Opinión
Lenin, el capitalismo y la necesidad de organizaciones revolucionarias
Published
2 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Hablo de una vanguardia compartida, unitaria, colectiva…, articuladora de las diferentes corrientes anti-sistema, antiimperialistas, anticapitalistas; portadora de un proyecto anti-neoliberal pero también pos-capitalista.
La necesidad de crear conciencia crítica y organización revolucionaria para transformar las sociedades capitalistas y derrotar el sistema imperialista nos remite inexorablemente a Lenin en lo relativo a espontaneidad y conciencia, masificación y organización, movilización por reivindicaciones y luchas con conducción estratégica y sentido de poder y de transformación revolucionaria anticapitalista.
Nos remite a la necesidad de estructurar y cualificar a los revolucionarios y revolucionarias pertenecientes a los movimientos sociales de avanzada en una fuerza política capaz de articular y conducir políticamente los diversos combates y las variadas formas de lucha hacia un proyecto de nueva sociedad, justa y solidarias.
Todo esto sin obviar los cambios acaecidos durante todo un siglo en la dinámica del capitalismo mundial, en su centro y su periferia, en la composición social de sus sociedades nacionales (dentro de sus variados niveles de desarrollo), en la cultura dominante, en el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico…para desde sus esencias válidas abrirle campo a las readecuaciones e innovaciones necesarias.
Por eso quiero detenerme, extrayéndolas con pinzas de su obra ¿QUE HACER?, en estas ideas expuestas por V.I. Lenin sobre esta temática; ideas a mí entender claves dentro sus convicciones teóricas y su exitosa práctica revolucionaria. Claves ayer y claves hoy, en tanto principios básicos del quehacer revolucionario, y estableciendo las diferencias respecto al contexto socio-político-cultural y a las condiciones específicas del capitalismo ruso al inicio del siglo XX y sin referir solamente a la clase obrera industrial.
«Hemos dicho que es preciso infundir a nuestro movimiento, muchísimo más vasto y profundo que el de los 70, la misma decisión abnegada y la misma energía que entonces. En efecto, parece que nadie ha puesto en duda hasta ahora que la fuerza del movimiento contemporáneo reside en el despertar de las masas (y, principalmente, el proletariado industrial) y su debilidad, en la falta de conciencia y de espíritu de iniciativa de los dirigentes revolucionarios. (V.I. Lenin.-Obras Escogidas. ¿Qué hacer?. Editorial Progreso, Moscú, pág, 138)
«La conciencia socialista moderna solo puede surgir de profundos conocimientos científicos… En efecto de modo que la conciencia socialista es algo introducido desde fuera en la lucha de clase del proletariado, y no algo que ha surgido espontáneamente dentro de ella.» (Obra citada, pág 146)
“Puesto que ni hablar se puede de una ideología independiente, elaborada por las propias masas obreras en el curso mismo de su movimiento, el problema se plantea así: ideología burguesa o ideología socialista.” (Obra citada, pág 147)
“La organización de obreros debe ser, primero profesional; segundo debe ser lo mas amplia posible; tercero, lo menos clandestina posible (aquí y más adelante me refiero, claro está, sólo a la Rusia autocrática). Por el contrario, la organización de los revolucionarios debe agrupar, ante todo y sobre todo, a personas cuya profesión sea la actividad revolucionaria (por eso hablo de una organización de revolucionarios socialdemócratas). Antes este rasgo común de los miembros de semejante organización debe desaparecer en absoluto toda la diferencia entre obreros e intelectuales, sin hablar ya de la diferencia entre las diversas profesiones de unos y otros. Esta organización debe ser necesariamente no muy amplia y lo mas clandestina posible.” (Obra citada, pág 205)
A mí me han ayudado mucho valorar sus reflexiones «Sobre la Reorganización del Partido» contenidas en su libro «Dos Tácticas de la Socialdemocracia en la Revolución Democrática, destinadas a cambiar modalidades organizativas del partido bolchevique en un periodo determinado, en las que Lenin plantea que la esencia de la vanguardia revolucionaria no reside en sus formas organizativas y sus métodos de trabajo y de lucha, cambiantes con las circunstancias, sino en su condición de fuerza consciente y organizada, integrada selectivamente por personas dedicadas a la emancipación de la humanidad oprimida por el capital.
Pensando este tema en los nuevos tiempos y partiendo de lo esencial en la teoría leninista de organización, comparto con un ustedes estas consideraciones sobre las vanguardias u organización de los/as revolucionarios/as en el contexto del capitalismo y el imperialismo actual y de los nuevos avances del pensamiento socialista.
Todo esto nos emplaza a la construcción de alternativas revolucionarias, de fuerzas alternativas, conscientes y organizadas; a la necesidad, por tanto, de las nuevas vanguardias revolucionarias como componentes estratégicos de los grandes frentes y movimientos transformadores; capaces primero de librar la lucha por una democracia participativa basada en un nuevo poder y una nueva institucionalidad para a continuación, creadas las premisas necesarias, avanzar en el proceso de socialización de la economía y del poder político.
Me refiero a la cuestión cardinal de la organización de los/as revolucionarios/as, de la vanguardia transformadora con capacidad de articular, hacer confluir y contribuir -desde la ciencia y al compás de las luchas- a elevar la conciencia y organización política de los pueblos y a convertir progresivamente en factor de poder a los sujetos sociales dominados, oprimidos y explotados por el capital.
Hablo de una vanguardia política revolucionaria en general, no solamente de una vanguardia obrera o de la clase obrera, porque las fuerzas del trabajo, las clases, sectores de clases, movimientos y actores sociales explotados, oprimidos y excluidos por el capitalismo en nuestra América y el mundo de hoy son mucho más diverso que el movimiento obrero industrial y, a veces, por períodos, algunos de ellos resultan ser más combativos que éste.
Hablo de una vanguardia compartida, unitaria, colectiva…, articuladora de las diferentes corrientes anti-sistema, antiimperialistas, anticapitalistas; portadora de un proyecto anti-neoliberal pero también pos-capitalista.
Me refiero a una fuerza conductora que les imprima cohesión, sentido político y vocación de construcción de poder a los movimientos y a las luchas de las clases explotadas, sectores oprimidos, fuerzas sociales excluidas, discriminadas, pueblo empobrecido y a otros sectores sociales dominados.
Me refiero a una fuerza política que pueda devenir en conductora de una gran parte de la sociedad, por la conciencia transformadora que sea capaz de crear en su seno, por la organización que construya, por las técnicas que domine, por las formas de lucha apropiadas que impulse y generalice, por la capacidad tecno-científica, teóricas y política capaz de trascender sus propias fronteras.
Sí, por su sabiduría para crear, construir, desarrollar y tomar el poder; por su capacidad para derrotar al enemigo, ya sea por su poder disuasivo o por su fuerza confrontativa y transformadora en todos los terrenos.
Por su autoridad política y moral ganada en gran parte de la sociedad; por lo que Antonio Gramsci llamó la hegemonía como autoridad bien conquistada: simpatía, organización, poder de convocatoria, liderazgo….
Vanguardias sin esos requisitos no son tales. Son aparatos políticos desvinculados del pueblo y de las clases y sectores dominados, explotados y oprimidos.
Por eso la condición de vanguardia no se decreta, sino que se gana; se conquista a través de un proceso de lucha e inserción en las bases de la sociedad, a través de una autoridad política sustentada en el respaldo voluntario de las fuerzas sociales alternativas.
· ·SELECCIÓN, ORGANIZACIÓN, CONCIENCIA.
El concepto vanguardia implica selección, formación, organización de lo más consciente, superación de lo espontáneo; conocimiento de la realidad, dominio de métodos de trabajo y los procesos de relación con el pueblo, capacidad de análisis científico, técnicas de investigación y de lucha, acumulación de conocimientos, recursos humanos y medios técnicos que posibiliten disputar poder y hegemonía en la sociedad civil, y en el Estado. Recursos y medios para librar las luchas civiles y militares, materiales e ideológicas necesarias.
En sociedades como las nuestras, todas las clases explotadas, todo el bloque social dominado no puede acceder espontáneamente a ese nivel cualitativo.
Es preciso primero organizar y formar lo más avanzado, sin desvincularlo del sujeto popular, sin separarlo del pueblo trabajador, de los movimientos sociales (feministas, juveniles, artísticos culturales…), de las clases y sectores excluidos y dominados por el sistema imperante; sin abandonar la relación directa con la cotidianidad de la gente, con sus luchas, con sus necesidades y anhelos.
· ·VANGUARDIA CAPITALISTA.
La necesidad de ese tipo de organización, la cual puede tener variadas formas y modalidades (según las circunstancias, los tiempos y las condiciones concretas en cada sociedad o región), tiene relación con el hecho de que el orden opresor tiene su propia vanguardia conductora, sus propias fuerzas organizadas, calificadas y conscientes para defenderse y reproducirse y atacar a sus adversarios.
Sí, el capitalismo y el imperialismo actuales tienen sus vanguardias para ejercer dominación: una vanguardia con un discurso esencialmente único, con una ideología dura (la neoliberal), con estructuras militares, con poder mediático, con capacidad tecno-científica, con medios materiales y espirituales, con capacidad de construir hegemonías y de reciclarlas.
El imperialismo y el capitalismo del siglo XXI han conformado su poder a tono con sus intereses y necesidades, procurando siempre reproducirlo y renovarlo a costa de una gran parte de la humanidad; recurriendo incluso a su estrategia de guerra global.
Tal realidad impone un enorme desafío imposible de alcanzar sin rebeldías justicieras, conciencia y organización de los/as de abajo.
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.