Opinión
Mónica y la premiación de sus mentiras y silencios
Published
8 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Hay sistemas judiciales que premian las delaciones de delitos y los señalamientos de otros/as culpables, con rebaja de penas. Así está establecido en Brasil.
Pero a Mónica Moura, la esposa de Joao Santana, le resultó mil veces más rentable acogerse a la premiación soterrada de sus mentiras y silencios cuando recientemente, frente a autoridades judiciales brasileñas, negó que Odebrecht y otras empresas brasileñas financiaron las campañas presidenciales y vice-presidenciales de Danilo Medina y de Margarita Cedeño, esposa del ex -presidente Leonel Fernández.
No importa que en esta oportunidad dijera lo contrario a lo dicho en la ocasión anterior. Ni tampoco que sus recientes declaraciones -anunciadas previamente por unos de los voceros del presidente Medina, José Ramón Peralta- entrara en abierta contradicción con las ya ofrecidas por el procesado jefe del Departamento de Operaciones Estructuradas (sobornos y dádivas) de Odebrecht, Hilberto Silva, o con la del propio Joao. Estos capos y sus parejas tienen una enorme cachaza para ejercer el descaro y para hacer negocio hasta con sus propias desgracias.
Mónica y Joao, de intermediarios de sobornos y financiamientos para “hacer” y asesorar presidentes, procurando a su vez contratos escandalosamente sobrevaluados a favor de Odebrecht, han pasado a usar el poder de chantaje derivado de la delación premiada para convertirse en receptores privilegiados de jugosos sobornos posiblemente.
Tonto/a el que pueda pensar que las mentiras y los silencios de Mónica no se vendieron carísimos.
¿Cuánto fue el monto pagados por sus ex-socios del Palacio presidencial de la República Dominicana? Es temprano para conocerse, pero estén seguros/as que la suma fue bien elevada y el tinglado a desplegar montado con premeditación y alevosía.
Esto se combinó con la homologación del acuerdo de Odebrecht a nivel judicial y con el show mediático escenificado en la reunión del Comité Político del PLD, punto de convergencia de las facciones mafiosas que integran la corporación morada que tutela el sistema de corrupción e impunidad que impera en el país, las cuales han pactado para intentar salvar el régimen y a los capos criollos que lo dirigen.
- Pero una cosa piensa el burro…
Como el ladrón y el tramposo juzgan por su condición, Pared Pérez, Leonel, Margarita, Danilo y sus alcancías piensan que esta sociedad de las marchas verdes es capaz de aceptar pasivamente la “sentencia” de exculpación de la máxima figura del régimen teatralmente emitida por el Secretario General del partido, y de quedarse tranquila frente a los procesos manipulados por el Procurador General de la República y el propio Presidente de la República, en complicidad con tribunales vendidos, basados en testimonios y acuerdos evidentemente comprados a sus socios/as extranjeros/as aquí y allá.
Esto, por el contrario, podría reforzar y expandir la creciente convicción en amplios sectores de esta sociedad de que el fin de la impunidad es impensable mientras existan estas instituciones, este gobierno, este Estado, este sistema putrefacto; lo que obliga a pensar en cómo forzarlos a dimitir, de qué manera hacerlo y cómo y con cuáles mecanismos reemplazarlos.
Soy de los que pienso que hay dejarse ya de validar estas instituciones, de recurrir a ellas, de hacer propuestas disque para mejorarlas o reformarlas.
Hay que dejar de facilitarles ciertos “bajaderos” al gobierno actual y al presidente Medina, limitando los casos de una gran corrupción, que es múltiple, diversa, estructural, sistémica…; concentrándose excesivamente en ciertos aspectos del caso Odebrecht y en ciertos funcionarios y auspiciando sanciones a culpables menores con motivos electoralistas.
Estamos frente a una dictadura institucionalizada, ilegítima e impregnada hasta el tuétano -y a todos los niveles- de corrupción; que a la vez estructuró un sistema de impunidad para proteger a sus facciones mafiosas y a los capos que las dirigen. Que no cede frente a reclamos justos, que está dispuesta a poner en práctica toda suerte de fechorías para perdurar lo más posible y proteger sus máximas figuras.
Y esto exige que el pueblo movilizado la acorrale y los acorrale, que siga con sus marchas en SFM, en Azua y en SPM. Que se disponga a realizar a seguida una enorme movilización nacional que parta de todas las regiones y provincias, en grandes columnas y caravanas, hacia la Capital también movilizada, procurando aplastar sus artimañas y debilitarlo mucho más de lo que está.
A este régimen y a estas instituciones, a las cúpulas de estos partidos podridos (PLD, PRD-PRM, PRSC y satélites) hay que decirles que no podrán gobernar el país, que es para fuera o para bajo que van, que ya su reinado mafioso se agotó, que hay que abrirle paso a una transición profundamente democrática y participativa, a un gobierno provisional que convoque una Constituyente Popular y Soberana para refundar las instituciones, el sistema y el proyecto de sociedad.
Esta crisis no es para simples iniciativas jurídicas, remiendos, recursos legales, comicios viciados. Ni para crear expectativas y/o legitimar investigaciones de la Procuraduría o de la Comisión de Agripino.
Menos aun para aceptar que nos entretengan con el fiasco de la ley de partidos o para convenir que el movimiento verde sea usado como trampolín para un 2020 con este régimen vigente, donde habrá de repetirse la misma historia que ha sido capaz de generar este sistema de partidos.
Todo eso es distracción, teatro, maniobras diversionistas de esos partidos, del congreso, de los grandes medios, del empresariado inescrupuloso.
Todo eso siempre ha sido manipulado y prostituido, y ahora lo será de nuevo. Los ladrones y saqueadores en el poder no van a hacer elecciones para ser reemplazados, ni procesos para ser ejemplarmente juzgado, ni normas para conjurar su festín de privilegios y corruptelas.
La Marcha Verde, en perspectiva, debe asumirse a sí mismo como un movimiento político y social diverso, no partidista; pero con vocación de crear contrapoder, de desmontar el poder constituido, de conformar un nuevo poder constituyente y de transformar el país; con disposición a unir fuerzas diferentes a las existentes en cuanto a Estado, partidos Gobierno y sistema político; con voluntad de ser alternativa a un sistema decadente, corrompido, sin credibilidad. Nada fácil, pero si posible y hay que atreverse, comenzando por debatir a fondo estos temas.
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.