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Opinión

No es culpa de las encuestas

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Por Rosario Espinal

ROSARIO-ESPINAL-200x3001111111Este artículo se refiere a encuestas realizadas con una metodología científica en cuatro aspectos esenciales: la selección de la muestra de personas a entrevistar, la formulación de preguntas, la forma de recolección de información, y el procesamiento de datos.

Si una compañía encuestadora se rige por estándares metodológicos y estadísticos adecuados, los datos que mostrará estarán ajustados a la realidad dentro del marco de error estipulado. Nada humano, sin embargo, es perfecto; por eso, las encuestas reflejan probabilidades; presentan datos sobre el pensar y actuar de la gente que merecen ser conocidos, nos gusten o no.

Varios de los principales medios de comunicación del país tienen ya la tradición de realizar encuestas políticas. Las más notables son la Gallup-HOY para el periódico HOY, la Penn, Schoen & Berland para Noticias SIN, y la Greenberg para Diario Libre. Independientemente de las inclinaciones ideológicas de estos medios, su credibilidad está en juego al revelar datos. Es decir, no se trata de encuestas que nadie sabe quién paga; sino de medios de comunicación que se presentan cada día ante la ciudadanía.

En el caso de las intenciones de votos, las encuestas tienen además un horizonte mortal de comprobación empírica: las elecciones. Como se ha hecho en años recientes, después de ese día se publica qué encuestadoras se acercaron o distanciaron de las votaciones.

Se sabe muy bien que las preferencias electorales son cambiantes en el tiempo; a veces cambian mucho y a veces poco. En ese proceso, las encuestas científicas tienen dos funciones importantes. La primera es mostrar con información empírica lo que la población siente y piensa en un determinado momento. La segunda es extrapolar. Por ejemplo, cuando se pregunta a los encuestados por quién van a votar, además de conocer el presente, se proyectan posibles efectos hacia el futuro, aunque se sabe bien que las preferencias pueden variar.

Esta información incide, sin lugar a dudas, en el devenir de los acontecimientos. Por ejemplo, para los danilistas ha sido muy importante en sus aprestos reeleccionistas que las encuestas de tres medios de comunicación importantes del país hayan dado una intención de votos tan alta a favor de Danilo Medina.

Los políticos afectados negativamente con los datos podrían plantear que esas encuestas se conjugaron para apoyar a Medina. Pero si ese fuera el objetivo, no habría que realizar encuestas. Podrían anunciar datos falsos o impulsar una agenda mediática por otras vías para la consecución de sus fines.

La sociedad dominicana ha vivido por muchos años de engaños, y de ser tantos vive en un péndulo de excesiva incredulidad y excesiva confianza, porque no encuentra puntos de certeza por dónde anclar sus opiniones.

Desprestigiar encuestas como las de esos tres medios que tienen una trayectoria de certeza probada en la predicción de asuntos electorales, me parece inadecuado de parte de algunos políticos y sus voceros.

Los políticos impopulares no van a mejorar su posición desprestigiando encuestas, sino trabajando mejor. Sólo así podrán alcanzar sus objetivos si es que buscan llegar al poder.

Dos puntos finales. Uno, el mercado político genera muchas encuestas que no son creíbles porque se realizan sin estándares de calidad, o porque su objetivo es distorsionar la realidad a conveniencia. El público debe desestimarlas. Dos, aún encuestas que cumplen con estándares de calidad pueden en algunas ocasiones (no muchas) equivocarse en sus datos y predicciones porque las actitudes y acciones de los seres humanos tienen un grado inevitable de imprevisibilidad.

Que algunos candidatos y pre-candidatos estén arriba y otros abajo en las preferencias no es culpa de las encuestas.

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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