Opinión
Garata por los salarios: ¿al zafacón legislativo?
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11 años agoon
Por Rosario Espinal
La garata que generó la observada Ley de Salarios fue digna de contemplación con perplejidad. Por largo tiempo se ha dicho que en el Estado Dominicano hay ineficiencia, derroche de recursos, malgasto, muchas botellas, y que los salarios varían de institución en institución sin razones válidas que expliquen la discrepancia.
El proyecto de Ley de Salarios provino del Ministerio de Administración Pública, después de análisis y supuestos acuerdos, así que era de asumirse que la pieza sería aprobada a pesar del forcejeo.
Pero no. Los afectados sacaron dientes y uñas en defensa de sus beneficios. Utilizaron diversos argumentos en comunicados y declaraciones, desde la autonomía constitucional hasta pagar bien para no robar.
Los principales opositores a la propuesta Ley de Salarios fueron los mismos que han adquirido una posición privilegiada en la administración pública: Banco Central, Superintendencia de Bancos, Dirección General de Impuestos Internos, entre otros.
Fue tal la garata en las últimas semanas del gobierno de Leonel Fernández, que el Presidente del Tribunal Constitucional criticó la propuesta ley, violando el protocolo de su investidura que le impide hablar libremente al público ante un asunto que puede llegar a su instancia.
Se sabe que en el Estado Dominicano hay paraísos terrenales. Instituciones donde se respira modernidad burocrática, son altos los salarios, hay buenos beneficios, se trabaja con aire acondicionado, y hay papel higiénico en los baños. Esta es la aristocracia de la administración pública, mientras la mayoría de las oficinas carecen de tales condiciones.
Sin duda, un Banco Central fuerte e independiente es fundamental para la estabilidad económica. Pero ojo: ¿son los recursos del Banco Central privados? Ante la crisis financiera de 2003-2004, ¿quién pagó por los platos rotos que en gran medida fue producto de la inadecuada supervisión bancaria? Pagó el pueblo dominicano con inflación, devaluación, pobreza y aumento de impuestos.
Si se argumenta como hicieron algunos que un técnico del Banco Central debe ganar bien porque ha sido capacitado para sus funciones, ¿no debería decirse lo mismo de los maestros, los médicos o los policías?
Las Altas Cortes, ah sí, necesitan independencia para emitir sus sentencias con objetividad, apego a la ley, y en base a las evidencias. ¿Pero quiere decir esto quepueden establecer salarios a su antojo?
¿Y el Congreso? Hace las leyes y se considera inmune a todo lo que no le gusta.
Una cosa es la independencia para realizar las funciones, y otra es contar con un esquema general de salarios racional y justo en la administración pública.
Todas las instituciones del Estado reciben sus recursos del Presupuesto Nacional, por tanto, la supuesta autonomía financiera que contempla la Constitución para algunas entidades es una falacia.
Si la Ley de Salarios no puede incluir ni al Poder Legislativo, ni a la Suprema Corte de Justicia, ni al Tribunal Constitucional, ni a la Junta Central Electoral, ni al Tribunal Superior Electoral, ni a la Cámara de Cuentas, ni al Banco Central, ni a la Superintendencia de Bancos, ni a INDOTEL, ni a la Dirección General de Impuestos Internos, entonces que no se apruebe.
El Estado Dominicano no debe seguir dividido entre aristócratas y plebeyos como está ahora. ¿Para qué aprobar una ley que mantenga la misma división?
En este país, donde tantos quieren vivir con sueldos altos, yipeta, gastos de representación y jugosas pensiones (todo a costa del pueblo), sucede con frecuencia que cualquier intento de organizar la administración pública se vuelve un tollo.
Así sucedió con la propuesta Ley de Salarios que, en la víspera del cambio de gobierno, fue tirada al zafacón legislativo.
Opinión
Cuando el conocimiento y el intelecto se diluyen en el estiércol.
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3 horas agoon
septiembre 27, 2023Por Edgard Paniagua Miguel
Por Isaías Ramos
Nuestro pueblo dominicano se encuentra navegando por un mar de confusiones, atrapado entre el anhelo de “progreso económico” y el imperativo de la integridad moral y social. Mientras la élite política pinta un cuadro de un futuro próspero, nuestros corazones nos dicen que estamos perdiendo nuestros valores y principios fundamentales, aquellos que dan vida a una sociedad justa y equitativa.
El sueño del progreso económico se ha desvanecido en un desierto moral. Soñábamos con una patria donde la justicia y la tranquilidad fueran el pan de cada día, pero hoy nos vemos sumergidos en un ambiente cada vez más violento, hostil y desigual entre los que “tienen” y los que “no tienen”. La insaciable codicia de esta élite ha agrandado la brecha entre ricos y pobres, dando vida a una clase baja que subsiste en la miseria, despojada de servicios esenciales y de su propia dignidad, mientras una pequeña élite se baña en opulencia.
Esta dolorosa realidad es el fruto de gobernantes que, carentes de conciencia social, han elegido favorecer el capital y oprimir al pueblo. Con una crueldad perversa, han hipotecado el futuro de nuestros hijos y nietos para incrementar sus fortunas y las de sus allegados, sacrificando la salud, la educación, las pensiones de nuestros trabajadores y nuestro medio ambiente en el altar del “crecimiento económico”. Han disfrazado la explotación y opresión de la mano de obra con sueldos de miseria como “competitividad”, convirtiéndola en un reclamo para “inversiones”, una forma moderna de vender esclavitud.
El neoliberalismo salvaje ha intensificado estas atrocidades, promoviendo una visión del mundo donde el crecimiento se sustenta en la pérdida de la dignidad humana, dando vida a una sociedad donde el dinero es un “Dios” amoral, donde la riqueza se acumula en pocas manos, ignorando las necesidades de la mayoría. Han transformado nuestras naciones en desiertos sociales, donde el éxito se esconde tras altas vallas y guardianes armados.
La realidad de países vecinos, nos muestra el devastador final de modelos económicos que, prometiendo prosperidad, solo traen destrucción y abandono. Si seguimos este camino, nuestro destino no será diferente.
En el Frente Cívico y Social creemos que, en este panorama desolador, es la ciudadanía quien tiene el poder y la responsabilidad de forjar un nuevo destino. Es crucial exigir integridad y transparencia, revaluar el camino que estamos construyendo y rectificar nuestro rumbo. Reconstruir una sociedad más justa, equitativa y moral es una misión compartida, y el momento de actuar es ahora.
El verdadero progreso no se mide por indicadores económicos, sino por la calidad de vida de nuestras gentes, el bienestar colectivo y la preservación de nuestros valores y principios. Buscar el crecimiento económico no debe ser un fin en sí mismo, sino el medio para edificar una sociedad más justa y equitativa.
En el FCS, sabemos que acostumbrarnos a vivir entre el desierto moral y el progreso vacío podría empujarnos a un abismo sin retorno. Es hora de construir el camino hacia un futuro en el que el éxito se mida no por la riqueza de unos pocos, sino por el bienestar de todos, por la preservación de nuestra humanidad y nuestros recursos naturales, y por el legado que dejemos a las futuras generaciones. Es hora de reflexionar y actuar para construir el futuro que soñamos, un futuro donde el progreso y los valores morales y sociales florezcan en armonía.
¡Despierta, RD!
Opinión
El Estatuto de Roma y la Cooperación de los Estados
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4 horas agoon
septiembre 27, 2023Por Rommel Santos Díaz
El artículo 86, de la parte 9 del Estatuto de Roma estipula que todos los Estados deberán cooperar plenamente con la Corte Penal Internacional en relación con la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de su competencia.
La palabra ¨cooperar plenamente¨ fueron escogidas cuidadosamente por los redactores del Estatuto de Roma, para enfatizar el papel importante que tienen los Estados en el funcionamiento efectivo y eficiente de la Corte.
El artículo 86 del Estatuto de Roma también prevé que los Estados Partes deberán cooperar plenamente ¨de conformidad con lo dispuesto en el Estatuto. Por consiguiente, toda previsión del Estatuto que requiera la participación de un Estado deberá interpretarse como cooperación plena, salvo que se especifique lo contrario.
El mismo artículo 86 estipula que los Estados Partes deberán ¨asegurar que en el derecho interno existan procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación especificadas en esta parte del Estatuto de Roma.
En otros términos, se prevé que los Estados utilicen sus leyes nacionales para establecer todos los procedimientos necesarios que les posibiliten asistir a la Corte Penal Internacional. Todos estos procedimientos deberán permitir a los órganos estatales responder tan rápido como sea posible a los requerimientos de la Corte.
Los Estados deben de considerar que si no cumplen con un requerimiento de la cooperación de la Corte Penal Internacional, en contravención a los dispuesto en el Estatuto, impidiéndole ejercer sus funciones y atribuciones de conformidad con el Estatuto, la Corte podrá hacer una constatación en ese sentido y remitir la cuestión a la Asamblea de los Estados Partes o, al Consejo de Seguridad, si este le hubiese remitido el asunto.
El Estatuto de Roma no prevé específicamente ninguna sanción. Sin embargo, un Estado Parte que se niegue a dar curso a una solicitud de cooperación formulada por la Corte, estará incumpliendo con sus obligaciones al tratado en la mayoría de los casos, y podría haber consecuencias políticas perjudiciales contra ese Estado.
Todo lo planteado anteriormente tiene un impacto directo en cuanto a la competencia de la Corte Penal Internacional, en tanto el artículo 12 del Estatuto de Roma establece que un Estado, al aceptar ser parte del Estatuto, se adhiere por ende a la jurisdicción de la Corte respecto a los crímenes estipulados en el articulo 5 (genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión). Esto significa que una vez que un Estado se convierte en Estado Parte, éste acepta automáticamente la competencia de la Corte, a partir del día en que entre en vigor el Estatuto.
Cabe destacar que los Estados que no sean parte del Estatuto de Roma también podrán aceptar la competencia de la Corte respecto a un crimen en particular, por medio de una declaración de conformidad con el artículo 12.
Finalmente, los Estados que no sean parte deberán cooperar plenamente una vez que acuerden asistir a la Corte Penal Internacional en una investigación en particular. Si incumplen el acuerdo especial realizado con la Corte, esta podrá informar a la Asamblea de los Estados Partes o al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, según sea el caso.