Opinión
Exportaciones dominicanas y la gente
Published
4 años agoon
Por Rosario Espinal
Para muchos dominicanos las remesas operan como un seguro social, en tanto los recursos fluyen directamente para cubrir necesidades familiares de manera regular o en situaciones de necesidad especial.
Para ser un país pequeño y de limitado desarrollo, la economía dominicana logró crecer por muchos años, justo hasta comenzar la pandemia. En el proceso, el país desarrolló un sector exportador diverso que genera divisas.
Primero, la República Dominicana exporta productos agrícolas y agroindustriales. Por ejemplo, es líder en la exportación de cacao y banano orgánico, sobre todo a Europa. A Haití exporta muchos productos de manera formal e informal. A Estados Unidos exporta una diversidad de productos para la venta general o en enclaves dominicanos.
Segundo, la República Dominicana exporta productos ensamblados en las zonas francas. Este proceso adquirió importancia con la Iniciativa de la Cuenca del Caribe de Estados Unidos en la década de 1980, pero el desplazamiento de la producción norteamericana a China por la inmensa reserva de mano de obra barata impactó negativamente las zonas francas de nuestra región. En años recientes se ha producido un renacer del sector y podría ser que, en el futuro, los Estados Unidos disminuyan la producción en China y utilicen aún más los territorios cercanos. En el marco de zonas francas también se han desarrollado los call centers para compañías extranjeras.
Tercero, la República Dominicana exporta productos mineros, con el oro que actualmente registra altos precios por la crisis económica. Tanto en el 2013 como ahora, el Gobierno dominicano ha recurrido a la Barrick Gold para enfrentar problemas fiscales.
Cuarto, la República Dominicana “exporta” servicios turísticos. Escribo exporta entre comillas porque esos servicios no se envían al exterior, los extranjeros vienen. El turismo genera divisas al igual que las exportaciones de bienes agrícolas, industriales, de servicios o mineros.
Quinto, la República Dominicana también “exporta” población que emigra en busca de mejores condiciones de vida. Escribo exporta entre comillas porque la migración es una salida de personas (no de productos) que buscan mejor vida fuera del país. Esos migrantes envían remesas.
En los primeros cuatro tipos de exportaciones las ganancias se concentran en los dueños de las empresas. Por ejemplo, el trabajo agrícola es en gran medida realizado por inmigrantes haitianos indocumentados dispuestos a trabajar por bajos salarios dadas las precarias condiciones en Haití. Las zonas francas utilizan mano de obra dominicana, y muchas mujeres, por salarios mínimos bajo el argumento de ser competitivos, si no, los empresarios amenazan con establecerse en otros países. El sector minero emplea relativamente poca mano de obra y los salarios también son bajos. El sector turístico opera bajo la misma lógica de que para ser competitivos internacionalmente los salarios deben ser bajos.
Es decir, en todos esos sectores generadores de divisas, la riqueza se concentra arriba por los bajos salarios que pagan y los incentivos fiscales que reciben.
Para muchos dominicanos las remesas operan como un seguro social, en tanto los recursos fluyen directamente para cubrir necesidades familiares de manera regular o en situaciones de necesidad especial.
En medio de la crisis económica que impera actualmente producto de la pandemia, el Banco Central anunció la semana pasada que las remesas subieron 37.1% en septiembre 2020 con relación a septiembre 2019. Esto muestra un decidido apoyo de los inmigrantes dominicanos a sus familiares en la República Dominicana, sobre todo, de aquellos radicados en los Estados Unidos, desde donde procedió la mayor cantidad de remesas.
Así que, mientras el turismo está mal porque los extranjeros no están viniendo, las remesas están fluyendo por la solidaridad familiar. Ojalá que las condiciones de vida de los dominicanos en el exterior no empeoren en los próximos meses.
Artículo publicado originalmente en el periódico HOY
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.