En este contexto, si usted no quiere ser víctima de la inflación, compre lo esencial. Así pagará más caro sólo por lo que realmente necesita. Si muchas personas hacen lo mismo, la disminución en la demanda agregada contribuiría a reducir los precios.
Por Rosario Espinal
De manera individual tenemos poca capacidad de incidir en los procesos económicos, aunque no estamos totalmente desprovistos de poder. Por ejemplo, en tiempos de alta inflación mucha gente se incomoda, se queja y se siente impotente.
Los economistas debaten constantemente cómo debe manejarse la inflación. Para bajar los precios, es común que las autoridades monetarias reduzcan el dinero circulante mediante un aumento en las tasas de interés. Al encarecer los préstamos, se supone, habrá menos incentivos para el consumo.
Sin embargo, podría suceder que un aumento pequeño en las tasas de interés no reduzca sustancialmente el consumo porque mucha gente tenga dinero para seguir comprando.
De ser así, las autoridades monetarias se verían precisadas a subir más las tasas de interés, y, eventualmente, el alto costo del dinero bajaría la inflación; pero también, el crecimiento económico, porque mucha gente perdería capacidad de consumo.
Al inicio de la pandemia del COVID-19 se desplomó la economía mundial por el confinamiento social y el cierre de negocios. Para reactivarla, las autoridades monetarias de muchos países decidieron bajar las tasas de interés para fomentar el consumo. Muchos gobiernos ofrecieron también ayuda económica directa a distintos sectores de la población para compensar por el desempleo.
Esta es una receta conocida para aplicar cuando hay declive económico: el Estado induce la demanda.
Compre lo esencial y tenga paciencia; así contribuirá a estabilizar los precios quitándole presión al sistema de oferta de bienes y servicios.COMPARTIR
La pandemia también dislocó la llamada cadena de producción y el transporte a nivel mundial, lo que ha resultado en menor disponibilidad de productos. Y, además, un segmento de la fuerza laboral, impactada por la pandemia, no puede o no quiere retornar a sus trabajos.
En consecuencia, en estos momentos, la producción está resultando menor que la demanda, y el costo de contratar trabajadores ha aumentado en las economías desarrolladas como la de Estados Unidos, donde se registran muchas salidas de empleados del mercado de trabajo.
Todos esos factores han contribuido a elevar los precios de muchos productos y servicios en esta etapa de la pandemia, cuando las restricciones de confinamiento han disminuido.
En este contexto, si usted no quiere ser víctima de la inflación, compre lo esencial. Así pagará más caro sólo por lo que realmente necesita. Si muchas personas hacen lo mismo, la disminución en la demanda agregada contribuiría a reducir los precios.
Ahora bien, ni los empresarios ni los gobiernos quieren menor consumo. De hecho, los gobiernos han estado impulsando el consumo con políticas monetarias y de asistencia pública directa para restaurar el crecimiento económico. Además, mucha gente quiere consumir más: el consumo es fuente de satisfacción y estatus, más después del encerramiento colectivo que trajo la pandemia.
Finalmente, y ojo con esto: ante la ola inflacionaria, muchos piensan que deben comprar ahora todo lo que puedan porque luego costará más. Este razonamiento es lógico, pero no es buena idea. Caerle atrás a los precios aumenta la demanda y, por ende, trae más inflación.
Compre lo esencial y tenga paciencia; así contribuirá a estabilizar los precios quitándole presión al sistema de oferta de bienes y servicios.
Artículo publicado originalmente en el periódico HOY