Opinión
La renuncia de Minou del PLD
Published
11 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Qué bueno que Minou Tavares Mirabal haya renunciado a seguir en la corporación PLD.
Después de militar en el Partido Comunista Dominicano -PCD- y de admirar el pensamiento y la actitud de política de nuestro Orlando Martínez, no debió ingresar al partido morado.
Luego de estudiar en Cuba en la época que le tocó, no fue una idea feliz hacerlo.
Menos aun permanecer en él cuando esa organización pactó con Balaguer y con el neo-trujillismo para formar el tristemente famoso “frente patriótico” que lo llevó al Gobierno en 1996 y lo infectó para siempre.
Mucho menos quedarse en él a continuación del primer Gobierno de Leonel.
Pero menos aun permanecer durante los ocho años de los dos Gobierno posteriores del nuevo aspirante a monarca y a caudillo.
Jamás debió aceptar que la memoria emblemática de Minerva Mirabal y de Manolo Tavárez Justo fuera usada por la nueva lacra peledeísta asociada indecentemente al neo-trujillismo balaguerista y constantemente cooptada y manipulada por Leonel.
¡Jamás!
Permanecer 20 años, incluido casi catorce, en la dirección de un PLD convertido en partido-Estado, promotor de un sistema de privilegios y canonjías en favor de sus cuadros; defendiendo, promoviendo, votando a favor, coexistiendo y/o tolerando en silencio una cúpula corrompida y corruptora, y un liderazgo perverso, no es cualquier cosa para mí; aunque vale decir que en tiempos recientes -y/o ocasionalmente- ella tuvo gestos y reacciones dignas en temas de importantes y asumió también posiciones políticas diferenciadas del conservadurismo tradicional que le han ganado puntos de simpatía.
Qué bueno, de todas maneras, que Minou finalmente haya tomado esa decisión y se haya expresado en los términos contenidos en su carta de renuncia.
Qué bueno que por fin haya deslindado campo frente al reino de la impunidad y a uno de los pilares fundamentales que la sostiene y prolonga.
Qué bueno que haya decidido tomar otros rumbos, al parecer ajenos a la dictadura institucionalizada y corrompida; aunque todavía no bien definidos ni precisados.
Buenísimo, además, porque evidencia la crisis que corroe a esa fuerza responsable de una gran traición a los ideales de la liberación nacional y social, y a la moral ylos principio de su fundador.
Ojalá, si sigue como diputada, eche por la borda todos, absolutamente todos los privilegios establecidos en el Congreso, incluidos parte del sueldo escandaloso, las exoneraciones, el barrilito, las dietas jugosas…y denuncie la forma inmoral como se maneja y usa el presupuesto del Poder Legislativo y el de la nación, y los pactos espurios con el Poder Ejecutivo y el gran empresariado.
Ojalá se atreva a promover la democracia de calle, a enfrentar la dictadura institucional, a denunciar el carácter conservador y neoliberal de la Constitución del 2010 y a proclamar que esa Constitución no es la suya, sino la de Leonel, Danilo, Vincho, el PRD, el PRSC el Conep y la Cámara Americana…
A demandar la destitución -vía movilización popular- de la Junta Central Electoral, del Tribunal Supremo Electoral…y a denunciar las llamadas altas cortes.
A promover la Constituyente Popular y Soberana como proceso necesario para refundar las instituciones, rescatar la independencia conculcada, recuperar el patrimonio privatizado, salvar al país de la depredación a cargo de las transnacionales y garantizarle una vida digna a la colectividad dominicana.
A asumir el proyecto de Patria Grande, de Unión Antillana, de humanidad redimida.
¡Ojalá!
Todo el mundo tiene derecho a reivindicarse y a rectificar, salvo delincuentes de lesa patria. Ella, por demás, por su valor emblemático y su talento, puede ser una apreciable fuente de luz capaz de vencer ciertas sombras.
Incluso yo quisiera ver de nuevo a la tierna Minou -aunque posiblemente es mucho pedirle después de tan prolongado y conturbador retroceso- criticar al imperialismo y al capitalismo caníbal y ecocida de esto tiempos, al lumpen capitalismo criollo en particular, y sentirla dispuesta a transitar las nuevas rutas que nos acerquen a tomar, junto a las multitudes preteridas, el cielo por asalto; esto es, a conquistar pan, libertad, igualdad y la alegría para todos/as.
Quisiera –pero ciertamente es pretencioso solicitárselo ahora- verla caminando en dirección a abrazar de nuevo el socialismo participativo y democrático que soñaron Orlando y el Che, el que tan orgullosamente compartimos en la valiente y creativa familia pecedeísta, haciendo honor a los/as luchadores/as del 46, a los Expedicionarios de Luperón y de Junio, a Minerva, a Manolo, a José Cordero Michel, a Tulio, a Periclito, a Asdrúbal, a Pedro Mir… que oportunamente -y en sus mejores tiempos- se acercaron sin prejuicio al saber marxista y cortaron todas las amarras que pudieron atarlos/as al degradante poder opresor del capital.
Pero de todas maneras ese paso exige de su parte definiciones más precisas y claras rupturas con el status quo, más allá de su renuncia de ese partido estructuralmente envilecido.
Exige, necesariamente, romper con la lógica unilateralmente electoralista, concentrada en la promoción personal y en los remiendos al sistema en crisis, y optar por una transformación que arranque de raíz este engendro estatal y reemplace progresivamente esta injusta anti-democrática, mercantilizada y degradada sociedad por una capaz de crear de manera constante y ascendente democracia participativa, justicia social y felicidad colectiva e individual.
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.