica del “milagro” deja de coincidir con lo que millones viven cada día: jornadas largas, ingresos insuficientes y un crecimiento que no se traduce en dignidad.

Y, mientras tanto, la indexación —que solo evita que el impuesto castigue el salario— se presenta como inalcanzable. No lo es. Lo inalcanzable es pretender estabilidad congelando la protección del trabajador mientras se blindan privilegios que nadie revisa con lupa desde hace décadas. Eso no es estabilidad; es un subsidio a la precariedad.

La discusión no es “si hay dinero”, sino de dónde es justo que salga.

¿De quienes ya no pueden más, o de exenciones que llevan medio siglo sin evaluación seria?

¿De la nómina de la clase trabajadora, o de regímenes especiales convertidos en vacas sagradas?

En el Frente Cívico y Social entendemos que la guía es simple y está escrita en la Constitución. El artículo 62 establece, entre otras cosas, que es finalidad esencial del Estado fomentar el empleo digno y remunerado y, en su numeral 9, consagra el derecho a un salario justo y suficiente para vivir con dignidad. No es poesía; es mandato. Si el salario mediano de un sector no cubre la canasta, ese sector no cumple con la dignidad mínima. Y si además recibe exenciones, la obligación de rendir cuentas es aún mayor.

Y porque no hay dignidad sin desarrollo, no olvidemos lo esencial: salario digno es demanda interna, productividad futura y estabilidad social. Con sueldos de miseria no se construye un mercado interno robusto, no se fortalece el capital humano, no hay escalera de movilidad. Lo que se “ahorra” hoy en salarios bajos se paga mañana en menor crecimiento y mayor conflictividad.

En una frase: un país que se respeta no pone el privilegio por encima del salario, ni el incentivo por encima de la dignidad. Cuando la política honra esa jerarquía, la estadística deja de ser consuelo y se convierte en vida vivible.

Despierta RD

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Opinión

La Corte Penal Internacional y los Tribunales Penales Internacionales  (1 de 2)

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Por Rommel Santos Díaz

A diferencia de la Corte Penal Internacional, cuyo estatuto es el resultado de varios años de debates y de la Conferencia de Plenipotenciarios, los tribunales Ad –Hoc para la Ex Yugoslavia  y Ruanda  son la expresión de una respuesta a dos situaciones específicas caracterizadas por la comisión de atrocidades en el territorio de estos países.

Fue precisamente la gravedad de las circunstancias lo que obligó al Consejo de Seguridad a ejercer las atribuciones que le confiere el  Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas para crear las jurisdicciones penales Ad – Hoc para la Ex Yugoslavia ( Resolución  827 de 1993) y para Ruanda (Resolución 955 de 1994)

En estos casos, ambos tribunales tienen virtualmente estatutos idénticos y también compartieron algunas instituciones comunes, como  por ejemplo el Fiscal, dado que a partir del 15 de septiembre del 2003, el Consejo de Seguridad designo a Hassan Bubacar Jallow como Fiscal del  Tribunal Penal Internacional  para Ruanda.

La Fiscal Carla Del Ponte ejerce su competencia exclusivamente en relación al Tribunal Penal Internacional  para la Ex Yugoslavia. Las características comunes entre ambos tribunales han tenido como consecuencia, al menos en el ámbito teórico, la economía y uniformidad en el ámbito fiscal  hasta el año 2003 así como en el desarrollo de una línea jurisprudencial sólida y constante en el análisis de sus respectivos casos.

De esta forma la creación de dichos tribunales Ad-Hoc constituye un desarrollo sin precedentes a favor de la implementación de las normas sobre derechos humanos que a su vez ha favorecido una dinámica positiva en el proceso de creación de un sistema de justicia penal internacional  que se concreta casi una década después con el inicio de las funciones  de la Corte Penal Internacional.

Por su lado el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda fueron creados por resoluciones del Consejo de Seguridad en virtud de las cuales son considerados como órganos judiciales subsidiarios del mismo.

Se ha establecido que aun cuando fueron creados por el Consejo de Seguridad, el cual no es un órgano judicial, esto no afecta la validez del acto jurídico de creación puesto que ambos son el reflejo del ejercicio del mandato del principal órgano de las Naciones Unidas  para mantener la seguridad y la paz internacional.

Esta línea de razonamiento concuerda con la establecida por la Corte Internacional de Justicia en su Opinión Consultiva sobre los efectos de las compensaciones concedidas por el tribunal administrativo de las Naciones Unidas de 1954.

Por tanto, mientras la Corte Penal Internacional es un tribunal internacional independiente, el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda son órganos judiciales subsidiarios del Consejo de Seguridad Conforme al Artículo 2 del Estatuto de Roma, la Corte Penal Internacional mantiene relaciones de cooperación con el sistema de de las Naciones Unidas, pero ello no afecta su  independencia con respecto a dicha organización internacional.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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