Opinión
La guerra Rusia-Ucrania y el Consejo de Seguridad de la ONU
Published
2 años agoon
Por Rommel Santos Díaz
La actual guerra en Ucrania tras la invasión rusa, ha suscitado todo tipo de preguntas sobre las Naciones Unidas, en particular sobre el papel del Consejo de Seguridad, la Asamblea General y el Secretario General.
Según la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad es el organismo al que se le otorgó la responsabilidad principal del mantenimiento de la paz y la seguridad internacional. Es el que debe tomar la iniciativa para determinar la existencia de una amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o un acto de agresión.
Cabe destacar que las acciones tomadas por el Consejo de Seguridad son vinculantes para todos los países miembros de las Naciones Unidas. En ese orden cuando se trata de crisis, el Consejo de Seguridad guiado por la Carta de la ONU puede tomar varias medidas en el caso de la guerra Rusia-Ucrania.
Cuando se trata de una controversia entre dos Estados miembros puede pedir que la resuelvan por medios pacíficos y recomendar métodos de ajustes o condiciones de solución. También puede recomendar la remisión de las controversias a la Corte Internacional de Justicia, que es ampliamente conocida como el Tribunal Mundial y es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas con sede en La Haya en los Países Bajos.
Es importante destacar que las medidas necesarias para llevar a cabo las decisiones del Consejo de Seguridad para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional serán adoptadas por todos los miembros de las Naciones Unidas o por algunos de ellos, según lo determine el Consejo de Seguridad de conformidad con el Capítulo VII.
Según la resolución de la Asamblea General de 1950 377ª (V), documento conocido como ¨Unidos por la Paz¨, cuando el Consejo de Seguridad no puede actuar debido a la falta de unanimidad entre sus cinco miembros permanentes con derecho a veto, la Asamblea General tiene el poder de hacer recomendaciones a los miembros de la ONU en general sobre medidas colectivas para mantener para mantener o restaurar la paz y la seguridad internacionales.
Además, la Asamblea General podrá reunirse en sesión especial de emergencia por nueve miembros del Consejo de Seguridad o por la mayoría de los miembros de la Asamblea.
Cabe destacar que el 27 de febrero de 2022, el Consejo de Seguridad, teniendo en cuenta la falta de unanimidad de sus miembros permanentes le había impedido ejercer su responsabilidad primordial en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, decidió llamar a una sesión especial de emergencia de la Asamblea General en su resolución 2623 (2022(.
Como resultado, el 1 de marzo de 2022, la Asamblea General adopto una resolución por la cual deploro la ¨la agresión de la Federación de Rusia contra Ucrania en violación del Articulo 2 (4) de la Carta¨ , y exigió que la Federación de Rusia cese inmediatamente el uso de la fuerza contra Ucrania y ordeno que retire completa e incondicionalmente todas sus fuerzas militares del territorio de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas.
Sin embargo, a diferencia de las resoluciones del Consejo de Seguridad, las resoluciones de la Asamblea General no son vinculantes, lo que significa que los países no están obligados a implementarlas.
Por otro lado, bajo el artículo 99 de la Carta de la ONU, el Secretario General ¨podrá señalar a la atención del Consejo de Seguridad cualquier asunto que, en su opinión, pueda amenazar el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales¨.
El papel del Secretario General de la ONU como un actor importante en la construcción de la paz ha evolucionado a través de una amplia práctica. La gama de actividades llevadas a cabo por el Secretario General ha incluido buenos oficios, mediación, facilitación, procesos de diálogo e incluso arbitraje en medio de la guerra Rusia – Ucrania.
Podemos concluir con la práctica de que a finales de marzo 2022, el Secretario General, Antonio Guterres, invoco el uso de sus buenos oficios y pidió al secretario general adjunto Martin Griffiths, coordinador del socorro de emergencia de la ONU, que explorara la posibilidad de un alto al fuego humanitario con la Federación de Rusia y Ucrania, y otros países que buscan una solución pacífica a la guerra Rusia-Ucrania.
Por el Dr. Isaías Ramos
En una época marcada por desafíos sociales y políticos sin precedentes, la necesidad de fortalecer los cimientos de una sociedad basada en la dignidad, la equidad, la libertad y la democracia es más urgente que nunca. La búsqueda de un futuro más justo y equitativo para todos nuestros ciudadanos requiere un compromiso renovado con estos principios fundamentales, esenciales para el bienestar y el progreso de nuestra nación.
La libertad individual permite a cada persona expresar sus ideas, creencias y opiniones sin temor a represalias. Es un derecho intrínseco y un pilar indispensable de cualquier sociedad que aspira a ser justa y equitativa. Esta libertad es la esencia misma de la dignidad humana y debe ser defendida con vigor en todos los frentes, especialmente en tiempos donde puede ser amenazada por intereses partidistas o agendas autoritarias.
Paralelamente, la democracia, entendida como el sistema político que facilita la participación activa de los ciudadanos en la toma de decisiones que afectan sus vidas, es crucial para la salud de nuestro tejido social. A través de una democracia robusta y vibrante, podemos garantizar que los derechos fundamentales de cada individuo sean respetados y que las políticas públicas reflejen verdaderamente las necesidades e intereses del pueblo.
Sin embargo, debemos reconocer que la libertad y la democracia no son solo aspiraciones ideales; son principios concretos y palpables que deben guiar nuestras acciones cotidianas. La defensa constante y la promoción de estos valores son cruciales para mantener una sociedad justa, libre de opresión y capaz de adaptarse a los cambios de nuestro mundo globalizado.
Es esencial fortalecer las instituciones democráticas existentes para garantizar su transparencia, eficiencia e integridad. El respeto irrestricto al Estado de Derecho y el cumplimiento riguroso de las leyes son fundamentales en la protección de los derechos individuales y colectivos. Estos principios no solo preservan el orden, sino que también promueven un clima de confianza y seguridad que es vital para la estabilidad social y el desarrollo económico.
La educación desempeña un rol crucial en este panorama, actuando como el medio por el cual se inculcan los valores cívicos necesarios para fomentar una cultura basada en el respeto mutuo, la tolerancia y el diálogo constructivo. A través del acceso universal a una educación inclusiva y equitativa, podemos formar a ciudadanos informados y críticos, capacitados para participar de manera activa y consciente en la vida política y social del país.
En el Frente Cívico y Social entendemos que en estos tiempos donde las amenazas contra la libertad individual y los principios democráticos son evidentes y crecientes, es responsabilidad de todos nosotros defender estos derechos inalienables con valentía y determinación. No podemos ser complacientes ni pasivos; el compromiso con la libertad y la democracia debe ser activo y constante.
Es por esa razón que en el FCS creemos que un llamado a la acción no es solo un imperativo moral, sino también una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con un futuro donde cada persona pueda vivir con dignidad y equidad bajo un sistema robusto basado en principios sólidos e incluyentes. Juntos debemos trabajar incansablemente por fortalecer nuestra democracia, preservar nuestra libertad individual e impulsar una sociedad donde reine la justicia social para todos sus habitantes.
No dejemos pasar la oportunidad de ser parte de la construcción de un país que no solo aspire a la grandeza económica, sino que también fomente un ambiente de respeto mutuo y oportunidades equitativas. ¡Juntos, podemos construir el país digno, libre e igualitario que todos anhelamos!
¡Despierta, RD!
Por Rommel Santos Díaz
Según el artículo 1 del Estatuto de Roma la CPI tendrá la potestad de ejercer su competencia sobre las personas responsables ¨de los crímenes más graves de trascendencia internacional¨. El artículo 1 también estipula ̈La competencia y funcionamiento de la Corte se regirán por las disposiciones del presente Estatutillo que significa que la CPI sólo tiene competencia sobre las personas mayores de 18 años en el momento en que se cometió el crimen.
El artículo 11 del Estatuto de Roma estipula que la CPI tiene competencia sólo respecto a los delitos cometidos posteriormente a la entrada en vigor del Estatuto de Roma .Si un Estado deviene Estado Parte luego de la entrada en vigor , entonces la CPI podrá ejercer su competencia sólo respecto a los crímenes cometidos luego de la entrada en vigor del Estatuto en ese Estado, excepto cuando se haga la declaración estipulada en el artículo 12, en que se acepte la competencia de la Corte como un Estado no Parte.
Si un Estado Parte desea enjuiciar a alguien por un crimen de la CPI deberá contar, como mínimo, con una legislación que le permita ejercer competencia territorial sobre tales delitos y competencia extraterritorial sobre sus nacionales que cometen los delitos en el extranjero.
Los Estados que deseen enjuiciar a una persona por un delito de la CPI deberán asegurarse de contar con la legislación nacional que les permita ejercer su competencia sobre aquellas personas que cometan estos delitos dentro de su territorio, y los nacionales que los cometan en el exterior. Esto podría requerir simplemente de una enmienda al código penal nacional.
Adicionalmente, el Estado podría tomar en cuenta para ejercer su competencia sería la ̈competencia universal ̈, tal y como se estipula en las Convenciones de Ginebra de 1949 y sus Protocolos de 1977, relacionados a las ¨faltas graves Cabe resaltar los distintos conceptos de ̈competencia universal¨ que existen: algunos interpretan este término en cuanto a que un Estado puede ejercer su competencia sobre cualquier persona que se encuentre en su territorio, mientras que otros lo interpretan de tal manera que significa que un Estado puede arrestar a cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, sin tomar en cuenta cualquier relación que tenga con el Estado en cuestión. Además otros Estados podrían considerar incluir la competencia basada en el estatus de víctima.
Por Nelson Encarnación
Entre las preocupaciones que suelen perturbar el sueño de los gobernantes, la seguridad de los ciudadanos es una, si tomamos en cuenta que el Estado está obligado a garantizar la tranquilidad y el desplazamiento seguro de los gobernados.
Es por ello que asumir esta como una prioridad refiere el interés de que el territorio desenvuelva su cotidianidad dentro de un ambiente de paz y sosiego.
Sobre todo, un país como el nuestro, cuya economía está atada a dos renglones muy espantadizos: el turismo y la inversión extranjera directa.
Cuando el presidente Luis Abinader asume el combate a la delincuencia como una de sus preocupaciones—y también ocupaciones—es precisamente por el impacto negativo que esta tiene en el clima de negocios, pero igual por el interés de propiciar la tranquilidad nacional.
Con frecuencia escuchamos sobre el entendible temor que genera la delincuencia, lo que deja la impresión de que vivimos en el país más inseguro del continente, lo cual no es cierto.
Y no lo digo yo, sino el informe de InSight Crime de 2023, que recoge las cifras de homicidios en América Latina y el Caribe, en el cual aparecemos entre los más seguros de la región.
Según este informe, la tasa de homicidios se ubicó en 11.5 por cada 100,000 habitantes, una reducción del 7% respecto de 2022, lo que nos sitúa por debajo de países competidores en turismo como Jamaica (60.9), y Puerto Rico (14.4), para solo citar dos ejemplos caribeños.
El Ecuador revienta la balanza en países de más de 10 millones de habitantes, con la astronómica tasa de 44.5 homicidios por cada 100,000, (más que Haití, 40.9), con la agravante de que ha registrado un aumento del 74.5% en los últimos cinco años.
Una verdadera catástrofe sin fin, en contraste con su vecino Perú, que apenas registra 3.2 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Sobre nuestro país, el informe resalta que, a pesar de ser territorio de tránsito de cocaína, no experimentó un aumento en la violencia en 2023, sino una reducción del 7%.
“El crimen organizado no parece ser un detonante determinante de la violencia en la República Dominicana, ya que la mayor parte de los casos (45,4%) están relacionados con conflictos sociales, y solo el 24,3% parecen estar vinculados a la delincuencia”. Un dato importantísimo.