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Opinión

La marcha verde: en pausa

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Por Melvin Mañón

Antes y aun después de la gran marcha de julio 16 muchas personas se preguntaban que haría la Marcha Verde cuando se agotaran las marchas como un recurso legítimo de protesta.

Los que creen que la Marcha Verde, como expresión del hastío y descontento ha caído en reflujo están – a mi juicio- equivocados. Confunden el tránsito de una etapa a la otra y extravían el significado de la pausa en medio de la cual transcurre este periodo.

En su primer trecho, extremadamente exitoso, la MV como un grupo de niños dispuestos pero inexpertos anduvo desde la playa de Boca Chica hacia el mar; aguas tranquilas, sucias, de baja profundidad, contaminadas y con frecuencia malolientes.  El 22 de enero esa playa se llenó de gente y todos quedaron sorprendidos y asombrados del éxito.  En los meses siguientes se repitió el mismo éxito en Santiago, Puerto Plata, Azua, San Francisco, Macorís del mar, Moca, Bonao, la Vega etc. Empero, el mas espectacular de todos esos despliegues tuvo lugar  el domingo 16 de julio del 2017 cuando cientos de miles de personas acudieron a respaldar la convocatoria y ratificar su disgusto, su protesta y su indignación ante los niveles de corrupción e impunidad auspiciados y tolerados por el poder del PLD y el señor Danilo Medina.

Así como la primera marcha del 22 de enero sorprendió a todos, la del 16 de julio del 2017 estremeció la consciencia nacional y marcó un antes y un después que debe ser analizado y valorado porque, posiblemente indicó que un nivel de actividad se había cumplido y era necesario pasar al siguiente. El 16 de julio en cierto modo culminó una etapa; demostró que la MV era un fenómeno nacional, de envergadura y esperanzador. Esa marcha y su descomunal éxito plantearon una situación nueva. Todo lo que se quería demostrar había sido demostrado. De ahí en adelante, frente a la Marcha Verde, estaba la famosa Matica de Boca Chica y la MV que, al avanzar, ya había alcanzado ese punto debía girar a la derecha donde las aguas son muy profundas, girar a la izquierda donde la corriente marina es fuerte o tomar la isleta de la Matica y salir a mar afuera. En cualquiera de los tres casos se planteaba un reto cuya ejecución sometería a la MV a un esfuerzo diferente, a peligros  sospechados pero desconocidos, a exigencias de liderazgo y organización distintos y mas complejos, en fin, a satisfacer las exigencias demandadas por una nueva etapa.

Antes y aun después de la gran marcha de julio 16 muchas personas se preguntaban que haría la Marcha Verde cuando se agotaran las marchas como un recurso legítimo de protesta. Otros cuestionaban sus fines y mas de uno pautaba o doctoralmente instruía sobre lo que debería hacer y evitar la Marcha Verde. En la historia los procesos y acontecimientos no suceden cuando uno quiere sino cuando maduran varias de las condiciones que los hacen posibles. Así mismo ha venido a suceder con la Marcha Verde que está colocada  frente a varias alternativas; mirando hacia mar afuera, apreciando los peligros y los riesgos, estimando las oportunidades, recuperándose y ajustando y acoplando sus fuerzas para lanzarse a cumplir la nueva etapa que tiene por delante. Ahora bien, ¿en que consistirá esa nueva etapa? Y ¿podrá la Marcha Verde salir intacta o al menos sólidamente aglutinada de esta etapa cuando se sabe que personas, sectores y grupos laboran para cosechar donde no han sembrado o albergan la creencia de que sus derechos les hacen merecedores especiales y únicos del esfuerzo de todos?

He dicho y sostengo que del seno mismo de la  Marcha Verde surgirán inevitablemente varias tendencias, mas de un partido político, otros movimientos y algunas figuras se destacarán y se proyectarán en lo nacional.  Es lógico que suceda; es natural y nada malo hay en ello siempre que las diferencias eviten cualquier ribete de canibalismo. Y desde ahora puede saberse a quien o quienes corresponderá un protagonismo esencial.

No se trata de que haya un grupo mas activo que otro, ni que una fuerza de izquierda o de derecha disponga de mejores recursos ni de que alguien empezó primero y el otro llegó de último. Nadie tampoco tendrá éxito tratando en mesas y seminarios de mantener aglutinadas toda la enorme diversidad de fuerzas que conviven al interior de la Marcha Verde.

Si el curso de acción a seguir es a la derecha de la Matica, por sobre la Matica o a la izquierda de la Matica de Boca Chica lo sabremos no cuando alguien lo proponga sino cuando la ciudadanía lo acoja como posible, deseable, necesario. Como las canciones o los ritmos populares; lo sabremos cuando se “pegue” cuando la gente lo abrace, cuando a la mayoría le parezca lógico, deseable, necesario.  La gente en este nivel de actividad ya sabe que algo quedó demostrado; ahora se percatan de la nueva etapa y los peligros y riesgos que acechan.

No sabemos, si la Marcha Verde, al salir de la pausa actual, propondrá un primer paro nacional, una constituyente, un nuevo fiscal, una nueva suprema corte de justicia, elecciones nacionales, la famosa ley de partidos o vaya usted a saber que pero de lo que si podemos estar razonablemente seguros es que, el papel principal, corresponderá a quienes hubieran concebido, diseñado y comprometido, ese curso de acción. Y la unidad o el fortalecimiento de esta derivará no de la noción abstracta de su conveniencia histórica sino de la perentoria necesidad de su ejecución actual. Es decir, el descontento está ahí, el hastió y la indignación están aquí y reforzados. Luego, el accionar de un conglomerado no depende del debate ni de acuerdos sino de la adhesión a una propuesta de curso de acción que arrastre al país y de la cual, ninguna persona o entidad progresista pueda sustraerse.

Una cosa, sin embargo, puede anticiparse. Aunque un país cualquiera establece la mayoría de edad a los 16, 18 o 21 años así mismo, los partidos, las organizaciones (y la Marcha Verde no es una organización) los movimientos y las corrientes pasan de la adolescencia a la mayoría de edad, pues así mismo, cuando supere la pausa, la Marcha Verde también, a su manera, empezará un nuevo recorrido en el cual reclamará haber alcanzado la mayoría de edad y reclamará ser tratada como tal, pero también el poder toma nota de esto y lo aplicará, o al menos, no dejará de intentarlo.

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Opinión

Un Llamado a la Conciencia Democrática

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Por Isaías Ramos

En medio de un escenario político tumultuoso, la reciente exclusión de partidos minoritarios en el debate presidencial constituye una flagrante violación del artículo 39 de la Constitución. Este artículo consagra la igualdad ante la ley y garantiza los mismos derechos y oportunidades para todos, sin discriminación alguna. Esta situación pone en evidencia un alarmante déficit democrático y una profunda desconexión entre las estructuras de poder y las necesidades reales del pueblo dominicano.

La Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios, al organizar un debate presidencial y decidir excluir a ciertos participantes basándose en criterios arbitrarios como el tamaño del partido, no solo ha perpetrado una discriminación injusta, sino que también ha socavado los principios fundamentales de igualdad y pluralismo. Este acto refleja cómo las élites políticas y económicas intentan perpetuar un sistema injusto que favorece a unos pocos en detrimento de la mayoría.

Es perturbador observar cómo los candidatos que aceptaron participar en este debate sin cuestionar la exclusión de otros no solo muestran una falta de compromiso con los principios constitucionales, sino que también evidencian una falta de ética y responsabilidad cívica. La aceptación de esta situación por parte de los candidatos participantes refuerza la percepción de que su interés por mantener su posición en el estatus quo prevalece sobre el bienestar colectivo y el respeto a la ley fundamental del país.

Los dominicanos se enfrentan no solo a la usurpación de su derecho a recibir información diversa y representativa durante un periodo electoral crítico, sino también a la erosión de su capacidad de tomar decisiones informadas. Limitar la participación en el debate presidencial a los partidos mayoritarios priva a la ciudadanía de explorar una gama más amplia de alternativas políticas y soluciones a los problemas nacionales.

Este contexto demanda un despertar cívico. Los ciudadanos deben exigir que se respeten los principios de igualdad y pluralismo en todos los procesos electorales, promoviendo un cambio hacia debates más inclusivos que permitan la participación de todas las fuerzas políticas sin discriminación. El respeto a la Constitución y a los derechos que esta garantiza es fundamental para construir una democracia verdaderamente representativa y justa.

El Frente Cívico y Social continuaremos abogando por un sistema electoral equitativo donde todos los partidos y candidatos tengan la misma oportunidad de ser escuchados. Es esencial que todos los sectores de la sociedad trabajemos juntos para garantizar que las futuras elecciones sean un reflejo fiel de la voluntad popular, libre de manipulaciones y exclusiones arbitrarias.

Por ello, es imperativo despertar nuestro sentido cívico y exigir un cambio hacia debates más inclusivos y equitativos. No podemos permitir que intereses particulares prevalezcan sobre el bienestar colectivo y la voluntad popular. Debemos ser guardianes activos de nuestra democracia, velando por el respeto irrestricto a nuestra Constitución y luchando contra cualquier intento de manipulación o exclusión.

En el FCS queremos hacer un llamado urgente: no dejemos que aquellos que buscan perpetuar un sistema injusto y opresor nos silencien o nos dividan. Recordemos siempre que la verdadera fuerza radica en la unidad del pueblo consciente e informado. Si el sistema falla en representarnos adecuadamente, debemos manifestarlo con firmeza mediante acciones como la invalidación del voto o la abstención responsable. El poder está en nuestras manos para forjar un país donde cada voz sea escuchada, cada derecho sea respetado y cada sueño pueda realizarse sin obstáculos.

¡Despierta, RD!

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Opinión

La Corte Penal Internacional y  otras obligaciones internacionales

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Por Rommel Santos Díaz

La ley internacional concede inmunidad contra el enjuiciamiento penal por Estados extranjeros a los Jefes de Estado  y oficiales diplomáticos (artículo 31 Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas). Sin embargo, los delitos enumerados por el Estatuto de Roma pueden haber sido cometidos por diplomáticos, Jefes de Estado, oficiales gubernamentales o por cualquier otra persona que goce de inmunidad diplomática, y la ley internacional no podrá  reconocerles inmunidad alguna contra el enjuiciamiento por tales crímenes.

La Corte Penal Internacional determinará si existe alguna inmunidad, cuando se le refiere un caso. Sin embargo, el artículo 98 del Estatuto de Roma establece ciertas restricciones a la CPI, cuando solicite la entrega  u otro tipo de asistencia a los Estados.

El artículo 98 del Estatuto de Roma trata la situación de entrega de una persona cuando existe un conflicto  con las obligaciones del Estado bajo el derecho internacional o con respecto  a la inmunidad diplomática de un extranjero o su  propiedad.

La Corte Penal Internacional no deberá requerir que un Estado actúe de manera contraria a sus obligaciones  internacionales. Pero al mismo tiempo una situación tal raras veces surgirá, ya que la Corte investigará tales posibilidades antes de solicitar una entrega al Estado. Adicionalmente, las obligaciones del derecho internacional aplicables a los Estados Partes incluirán sus obligaciones bajo el Estatuto de Roma.

Al aceptar los artículos 27 y 86 del Estatuto, los Estados Partes abiertamente retiran cualquier inmunidad contra la CPI . Por ende, cuando un nacional de un Estado Parte es requerido por la Corte, ese nacional no podrá reclamar las inmunidades normales que existan respecto al enjuiciamiento penal en el exterior, y el Estado requerido no estará violando sus obligaciones internacionales si entrega la persona a la CPI.

No obstante, cuando la CPI haya determinado que la inmunidad si existe, podrá dar curso a la solicitud de entrega solamente si cuenta primero con el apoyo del Estado de nacionalidad del acusado. En tal caso, el Estado requerido  que proceda con la entrega no violara sus obligaciones internacionales de conformidad con la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas

El artículo 98 establece que la Corte no podrá dar curso a la solicitud de entrega que requiera  que el Estado requerido viole sus obligaciones de conformidad con los acuerdos internacionales que requieran el consentimiento del Estado que entrega a una persona de ese Estado a la CPI.

Esta situación podría surgir cuando una persona detenida en el Estado requerido haya sido extraditada a ese Estado desde otro país, bajo la condición de ser devuelta a su país luego de la investigación o enjuiciamiento,  o la ejecución de una condena. Podría también darse cuando , bajo el  acuerdo de Estatus de Fuerzas, los miembros de las fuerzas armadas de un tercer Estado se encuentren dentro del Estado solicitado.

Cuando el Estado que entregue sea un Estado Parte del Estatuto de Roma , no deberá restringir la posibilidad de que otros  Estados entreguen  a sus nacionales a la CPI, ya que cada Estado Parte acepta la jurisdicción de la Corte sobre sus nacionales y no hay fundamento para rechazar la entrega de una persona a la Corte .

Sin embargo, cuando la persona requerida alegue el principio de ne dis in idem, y la decisión de  admisibilidad de la CPI aún esté pendiente, el Estado requerido deberá consultar con el Estado que entrega, y la CPI, de conformidad con el artículo 89, para determinar si se debe suspender o no la ejecución de la solicitud.

De lo contrario el Estado requerido tendría que contar con el consentimiento del Estado de la persona que entrega. La CPI deberá contar con la cooperación del Estado que entrega, si no es este un Estado Parte, antes de que la Corte  Penal  Internacional solicite la entrega.

El articulo 98 solo es relevante cuando el Estado requerido pueda demostrar que la acción requerida por la CPI lo obligaría a violar una obligación bajo el derecho internacional. Un Estado  no podrá invocar una  previsión de su derecho interno que garantice inmunidad a la persona a ser entregada.

En el contexto de las obligaciones el Estado Parte tiene la obligación de entregar a una persona  que goce de inmunidad diplomática, cuando la CPI solicite su entrega luego de haber obtenido la cooperación de un tercer Estado para la renuncia de la inmunidad.

Cuando la CPI solicite la entrega de una persona, pero el Estado Parte requerido normalmente estaría violando un acuerdo internacional con un tercer Estado, el Estado requerido  esta obligado a entregar a la persona si la Corte cuenta con el consentimiento del tercer Estado para la entrega de la persona . El Estado Parte requerido deberá entregar a la persona si el tercer Estado es un Estado Parte.

En el marco de la implementación los Estados Partes deberán prever dentro de su derecho interno, la posibilidad de entregar  a una persona a la CPI aunque normalmente goce de inmunidad estatal o diplomática, cuando el Estado de donde esta persona  es nacional acuerde renunciar  a su inmunidad. Debido a que la CPI tiene la autoridad de determinar si existen  o no las inmunidades, no obstaculizaron las la cooperación con la CPI. Esto garantiza que el Estado Parte pueda cumplir con sus obligaciones de entrega.

Los Estados Partes deberán asegurar que sus nacionales puedan ser entregados a la CPI por otros Estados, cuando sea conveniente, y que no existan acuerdos bilaterales o multilaterales que obstaculicen el proceso. Los Estados Partes deberán estar preparados para revelar a la Corte cualquier obligación o acuerdo internacional que pueda estar en conflicto con una solicitud de entrega que este preparando la Corte, si la misma necesitare tal información.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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Opinión

Danilo al margen de la ley

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Por Nelson Encarnación

La incitación a la violencia es un delito grave en todas las sociedades organizadas, incluida la nuestra, donde un llamado a alterar el orden público acarrea consecuencias penales para cualquier persona, pues el Estado tiene la obligación no solo de perseguir el hecho, sino de prevenirlo.

Por consiguiente, el expresidente Danilo Medina se coloca al margen de la ley e incurre en ese delito de incitación a la violencia cuando llama a la militancia del Partido de la Liberación Dominicana, que él lidera, a destruir las eventuales carpas que coloquen los seguidores oficialistas en los alrededores de los colegios electorales el próximo 19.

Un líder de la categoría de quien fue presidente de la República durante ocho años, y que además dirige una de las formaciones políticas fundamentales del sistema de partidos, debe ser lo suficientemente prudente y medido para conocer el alcance de sus arengas.

La incitación de Medina tiene varios puntos relevantes, pero fuera del delito en que incurre, hay dos de carácter electoral que su desatino no alcanza a calibrar.

El primero tiene que ver con lo que ya ha determinado la Junta Central Electoral (JCE) respecto de las carpas partidarias, las cuales el órgano de comicios prohibió tajantemente a partir de las alegaciones que produjeron esas instalaciones luego del proceso de febrero pasado.

En consecuencia, la perorata de Medina carece de sentido, si se toma en cuenta la señalada disposición.
El otro aspecto es aún más relevante para los intereses del partido morado y de toda la oposición, puesto que, si entre sus argumentos figura la supuesta manipulación del proceso por el oficialismo para provocar la abstención de sus adversarios, podemos suponer que, con un ambiente de posible violencia, los votantes poco motivados preferirían quedarse en sus casas para no exponerse.

Esto tiene un referente histórico que Danilo conoce perfectamente. Se trata de las elecciones de 1966, cuando el profesor Juan Bosch, candidato frente a un Joaquín Balaguer aupado por los invasores estadounidenses, llamó a sus seguidores a que fueran a votar armados con palos y piedras para defender el voto.

¿Qué hicieron miles de partidarios del PRD? Se quedaron en sus casas para no convertirse en presa de los violentos determinados a imponer a Balaguer. ¿Es esto lo que Danilo quiere para luego alegar irregularidades?

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