Por Rosario Espinal
¡Obvio!, el machismo no es exclusividad del PLD; es extensivo a toda la sociedad dominicana y mundial. Los hombres mandan en casi todas las esferas, incluso en el hogar donde aportan dinero (no siempre) y muy poco más. ¡Ah!, y no busquen las excepciones, siempre las hay; o circunstancias que obligan a los hombres a hacer lo no deseado, o lo que consideran inapropiado en función del género (¡sí!, del género; la construcción social que determina con fuerza qué deben hacer los hombres y qué las mujeres).
Pero no entro en disquisiciones sobre el género, ni la “ideología de género”, concepto tan vituperado y difamado en este país en estos días. Volvamos al machismo del PLD, algo real, muy real, no fábula ni cuento de caminos, ni invento de las feministas.
De un gabinete de 23 ministerios con cartera, solo hay tres ministras: de la juventud, educación superior y de la mujer. Durante los casi 20 años de los gobiernos del PLD, en el mejor de los casos, hubo solo cuatro ministras. O sea que, las mujeres, por decisión de Leonel Fernández o Danilo Medina, han estado muy, pero muy, subrepresentadas en el gabinete ministerial. Ojo: estos nombramientos dependen, exclusivamente, de la decisión del presidente.
Las excusas abundan, comenzando por decir que no hay mujeres capacitadas para encabezar ministerios. El contra argumento es sencillo: ¿y han sido tan capaces los ministros hombres? ¿Es que ni siquiera aparecen mujeres para hacer la labor mediocre que hacen muchos hombres? Y si no había mujeres peledeístas capacitadas en 1996, cuando el PLD llegó al poder, ¿por qué no las capacitaron para ascender a puestos de dirección?
En esta coyuntura, Leonel Fernández pudo haber apoyado a su esposa, dos veces vicepresidenta, para la precandidatura presidencial; pero primaron sus aspiraciones.
No se hagan los tontos ni chivos locos, hombres del PLD; ustedes son machistas.
Veamos más: el comité central del PLD aprobó 11 precandidatos para competir en las primarias. Solo una mujer entre los 11, sin posibilidad real de ganar.
A Margarita Cedeño, supongo, le hubiese gustado ser precandidata y está bien posicionada en las encuestas. De hecho, es la única peledeísta que se coloca en niveles de favorabilidad similares a Danilo Medina y por encima de Leonel Fernández (ver la última encuesta Mark Penn que mide la favorabilidad). ¡Pero no! Al ser la esposa de Fernández, su precandidatura requería del apoyo de Leonel. Por el contrario, él prefirió presentarse por cuarta vez en condiciones adversas, porque tiene la mayoría de la dirección de su partido en contra y una tasa de rechazo significativa en las encuestas. Margarita hubiese tenido un camino más fácil a la precandidatura y a la presidencia.
¡Cierto!, el límite de Margarita Cedeño es el mismo factor que la llevó al ascenso político: su matrimonio con Leonel Fernández. ¡Cierto!, anhelamos el día en que las mujeres puedan ascender en los partidos y a posiciones de poder sin un vínculo familiar. Pero también es cierto que los hombres no llegan solos al poder. Reciben el apoyo de otros hombres. Y las mujeres, por los obstáculos que enfrentan para avanzar en la política (el machismo rampante), tienen mayor posibilidad si cuentan con el apoyo de un familiar político masculino.
En esta coyuntura, Leonel Fernández pudo haber apoyado a su esposa, dos veces vicepresidenta, para la precandidatura presidencial; pero primaron sus aspiraciones. Ni la experiencia de Margarita como vicepresidente, ni la favorabilidad en las encuestas, fueron suficientes para materializar ese apoyo. Leonel Fernández se lanza por cuarta vez a buscar la presidencia y las aspiraciones de su esposa quedan en reposo.
Artículo publicado originalmente en el periódico HOY