Opinión
La barriga de la Barrick
Published
12 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Las entrañas de Barrick Gold son realmente terribles: repletas de cianuro, paramilitares, dólares sucios, sobornos, saqueadores de oro y plata, agentes de la CIA, oficiales del Pentágono, Bush-es, Cisneros, Rochas, depredadores de montañas, ríos y glaciales.
No es gana de hablar, es historia sufrida y presente real, con evidencias dramáticas aquí, allá y acullá. Lo que recientemente han narrado los/as moradores/as de Sánchez Ramírez, Cotuí, no está lejos de un infierno en la Tierra y permite reconfirmar las amenazas.
- Más allá de la simple revisión económica
En tales circunstancias, la voluntad nacional en pro de la superación de ese cuadro tenebroso, no debería reducirse a renegociar los términos del contrato suscrito (bajo el signo del dolo) entre ese consorcio norteamericano y el ex-presidentes Fernández; ahora con el simple interés de mayores ingresos gubernamentales, para de nuevo pasarlo por el Congreso, quitarle algo de mal olor y airear la administración peledeísta.
Cierto que el hecho de que los legisladores que ayer lo aprobaron sin leer, estén hoy demandando revisarlo, es una clara expresión de cómo ha crecido el clamor contra las nefastas pretensiones de ese monstruo minero. Y eso es muy positivo en sentido general.
Pero el problema no debe limitarse a usar ese clamor para sacar algunos dólares más de las putrefactas y relumbrantes entrañas de la Barrick Gold a beneficio de este Estado carcomido por el neoliberalismo y la corrupción.
Más allá de ese limitado y controversial interés está el grave riego que para la vida nuestra gente y nuestra isla conlleva la explotación de enormes reservas de oro y la plata empleando cianuro o cualquier otro método contaminante, prohibidos ya en muchos países del mundo.
Está en juego el destino de nuestras reservas de agua, bosques y tierras cultivables; incluida la presa de Hatillo, fuente de agua gratis para la Barrick lavar oro y destilar inmundicias.
Está, en general, el costo ambiental que podría ser mucho más alto que las ganancias en dólares.
Está la cuestión de la soberanía del país sobre esos valiosos recursos y ese hermoso territorio, convertido en una especie de república aparte, con autoridades civiles y militares subordinadas y tropas de choque mercenarias.
Está el problema de la mayoría de acciones y el rol de la parte dominicana en la gestión de esa empresa.
Está el monto de las ganancias del Estado y su destino, el provecho para la sociedad, su gente, su entorno… sobretodo cuando debe ser ley mayor que la inversión de los beneficios de la explotación del cualquier recurso no renovable debería ser más perdurable y socialmente útil que el propio recurso.
- Destinos espurios.
Se habla de llenar troneras fiscales provocadas por ladroneles de Estado, todavía impunes. Y eso es inaceptable.
Se habla de pagar deudas públicas (internas y externas), convenidas en términos onerosos para ejecutar el peor de los dispendios. Y eso es una barbaridad.
Se habla de financiar la estafa de la privatización del sistema eléctrico. Y a eso hay que oponerse con rabia.
Se habla de inyectarle “recursos fiscales” a un modelo neoliberal en crisis y a una partidocracia todavía inmersa en la corrupción y los privilegios. Y eso es criminal.
- La maniobra de “Tranquilo” para “traquilarnos”.
El presidente Danilo Medina, a lo Balaguer, a lo Leonel, como la “Gatita de María Ramos”, está empeñado en una maniobra para simplemente pellizcar la barriga gorda de la Gold, lograr que está le ceda algunos dólares más y legitimar lo que el pueblo ha ilegitimado.
A eso sirven los legisladores que como medio de chantaje hablan de revisar ese contrato vergonzoso e insostenible; mientras Alexander Medina, Director de Minería de Danilo y agente de Xtrata Nickel, de la Barrick y de todas las Gold, tranquilamente se emplea a fondo junto a la Cámara Americana de Comercio y la Cámara Petrolera Minera en la detestable misión de garantizar desde el gobierno eso que se llama depredar y saquear la isla a precio de vaca muerta. Todos con sus respectivas partituras en espera de las señales maliciosas del director de orquesta.
Revisión con un gobierno así y una Barrick Gold ecocida y criminal, huele francamente a nuevo engaño con un lavadito de cara.
No hay de otra: hay que exigir anular ese contrato, recuperar la soberanía sobre esos recursos y ese territorio, y decidir que hacer en función del interés del país y de nuestra sociedad. Y esto es válido para todas las concesiones de exploración y explotación que amenazan contaminar, expoliar y destrozar la madre tierra dominicana y haitiana.
En el caso de Pueblo Viejo quedaría pendiente el problema de los sulfuros a cielo abierto, con el efecto oxidante de las lluvias, considerablemente dañino para los suelos. Pero esto exige de un debate a fondo y de las soluciones más ventajosas y adecuadas -desde lo económico y lo ecológico combinados- a ser adoptadas autónomamente como país y como pueblo, no bajo presión imperial.
Con la Barrick y las Gold no habrá vida. Ni en Cotuí, ni en el Cibao y el Nordeste, ni la Cordillera Central, ni en San Juan, ni en Restauración y la frontera, ni en Yamasá…
Con Xtrata-Falcondo tampoco. Ese emporio, como lo hizo en La Peguera y Loma Ortega, habrá de arrasar con el gran tesoro natural -fuente de agua y de biodiversidad- que anida Loma Miranda; y de paso con los sembradíos de arroz y cultivos alimenticios del Norcentral y Nordeste del país.
Ya desataron la guerra.
Indignarse, indignarse, movilizarse para nacionalizar… nacionalizar, nacionalizar, nacionalizar…es el primer paso hacia una salida que contemple el bienestar colectivo.
Eso de revisar, en estas condiciones y con estos actores en el poder, se presta a otra trampa envaselinada.
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.