Opinión
Los plumíferos
Published
12 años agoon
Lo duro, lo verdaderamente duro en esta media Isla, ha sido sobrevivir. Pararse frente a la historia reciente y captar lo escandaloso, lo degradante: el leve escándalo de la presencia demiúrgica, las “grandes estrategias” que pasan por la purga emotiva y la entrega de todos los principios, ese laberinto de la corrupción como sistema, etc.
Lo difícil, sin dudas, en esta media isla, ha sido sobrevivir. Quienes mejor lo testifican son los plumíferos, deshilvanados sobre sus urgencias pequeño burguesas que se expanden sin misericordia.
¿Quiénes son los plumíferos?
Escribidores, carteros por encargo, periodistas, poetas, declamadores y hablistas incansables, “pensadores” que propagan la línea oficial, y que tienen todo el poder concertado para construir la ilusión. Los plumíferos abundan por todas partes en un gobierno preso del delirio de grandeza, inundan la televisión, pasan sus tarjetitas de presentación, escriben sus artículos, simulan pasión y energía, mienten y presentan la cuenta. Sobre todo mienten, porque los plumíferos son parte de la inflación moral de este país. Y no son únicamente de esta época. Un gran plumífero, por ejemplo, fue Juan Antonio Alix, decimero popular cuya abyección personal es tan repulsiva como la admiración que producen sus crónicas versificadas de casi todos los acontecimientos importantes que ocurrían en su tiempo. Alix no se enriqueció, como algunos plumíferos de nuestra época que son multimillonarios, pero en esa profesión fue el primero en tener conciencia de su papel de propagandista, y cobraba sus servicios como alabardero sin ningún sonrojo.
Es antológico su papel de lambón con el dictador Ulises Heureaux, Lilís, a quien exaltó con numerosas décimas populares para apuntalar su régimen, y de quien luego de su caída renegó en sus décimas pocos días después de su muerte, aunque él mismo se autoproclamaba “el cantor de Lilís”.
El trujillismo tuvo un verdadero orfeón de plumíferos, se regaron como la verdolaga porque Trujillo era un absoluto hegeliano que encarnaba la Patria, y de él dependía ascender en el orden social o joderse para siempre. Escribían y hablaban con lágrimas en los ojos, coleccionaban púdicamente los determinismos del pasado, y apostaban al poder. Su papel era la adulteración de lo concreto que vive todos los días el ciudadano común. Los plumíferos del trujillismo tenían que trabajar la negación de lo real, tenían que volverla un eufemismo, porque la realidad era una vulneración de la razón. Y había que cubrir con un ruido del lenguaje todos los hechos horrendos que acontecían en la atmósfera del absolutismo.
Los plumíferos son una constante y brotan de la larga tradición autoritaria que aún interactúa entre nosotros, y que, cuando los gobernantes se conciben a sí mismos como providenciales y mesiánicos, florecen sin control. Ahora mismo, el florecimiento de los plumíferos no tiene precedente. La hiper corrupción ha permitido que algunos de ellos sean poseedores de fortunas obscenas. En ocho años hay plumíferos que se comparan con la oligarquía tradicional, y se llaman a sí mismos “empresarios”, y se banquetean con los sectores de poder como pariguales. Hay numerosas cartas de Juan Antonio Alix al dictador Lilís pidiéndole migajas para sobrevivir, pero los plumíferos de hoy son presuntuosos y extorsionan; usando los medios de comunicación para intimidar llegan a acumular grandes fortunas, y se hacen potentados.
Yo no sé qué es lo que hacen los sociólogos que no han estudiado a profundidad a esta nueva casta, surgida del culto a la personalidad, de la corrupción, del empobrecimiento de la vida espiritual de la nación, y de una práctica política canalla. Porque para el plumífero la verdad no cuenta, y siempre actúa a cierta distancia con respecto de los valores. Y es por eso que los plumíferos son esenciales para entender lo que ha quedado en el espíritu de quienes sobrevivimos a la movilidad social de los años sesenta del siglo pasado, y del derrumbe que la ha acompañado. Hoy todo se compra y se vende. Lo duro, lo verdaderamente duro, ha sido sobreponerse a esa realidad. Los plumíferos, que cultivan la inexorable perpetuidad de la mentira, lo saben. ¡Oh, Dios!
Artículo publicado originalmente en el periódico Hoy.
Opinión
Se repite la historia de la corrupción administrativa.
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3 días agoon
octubre 3, 2024Por José Cabral
Personajes involucrados con el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y muy cercanos del presidente Abinader hoy repiten la historia que por décadas han servido para depredar el patrimonio público de la República Dominicana.
El escándalo de corrupción del Intrant involucra dos personas que penetran las instituciones públicas, no porque tengan méritos para ello, sino por la influencia de sus ascendientes.
José Angel Canaán (Jochy), hijo del periodista Guillermo Gómez, quien a través de su programa “Aeromundo”, que se transmite por Color Visión, sirvió de medio de propaganda del Partido Revolucionario Moderno (PRM) durante la pasada y la antepasada campaña electoral, es el protagonista de la historia de corrupción que involucra sumas muy cuantiosas de las arcas nacionales.
El asunto es tan grave que el imputado penetra los organismos de inteligencia del Estado a través de una empresa privada que opera sobre la base del fraude, pero que además proporcionaba ese tipo de información de seguridad nacional y muy sensible diariamente al propio presidente de la República.
Además, hay que recordar que Guillermo Gómez fue un aliado muy estrecho de Leonel Almonte y del propio presidente durante el Gobierno de su primo Salvador Jorge Blanco.
Es decir, que se trata de lo que muy bien puede decirse un perredeísta histórico, lo cual le sirve para entrar a cualquier círculo del actual gobierno, amén de que es muy amigo del presidente Luis Abinader, en favor de quien hizo campaña también fuera de los medios de comunicación.
Estos datos permiten colegir y entender por qué su hijo a través de lo que domina, que es la tecnología, ha entrado fácilmente a un entorno que tiene que ver con la seguridad nacional, pero además en el caso se puede colegir que ante la acción de dejar sin dejar sin operación una buena cantidad de los semáforos de la capital dominicana el asunto se volvió incontrolable para aquellos conectados con la cima del poder
Jochi había creado fama de tener muchas habilidades para el espionaje y la intervención telefónica de figuras importantes del país, cuya conducta también le ha generado una mala reputación en la sociedad, pero no fue obstáculo para que penetrara mediante contratos instituciones tan sagradas como el Ministerio de Defensa.
Pero ahora este joven buscó aliarse con nada más y nada menos que con un sobrino de una gloria de la televisión nacional, Freddy Beras Goico, Hugo Beras, cuya condición de este último daba una fortaleza a ambos en términos de tráfico de influencia y de imagen que les permitiría conseguir cualquier cosa que se propusieran.
Y exactamente de esa manera planifican estafar al Estado con una suma de dinero en la que sobresale un detalle importante de la corrupción administrativa en el país, que contratos de algo más de cien millones se convierten de buenas a primeras, mediante manipulaciones ilegales, en miles de millones.
Aunque como abogado y periodista no puedo dar como un hecho lo que dice el Ministerio Público y porque más que nada debo acogerme al principio de la presunción de inocencia, pero en razón de que eso es lo que se estila entre los que adquieren algún poder en el país, existen pocas razones para dudar de las imputaciones que a ambos se les hace.
Sin embargo, de cualquier modo que se analice este caso, el mismo envía un mensaje muy contundente a la sociedad, de que a la mayor brevedad posible se debe promover el restablecimiento de valores para contrarrestar un mal que hoy arropa a la toda la nación.
Lo más preocupante del fenómeno es que este mal ya constituye una cultura que no es tan fácil de erradicar, pero de todos modos se impone preguntarse cuántas cosas buenas hubieran hecho estos dos personajes si se hubieran inclinados por el bien en vez de por el mal.
Por Isaías Ramos
En la letra del poeta Antonio Machado, encontramos una verdad profunda y a menudo dolorosa: “todo pasa y todo queda”. En el contexto actual de nuestro país, estas palabras resuenan con una claridad inquietante. Nos encontramos en medio de un deterioro sin precedentes que afecta no solo nuestra economía, sino también la moralidad y la espiritualidad de nuestra sociedad.
La realidad es que vivimos en un ciclo vicioso donde las mismas decisiones erradas son respaldadas por una población ciega ante el sufrimiento colectivo. Este apoyo inquebrantable hacia quienes nos han llevado a la miseria moral, económica y social se manifiesta como una especie de fatalismo; hay quienes creen que el cambio es imposible, mientras que otros prefieren ignorar las evidencias del fracaso.
Sin embargo, esta ceguera voluntaria no hace más que perpetuar un sistema que continúa creando un deterioro social sin precedentes, cargado de desigualdad e injusticia.
El modelo económico impuesto ha demostrado ser adverso a los principios fundamentales consagrados en nuestra constitución. No solo hemos sido testigos del gran endeudamiento nacional bajo este gobierno, que se presenta como el mayor en nuestra historia, sino que también hemos visto cómo se reduce drásticamente la inversión en capital humano y social.
El caos migratorio mantiene nuestros hospitales, escuelas y sectores laborales inundados de extranjeros compitiendo por los servicios y trabajos de los dominicanos que viven en situaciones vulnerables, afectando la tranquilidad de toda la nación.
Asimismo, un sistema de justicia que sentencia a los inocentes y libera a los corruptos y criminales. Las promesas de progreso se desvanecen frente a una realidad palpable: hospitales colapsados, escuelas olvidadas y comunidades sumidas en la extrema pobreza.
Lo realmente alarmante es hacia dónde nos está llevando este sistema político bajo un modelo económico salvaje y brutal. Un sistema que parece estar diseñado para beneficiar únicamente a unos pocos, mientras abandona al resto a su suerte. La falta de acciones concretas para mejorar el bienestar general es evidente; lo único que crece es la desesperanza entre aquellos que luchan diariamente por sobrevivir.
En el Frente Cívico y Social creemos que este hermoso país, rico en recursos humanos y naturales, merece algo mejor. Merece un camino hacia el orden, la justicia y, sobre todo, la igualdad de oportunidades para todos sus ciudadanos. Pero esto solo será posible si comenzamos a cuestionar nuestras elecciones colectivas; si comprendemos que apoyar sin criterio puede llevarnos aún más profundo en esta espiral destructiva.
En el FCS estamos convencidos de que es tiempo de abrir los ojos ante la cruda realidad; es momento de reflexionar sobre qué tipo de futuro queremos construir juntos. Solo así podremos romper las cadenas del miedo y la indiferencia para avanzar hacia un renacer moral, económico y espiritual tan necesario para nuestra nación.
Como bien dice Machado: “todo pasa”, pero no debemos permitir que todo quede inalterado ante nuestros ojos cerrados. Es hora de despertar para exigir cambios significativos antes de perder lo poco que nos queda: nuestra dignidad como pueblo luchador.
Como proyecto cívico y social, hacemos un llamado al pueblo dominicano a exaltar nuestro lema nacional como nunca antes, honrando a Dios sobre todas las cosas, amando nuestra patria como nuestro verdadero hogar y defendiendo nuestra libertad con valentía y arrojo.
Y sobre esa base, construyamos juntos ese renacer moral, económico y espiritual tan necesario para nuestra nación, porque solo unidos podremos enfrentar estos desafíos históricos, poniendo fin al ciclo vicioso descrito anteriormente e iniciando uno nuevo, lleno de esperanza renovada, donde prevalezca finalmente lo justo sobre lo injusto.
¡Despierta, RD!
Por Narcisa Isa Conde
Estamos emplazados a enfrentar el enorme daño cultural que le está haciendo Abinader y su régimen (cada vez más empresarial-religioso), a este pueblo.
En otras oportunidades he escrito y hablado del significado de la leyenda de la Virgen de Las Mercedes como invento de alta jerarquía de Iglesia Católica, cuya aparición durante la batalla del Santo Cerro supuestamente respaldó el genocidio español contra los habitantes originarios del Valle del Cibao; leyenda que ha sido usada durante siglos para justificar la brutal conquista y colonización de esta isla.
Recientemente los medios de comunicación informaron que la Vicepresidenta Raquel Peña encabezó la delegación del gobierno a la ceremonia del Santo Cerro, organizada por la cúpula católica dominicana -olvidándose del Sermón de Montesino y distanciándose del perdón pedido por el Papa Francisco por la complicidad de su iglesia con las matanzas ejecutadas por el imperio español- para seguir celebrando la supuesta aparición de la Virgen de Las Mercedes en respaldo al primer genocidio en esta isla.
Desde el púlpito de la iglesia del Santo Cerro, la vice declaró que estaba allí “sobre todo” para “acompañar a la Virgen de las Mercedes para que siga iluminando el camino de la prosperidad”, que al parecer se inició con aquella masacre.
Raquel es católica de la “teología de la dominación”, muy distante de la “teología de la liberación”, por lo que se explica su actitud. Ella pertenece a la élite capitalista de Santiago y de la PUCAMAIMA, muy vinculada a Agripino y pieza clave de la actual gestión neocolonialista.
No es extraño, pues, que Raquel fuera al Santo Cerro a rendir culto a la virgen inventada por los conquistadores, símbolo de lo mas conservador de la iglesia católica dominicana, para pedirle “ser guía y protección de este pueblo”
Esa actitud es armónica con la segunda figura de un régimen que en la actualidad sirve a la dominación imperialista y apoya a los nuevos conquistadores y colonialistas, con sede en la Casa Blanca; ella encaja muy bien con su complacencia con las mineras depredadoras, las intervenciones de USAID, Comando Sur y FMI, la entrega del Puerto de Manzanillo, el respaldo a Guaidó y al mata sacerdotes González Urrutia, y las alianzas con los Uribe. Noboa, Duque y comparsa.
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que Raquel Peña preside el Gabinete de Educación de este país, lo que implica una mayor imposición del dogma religioso contra la ciencia en el sistema educativo, el uso del 4 % para enseñar a no pensar, el aplastamiento de la educación laica y la fusión en mayor escala del estado con la religión.
Estamos emplazados a enfrentar el enorme daño cultural que le está haciendo Abinader y su régimen (cada vez más empresarial-religioso), a este pueblo.