AP. Miles de habitantes de barrios pobres de la capital dominicana comenzaron el jueves a disfrutar de una playa artificial instalada temporalmente en el malecón de Santo Domingo, frente al mar, donde 12 piscinas sustituyen el acceso al océano mientras continúa una polémica porque la ciudad está afectada por el racionamiento de agua potable.
“Estoy encantada”, dijo a The Associated Press Giralda López, una empleada doméstica de 43 años, mientras observaba a su hija, de 10, jugar en una de las piscinas para niños.
López llegó a la playa artificial al mediodía, luego de cumplir su jornada laboral, y se disponía a disfrutar del sol y la arena llevada de otras playas antes de volver por la tarde a su casa, en el barrio Los Tres Ríos, que como gran parte de la capital y municipios aledaños ha estado afectado por continuos cortes en el suministro de agua potable.
Alejando Montás, director de la institución que suministra el agua, cuestionó esta semana la instalación de las piscinas, al insistir que debido a un periodo de sequía, los ríos y embalses están en sus niveles más bajo de los últimos años.
La oficina nacional de meteorología recomendó el jueves en un boletín “hacer uso racional del agua” debido al “déficit de lluvias” de los últimos meses, especialmente en el litoral sur, donde se ubica la capital.
Como consecuencia a la sequía, el suministro de agua potable fue reducido en 20% en las dos últimas semanas, provocando que en algunos barrios populares el líquido sólo sea distribuido con camiones cisterna.
Pese a la sequía, la alcaldía de la capital instaló en el malecón por tercer año consecutivo una playa artificial de 300 metros de largo con 12 piscinas a fin de que los habitantes de los barrios pobres que no pueden viajar a los balnearios de renombre internacional, como Punta Cana, Bávaro o Caberete, puedan darse un chapuzón durante el feriado de Semana Santa.
La capital y el municipio vecino Santo Domingo Este tienen 30 kilómetros de litoral, pero su única playa natural, Güibia, fue cerrada durante el asueto de Semana Santa porque los grupos de socorro la consideran peligrosa para los bañistas.
Frente a Güibia, la alcaldía esparció 1.200 metros cúbicos de arena sobre el pavimento de la avenida del malecón y sobre ella colocó las 12 piscinas circulares, palmas y camastros.
Isamal Báez llevó a sus dos hijas, de cinco años y de ochos meses, a la playa artificial junto con sus primas, cuñadas y vecinas. Aunque tiene previsto ir con su esposo y sus hijas el sábado a la playa de Juan Dolio, 65 kilómetros al este de la capital, quería disfrutar el jueves de un chapuzón ya que en el barrio donde vive, en Villa Mella, no hay piscinas públicas.
Báez, de 22 años, llevó espagueti y pollo frito para el almuerzo y explicó que además de Boca Chica y Juan Dolio, los dos balnearios más cercanos de la capital, no conoce ninguna otra playa turística de este país insular. Sólo ha visto fotos y ha escuchado de Punta Cana, que cada año recibe a más de 2,5 millones de viajeros extranjeros.
Roberto Salcedo, alcalde de la capital y cuya fotografía adorna todas las piscinas de la playa artificial, había criticado el miércoles que la escasez de agua sólo afecte a los más pobres, mientras que los habitantes de las zonas residenciales mantienen el uso de sus piscinas y jacuzzis, pese a la sequía.
“Debe haber más de 50.000 jacuzzis (en la capital) y nadie toma eso en cuenta”, insistió el miércoles Salcedo al justificar su proyecto.
Explico que las piscinas, con capacidad en conjunto de 272.500 litros de agua (72.000 galones), no fueron llenadas con el servicio de agua potable, sino con los pozos subterráneos que tiene la alcaldía en sus instalaciones.
Según las estimaciones del ayuntamiento, unas 500.000 personas visitarán la playa artificial, donde además de las piscinas hay un gimnasio al aire libre, actividades deportivas y culturales.