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Opinión

La profecía autorealizada

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Por Melvin Mañón

melvinEn artículo anterior “Tres patas para una sola mesa” afirmé:” Si usted ve un haitiano quemando una bandera dominicana, busque detrás a quien le pagó para que lo hiciera”.

El señalamiento motivó numerosas llamadas, notas, comentarios etc. Extraño como parece, mucha gente no lo había pensado. A pocos se les había ocurrido razonar de esta manera. Por los méritos que tanta gente encontró en el argumento procedo a ampliarlo como es debido.

Los haitianos que viven y/o trabajan en nuestro país siempre han tenido miedo de su propia ilegalidad, han estado conscientes de la discriminación no criminal que pesa sobre ellos y han vivido en carne propia o a través de terceros las consecuencias de alguna falta propia o han sido víctimas de alguna injusticia perpetrada contra ellos y nacida del prejuicio, la arbitrariedad o la simple equivocación.

Estos factores, han definido la conducta tranquila, distante, reservada y de sumisión aparente que por lo general, durante muchos años y hasta recientemente, han exhibido.

Ahora, al calor de la campaña de odio desatada contra los haitianos, los titulares de prensa le atribuyen la comisión de crímenes, robos, asaltos, actos de vandalismo, pedreas, incendio deliberado de inmuebles y naturalmente, el más provocador de todos los actos: la quema de la bandera dominicana.

Si estos hechos fueran ciertos, y no dudo que muchos lo sean, estaríamos en presencia de un cambio radical de conducta de la población haitiana. Semejante cambio es posible, pero incluso en ese caso sería necesario explicarlo tanto en sus orígenes como en su alcance y la diversidad de sus manifestaciones. Nadie ha aportado semejante explicación.

EL ANTIHAITIANISMO

El antihaitianismo se nutre de la denuncia no de las explicaciones. De hecho, la siembra de odio persigue, y con frecuencia logra, evitar el razonamiento, rehuir cualquier explicación.

El país, como entidad, ha sufrido en su reputación, nuestras instituciones están devaluadas en aras de una falsa amenaza a nuestra soberanía que no ha estado en peligro. Esta farsa además de la masacre que se gesta, terminará desprotegiendo e ilegitimando a todos los dominicanos ilegales en cualquier parte del mundo y dejará consagrada una pésima reputación que facilitará condenas, rechazos y sanciones futuras. En otras palabras, el antihaitianismo solamente le hace daño a los dominicanos y beneficia a las ONGs y todas las demás fuerzas o entidades que viven, para bien y para mal, de la tragedia haitiana.

Primero denunciamos la invasión pacífica haitiana y los culpamos a ellos de querer apropiarse de nuestro país. No ofrecemos solución ni aceptamos la culpa propia por haber descuidado nuestras fronteras y haber prostituido la gestión pública. Si los neoliberales lo hubieran pensado, habrían propuesto y logrado privatizar la frontera y su gestión.

Nosotros invadimos pacíficamente varios países de Europa y Norteamérica. La derecha de esos países demoniza a nuestra gente; algunos quieren expulsarnos, otros se quejan de que desordenamos sus barrios y ciudades y, naturalmente, nos acusan de usufructuar indebidamente los beneficios educativos y médicos creados para beneficio de los nacionales.

Esa misma derecha nos atribuye la comisión de delitos y crímenes que en ocasiones hemos cometido y que con la misma frecuencia no hemos cometido. Hasta aquí todo sigue básicamente igual allá y aquí.

En Estados Unidos, por ejemplo o la propia España, no somos acusados de formar parte de una conjura para apropiarnos del país ni sale la gente nuestra a quemar banderas ni asaltar consulados. Pero no nos engañemos, si semejante acusación sirviera los intereses políticos coyunturales de la extrema derecha de esos países, es bien probable que hubieran al menos pensado en utilizarlo.

También es probable que, temiendo hacer el ridículo, se inhibieran o que temiendo ser ellos mismos objeto de escarnio se abstuvieran de poner semejante esquema en movimiento. ¿Cuál es el origen de esta diferencia? La disparidad reside en los distintos niveles de institucionalización  de esos países respecto al nuestro, en el control mediático que tiene entre nosotros el poder político y sobre todo y muy especialmente en la ausencia de consecuencias ni penalidades.

Los políticos dominicanos saben que, no importa lo que digan o hagan, no habrán consecuencias penales y posiblemente tampoco políticas. Ni las autoridades encargadas  de perseguir la difamación ni las campañas de odio harán nada entre nosotros pero si ocurre, con cierta frecuencia, en los otros países.

PROBLEMA SERIO

Como ya he indicado antes, la República Dominicana enfrenta un problema serio y ahora agravado. Es verdad que hay cientos de miles de ilegales e indocumentados haitianos pero no ha habido ni hay conjura alguna. Agitar el fantasma de la invasión haitiana, atribuirle culpas que no tienen, hacerlos víctimas de una campaña activa y sistemática de odio ha tratado de ocultar la corrupción y la responsabilidad criminal de dirigentes políticos que han obrado como banda de malhechores.

Para darle fuego a esa campaña se mete un poco de dinero que ellos poseen en abundancia y se pagan a grupos de miserables y bandoleros, que los hay en todas partes y en cualquier nacionalidad, para que perpetren los actos que luego serán denunciados en primera plana por una prensa canalla y por parte de otras personas y entidades simplemente confundidas.

Cualquier esfuerzo, incluso modesto, de investigación revelará que, salvo contadas excepciones, esos actos “anti dominicanos” han sido atizados y financiados por la misma gente que necesita mantener la cortina de humo sobre sus propios delitos de corrupción.

Con el tiempo, la siembra de tanto odio en el lado dominicano, terminará convirtiendo al tradicional bracero haitiano en un resentido, activo y empezaremos a ver en cada haitiano no el humilde desamparado social que ha sido y es, sino un bicho extraño, un animal peligroso que alcanzaría su entero potencial cuando, como persiguen estas personas, hayan logrado criminalizarlos y una vez más estaríamos frente a la profecía autorealizada.

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Opinión

El voto en blanco, un instrumento útil en una desacreditada democracia.

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Por José Cabral

En un país donde la politiquería lo ha dañado todo, absolutamente todo, hay que apelar a una herramienta que puede servir de mucho y se trata del voto en blanco como una forma de llamar a la atención silenciosa a unos partidos que nada les sirve de escarmiento.

 En las pasadas elecciones municipales hubo un ensayo que, aunque no se trató exactamente del voto en blanco, sino del nulo, cuya última no parece ser la mejor opción, porque no son contabilizados y en consecuencia no surten ningún efecto, todavía requiere de una acción más contundente.

En cambio, el voto en blanco luce como una herramienta que como ya se ha planteado en diferentes lugares del mundo, representa una forma de protesta ante la conducta depravada y corrupto de los actores de la vida política nacional e internacional y sirve como una expresión democrática.

Sin lugar a dudas, que el voto en blanco puede ser la clave para darle una nueva vida y mayor credibilidad al sistema electoral dominicano y como vía de consecuencia a la democracia.

El alto nivel de abstención electoral es un espejo de la falta de estímulo del votante porque sufre desde hace décadas el mismo proceder de todas las organizaciones que conforman la odiosa partidocracia.

El voto en blanco podría constituirse en un instrumento útil para evitar  que el desacreditado sistema político dominicano caiga en la ilegitimidad, aunque no necesariamente en la ilegalidad, pero que este paso, sin duda, haría reflexionar a los que no les importa los intereses de la mayoría, sino los propios, de grupos y de otros particulares.

Sería como una especie de desaprobación constructiva como ya lo planteo alguien en una reflexión sobre este mismo tema.

En algunos países del hemisferio el voto en blanco es un mecanismo de cambio, ya que si esta opción logra la mayoría podrían repetirse las elecciones, pese a que para que esto ocurra en la República Dominicana habría que modificar las leyes del régimen electoral.

Pero de cualquier modo no deja de ser útil el voto en blanco para enviarles un contundente mensaje a todos los «vividores» de la política vernácula, sobre todo porque el país no está muy lejos de tener un total colapso institucional.

Se imaginan los dominicanos preocupados con el sendero que lleva el país enviar un mensaje en las urnas de que ninguno de los candidatos merece su voto y la repercusión que esto podría tener en el ámbito nacional e internacional.

Como ya se ha dicho el voto en blanco no es una expresión de apatía, sino de inconformidad, es una forma de dejar claro que no se quiere ninguna de las opciones presentadas.

A votar en blanco el próximo 19 de mayo y la mayoría de la gente verá como las cosas comienzan a cambiar, incluso el burocratismo que caracteriza a las instituciones públicas, las cuales en el marco de la concepción de los partidos políticos que controlan el Estado, son un patrimonio particular de cuyas acciones no tienen que rendirle cuenta a nadie.

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Opinión

Cuando el poder del discernimiento no es suficiente

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Por Isaías Ramos

El discernimiento es esa capacidad esencialmente humana que nos permite analizar, evaluar y comprender profundamente las encrucijadas que la vida nos presenta. Reflexionamos críticamente, balanceando aspectos racionales y emocionales, buscando esa chispa de claridad en cada decisión.

Pero, ¿qué sucede cuando el discernimiento parece fallar ante decisiones cruciales cuyas opciones parecen, todas, llevar a consecuencias negativas?

En esos momentos de incertidumbre, cuando el corazón pesa y el camino hacia adelante se nubla, es fundamental mantenernos fieles a nuestros principios. No podemos permitirnos el lujo de engañar a nuestra conciencia o justificar pequeñas traiciones por conveniencia o desesperación.

Actualmente, nuestra nación se encuentra inmersa en la recta final de una campaña electoral insulsa. Nos enfrentamos a una alarmante escasez de candidatos que realmente encarnen los valores y principios que nuestros padres de la patria instauraron. ¿Dónde están esos líderes capaces de trazar un camino claro hacia el futuro que deseamos? Las elecciones se acercan, y la oferta política parece más desalentadora que nunca.

Esta crisis de liderazgo es un claro desafío al poder del discernimiento individual. Nos vemos obligados a elegir en un panorama desolador donde predominan las promesas vacías y las estrategias populistas, más enfocadas en el engaño y la manipulación que en ofrecer soluciones reales. Las mismas caras, desgastadas por escándalos y fracasos, siguen ocupando el escenario político, insistiendo en que merecen otra oportunidad.

El discernimiento, sin embargo, debe ir más allá de la simple elección entre las opciones presentadas. Debe implicar una búsqueda activa de alternativas, un impulso hacia la creación de nuevas posibilidades que reflejen nuestros ideales más elevados. En estos momentos de crisis, es donde más se prueba la resiliencia de nuestra democracia y la integridad de nuestro compromiso con los valores fundacionales.

¿Cómo podemos confiar en aquellos que han sido parte del sistema corrupto que tanto ha dañado a nuestro país? La falta de visión política, la ausencia de transparencia y la escasez de propuestas innovadoras solo refuerzan la percepción de que la mayoría de los candidatos carecen del compromiso genuino necesario para liderar verdaderos cambios.

Es imperativo recordar que somos herederos de una nación forjada con principios y valores trascendentales. Frente a esta encrucijada crítica, debemos recordar nuestra responsabilidad como ciudadanos informados y conscientes. Cada voto que emitimos refleja nuestra dignidad y respeto por nosotros mismos. Vender o traicionar nuestros principios más íntimos equivale a despojarnos de nuestra propia humanidad.

Sucumbir a la tentación del egoísmo y la falta de integridad nos aleja de nuestra verdadera esencia y nos sumerge en un camino oscuro, impulsados por intereses mezquinos en lugar de valores profundos y duraderos. En este contexto, el discernimiento por sí solo no basta.

En el Frente Cívico y Social, entendemos que solo unidos podemos superar este desafío crucial y abrir paso a una nueva era política fundada en valores auténticos y proyectos transformadores. El tiempo es esencial y nuestra nación merece lo mejor.

No permitamos que la falta de visión y principios nos condene al estancamiento perpetuo. Juntos, podemos redescubrir el significado de la política como servicio verdadero al pueblo, redefiniendo así el futuro de nuestra nación.

El cambio está en nuestras manos. Es hora de reclamar nuestro futuro, de construirlo sobre los cimientos de nuestra integridad. ¡Despierta, RD!

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Opinión

La entrega de los nacionales de un Estado a la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

La Corte Penal Internacional requerirá en ciertas ocasiones  que un Estado Parte entregue a sus propios nacionales, cuando la persona sea sospechosa de haber cometido un crimen de la competencia de la CPI. No obstante, esto podría representar dificultades para aquellos Estados en los cuales su constitución expresamente prohíba  la extradición de sus nacionales, y podría requerir de soluciones creativas.

Los Estados deberían tomar en cuenta el ¨carácter específico de la Corte¨ al decir sobre la mejor manera de asegurar  que la nacionalidad de la persona requerida no afecte su entrega a la Corte Penal Internacional.

Los Estados Parte del Estatuto no podrán alegar bajo ninguna circunstancia que la nacionalidad del acusado, o una disposición constitucional que prohíbe la extradición de nacionales impida su entrega.

Para muchos Estados, la posibilidad de entregar sus nacionales a la CPI no necesita la implementación de una ley particular  más que aquella que prevea la entrega de cualquier persona  a la CPI.No obstante algunos Estados poseen una constitución que expresamente prohíbe la extradición de los nacionales. Estos Estados deben de escoger entre estas  dos opciones:

  1. a)Algunos Estados podrían distinguir en su legislación entre la extradición de una persona  a otro Estado y la entrega de una persona a la CPI, lo cual permitiría la entrega de nacionales a la CPI a pesar de la restricción a la ´´extradición¨ de nacionales a tribunales extranjeros, sin obstaculizar la habilidad del Estado  de cooperar plenamente con la CPI.

La ventaja de esta medida consiste  en el procedimiento simple a seguir para la entrega de una persona acusada a la CPI. También reconoce el carácter específico de la competencia de la CPI , la cual no puede considerarse como una jurisdicción extranjera , y prevé una manera más eficiente de proceder con la cooperación.

  1. b)La reforma podría ser mínima, dirigida solo a la introducción de una excepción al principio, asegurando  que la constitución no sea violada por la entrega de un nacional a la CPI. La ventaja de una enmienda constitucional con una referencia específica a la CPI yace en el hecho de que elimina cualquier posibilidad de que surja un conflicto normativo a  escala nacional.

Lo planteado anteriormente garantiza que los tribunales nacionales dicten sentencias de conformidad con sus obligaciones legales respecto al Estatuto de Roma, pese al posible dilema de entregar a un ciudadano a otro sistema judicial.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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