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Opinión

Leonel y Danilo: se equivocan los dos

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Por Rosario Espinal

ROSARIO-ESPINAL-200x30011111111El artículo de Leonel Fernández “El poder y el liderazgo: entre puestos y sobrecitos”, publicado en el Listín Diario el pasado 10 de febrero ha provocado diversos comentarios en la prensa nacional sobre la naturaleza del liderazgo político en República Dominicana. El postulado central de Fernández es que el liderazgo es circunstancial y depende de quién maneje los recursos. Quien da se hace líder, quien no se desploma como líder. Así de clarito.

El artículo no es una disquisición teórica o histórica, aunque la introducción esté cargada de nombres de autores. Es una fábula que se dirige, sin mencionarlo, a Danilo Medina, el mismísimo que recientemente se alzó con la mayoría de las posiciones en el Comité Central y Político, y registra alta aprobación.

De sus fábulas, Fernández elevó a axioma general que el liderazgo político es consustancial al acceso a recursos para su distribución clientelar. Este argumento es tan errado como el de Danilo Medina en 2007 cuando al perder las primarias dijo: “Me venció el Estado”.

Cierto, los recursos económicos son importantísimos en política, y con dinero se puede ganar y aumentar poder. Pero asumir que la popularidad o el liderazgo político que supone dirigir una nación derivan fundamentalmente del manejo clientelar de los recursos públicos es falso.

En las primarias de 2007, Leonel Fernández ganó no sólo porque manejaba el Presupuesto Nacional para dar puestos y sobrecitos, sino también porque había ganado las elecciones de 2004 con un alto nivel de votación, el país comenzaba a recuperarse de la crisis económica de 2003-2004, y la Constitución que había aprobado Hipólito Mejía en 2002 permitía la repostulación. En esa coyuntura, por más influencia que Danilo Medina tuviera en las estructuras del PLD, las circunstancias favorecían la candidatura de Fernández.

Para las primarias de 2011, a pesar de los intentos en contrario, Fernández hizo lo que procedía: anunció que no se repostularía. La Constitución que él mismo había promovido no lo permitía. El resultado fue el triunfo de Medina, principal sucesor a la espera.

El problema actual del liderazgo de Fernández proviene de que durante su Presidencia de 2004-2012, malgastó la alta aprobación que le confirió la ciudadanía. Con frecuencia hizo lo que quiso, aún en medio de fuerte oposición, y hubo permisividad en el gobierno que se tradujo en corrupción y en desencanto de la gente.

Fernández fue perdiendo apoyo en la sociedad, aunque sus vínculos con todas las formas de poder eran (y son) muy grandes. Las encuestas comenzaron a registrar el desencanto a principios de 2011, y todavía siguen reportando evidencias.

Danilo Medina ha seguido una estrategia diferente. Sabe que a pesar del apoyo de Fernández en el 2012, es su contrincante. Sabe que los principales sectores de poder tradicional del país son más leonelistas que danilistas. Sabe que un amplio segmento del pueblo dominicano se había cansado del estilo jerárquico y argumentativo de Fernández, llevado a su máxima expresión en la negativa de asignar el 4% a la educación.

En este contexto político, Medina ha construido apoyo propio desde la Presidencia a través de una conexión más directa con la gente, escuchando sus demandas y dando respuesta rápida a algunos problemas. Se desdobló ante el pueblo como gobernante con buenas intenciones, combinando emoción primaria con pragmatismo. Mucha gente lo vio entonces creíble y culpan a Fernández de los males. Ahí radica la popularidad actual de Medina, no simplemente en que da puestos y sobrecitos.

El liderazgo político es siempre circunstancial y pocos transcienden en la historia. Los que se fundamentan en puestos y sobrecitos son de los más endebles y efímeros.

Artículo publicado originalmente en el periódico HOY

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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