Por Efe
El regreso de miles de haitianos no se detiene como consecuencia del diferendo entre República Dominicana y su país, lo cual ha provocado que cada día sea más los nativos de la hermana nación que abandonan el territorio nacional, tras el presidente Luis Abinader disponer el cierre de todas las fronteras entre ambas naciones.
Dado que las fronteras -marítimas, aéreas y terrestres- están cerradas, los pasos limítrofes solo se abren para que los ciudadanos haitianos que residen, legal o ilegalmente, en República Dominicana regresen a su país, quienes, por lo general, llegan a esos puntos en autobuses de transporte privado.
Las autoridades dominicanas no han proporcionado hasta el momento cifras oficiales del éxodo, pero fuentes oficiosas señalaron a EFE que Dajabón está siendo el principal punto de salida desde que se decretó el bloqueo fronterizo.
El sábado, un día después de que empezara a aplicarse la medida, llegaron a salir unas 5.000 personas solo por ese paso -los de Elías Piña, Jimaní y Pedernales no están teniendo tanta afluencia- según las fuentes y, a partir de entonces, salen alrededor de 1.000 o 1.500 personas por día.
En circunstancias normales, no sería una cifra inusual, ya que en Dajabón hay un trasiego importante de gente que cruza la frontera desde Haití y regresa en el mismo día, pero en la actual situación se trata de personas que residen hace tiempo en República Dominicana y que vuelven a su país con todas sus pertenencias.
RETORNO VOLUNTARIO, PERO FORZADO
Desde primeras horas de la mañana, según pudo comprobar EFE, en una esquina del portón fronterizo se congregan inmigrantes, cargados con bultos de todo tipo, esperando las ocasionales aperturas de la frontera que, inicialmente, solo se producían dos veces al día, a las 12.00 y a las 4.00.
Dadas las aglomeraciones de personas que esperaban bajo un sol abrasador, incluidos niños de corta edad, las autoridades fronterizas decidieron abrir unos minutos cada vez que se juntan varias decenas de personas, los ordenan en fila y les permiten cruzar el puente sobre el río Masacre.
Muchos vuelven después de años viviendo en República Dominicana, forzados por las medidas derivadas del conflicto hídrico, como Clotilde, que ha residido en el país treinta años y se ganaba la vida con la venta ambulante, explicó a EFE.
«Yo ahora no puedo vender nada, por eso ahora voy para mi casa» en Haití. «Si las cosas están bien vuelvo, pero si no hay vida, me quedo», afirmó la mujer, una de las pocas personas que accedió a hacer declaraciones.
También hay quien abandona el país denunciando el hostigamiento que sienten como haitianos. Un hombre conocido como «el blanco», según dijo a EFE, relató con indignación que ha vivido en territorio dominicano desde 2009 y tenía una vida hecha.
«Pero ya me cansé. Ellos entraron a robar todo lo que yo tenía. A las 4.00 de la mañana se metieron a la casa a robar» todo lo que tenía valor. Al preguntarle quién fue, respondió: «Di que un grupo ladrón, di que Migración».
«Ya uno se cansó de ese grupo ladrón, maltratado uno que estaba», así que «me voy y me quedo en mi país que puedo alquilar una casa por un año y no va a venir nadie a revisar mi casa y abrir la puerta», agregó.
SIN CIFRAS OFICIALES
Además de aquellos que se marchan voluntariamente, están todos los ciudadanos haitianos en situación irregular que son deportados por la Dirección General de Migración (DGM), institución que de forma periódica suele informar del número de retornados forzosos que llevan a los pasos fronterizos en autobuses o camiones.
Sin embargo, no ha atendido las solicitudes de EFE para que facilite el cómputo de personas que han salido por la frontera domínico-haitiana desde la entrada en vigor del cierre, siendo la entidad responsable de manejar esas cifras.
El cierre fronterizo es solo una de las medidas dispuestas por Abinader ante la construcción del canal de riego. También ordenó suspender la emisión de visados a ciudadanos haitianos o la prohibición definitiva de entrada de «todos los involucrados en el conflicto».
Esas medidas se mantendrán mientras sigan los trabajos de construcción de la toma de agua, que sigue avanzando al otro lado del río Masacre, mientras el Gobierno haitiano afirma que nada puede hacer por detener las obras, que son de carácter privado y con las que no tiene nada que ver.
Asimismo, mantiene su apuesta por el diálogo para resolver el conflicto y defiende su derecho a hacer uso de las aguas del río en virtud del Tratado de Paz, Amistad y Arbitraje de 1929, texto en el que el Gobierno dominicano basa la supuesta ilegitimidad de las obras. (María Montecelos, Dajabón, República Dominicana, EFE)