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Opinión

Nuestra América, Venezuela y el desarme de las FARC-EP

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Por Narciso Isa Conde

El legendario comandante de comandantes, Manuel Marulanda Vélez -forjador del ejército guerrillero colombiano más poderoso y difícil de vencer en nuestra América a lo largo de más de medio siglo de heroicos combates- falleció el 26 de marzo del 2008 y en honor a su memoria y a su ejemplo el Movimiento Continental Bolivariano- MCB convino en escoger ese día para conmemorar cada año el derecho universal de los pueblos a la rebelión armada.

Escojo este cartel diseñado por mi hermano y camarada Alfredo Pierre para encabezar este artículo porque con él comparto la frase, que al evocar a los héroes y heroínas de esa epopeya continental y al expresar artísticamente el dolor desgarrador que en los/as revolucionarios solidarios e internacionalista del mundo, ha provocado el  reciente anuncio de que “las FARC entregarían 14 mil armas a Naciones Unidas”, expresa con la fuerza del color y de su alma rebelde que “NO LUCHARON POR ESE FINAL…”

  • ¿Por qué?

Paso de inmediato, sin rodeos y sin distracciones, a fundamentar no solo porque esa es una gran verdad, sino también el enorme daño que le hace a  las luchas continentales por las nuevas independencias y las nuevas revoluciones político-sociales, y puntualmente a los procesos colombianos y venezolanos tan desacertada decisión.

Vuelvo a citar aquí  la convicción del comandante Marulanda, que fue la de todos los dirigentes históricos de las FARC durante décadas, sobre este tema crucial:

De acuerdo con la experiencia que hemos acumulado a lo largo de 40 años de lucha, para resolver los problemas sociales de este país se requiere de la presencia de las FARC. Nosotros haremos un acuerdo en algún momento, pero nuestras armas tienen que ser la garantía de que aquí se va a cumplir lo acordado. En el momento en que desaparezcan las armas, el acuerdo se puede derrumbar. Ese es un tema estratégico que no vamos a discutir”. (Declaraciones ofrecidas por el propio camarada Manuel el 6 de septiembre del año 1998 al periódico Clarín de Argentina a través del periodista Pablo Biffi).

Vuelvo a dar testimonio de lo que le escuché decir  cuando lo conocí a raíz de los “Diálogos del Caguán” con el gobierno de Pastrana, al responder a mis inquietudes sobre el posible desenlace de esas conversaciones:

“Jamás permitiré disolver en una mesa de negociación el ejército popular que tantos sacrificios y sangre a costado a lo largo de varias décadas”

Reitero  aquí, además, que durante nuestros intensos vínculos con los comandantes Iván Márquez y Jesús Santrich a mí y a otros dirigentes del MCB siempre nos aseguraron que las FARC en los nuevos diálogos de la Habana no contemplaban ni aceptarían entregar unilateralmente sus armas, que las mismas seguirían siendo la garantía del cumplimiento de cualquier acuerdo de paz a corto, mediano y largo plazo; acuerdo, que por demás, debía consagrar y asegurar la ejecución de importantes transformaciones del Estado y la sociedad colombiana en el sentido de recuperación de soberanía, democracia real, justicia social y bienestar colectivo.

Contrario a esas pautas previsoras, la dirección actual de esa organización político-militar ha aceptado su desmovilización y desarme unilateral sin que todo esto esté mínimamente asegurado y en medio de claras dilaciones, incumplimientos, trampas, engaños, alteraciones y violaciones a lo acordado.

-Con la enorme maquinaria militar-policial estatal (curtida en crímenes, masacres y torturas) intactas; sin depurarse, achicarse y transformarse…

-Con las asesinas organizaciones paramilitares rampantes, impunes y protegidas por el poder establecido…

-Con el anuncio del ingreso de Colombia a la OTAN y  la descarada permanencia  de siete bases militares gringas y de todos los mecanismos de intervención militar…

-Con la recolonización neoliberal en boga, el TLC vigente y el destructivo programa minero en marcha…

-Con la narco-política y los financiamientos espurios de corporaciones como ODEBRECHT develando la ilegitimidad del régimen y del propio presidente Santos.

-Con la justicia transicional en vilo, como lo revela la reciente entrevista que le hiciera la revista Semana al jurista Álvaro Leiva…

Sin legitimación popular de lo acordado, como lo evidenció la enorme abstención durante el plebiscito.

Sin avizorarse cambios estructurales que modifique el sistema de dominación económica, social y política…

Todo esto solo a cambio de una legalización incierta y permanentemente amenazada.

  • En un contexto adverso y agresivo.

Esto, además, en una etapa de alta militarización de la estrategia de dominación, contra-reformas y contra-revolución estadounidense, que incluye el incremento del presupuesto militar imperialista anunciado por TRUMP.

En un periodo de un intenso y feroz contra-ataque continental de EEUU y las derechas que le sirven, de las nuevas modalidades de golpes de Estado en Honduras, Paraguay, Argentina, Brasil… y del arreciamiento de los planes desestabilizadores (facilitado por la incongruencias, debilidades y limitaciones de los “progresimos”, que ahora las FARC abrazan) contra las soberanías de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador…

  • Impactos negativos en marcha.

Así, esta infausta decisión de las FARC-EP le ha está haciendo un daño temporal enorme al proceso colombiano.

Pero no solo.

Su impacto negativo sobre el debilitado proceso venezolano es inconmensurable, en tanto la insurgencia colombiana tenía un  indudable poder disuasivo de las agresiones militares estadounidenses en las vecindades, por el temor y los riesgos de generalizar el conflicto armado y la guerra asimétrica en la región amazónica.

Hoy -al compás de la entrega de armas y la desmovilización fariana- se observa una mayor agresividad de las derechas y de EEUU contra el gobierno de Maduro y en general contra el chavismo de todos los tonos de rojo.

Están actuando pérfidamente en lo inmediato para “un por los dos”: desmantelar o afectar sensiblemente la resistencia en Colombia y engullirse a Venezuela y sus enormes recursos en hidrocarburos,  minerales estratégicos, agua y bio-diversidad. Y de paso,  está calculado, afectar gravemente al ALBA y a todos los procesos de nueva independencia; debilitar a Cuba y otros componentes de los procesos de integración fuera de su control, y relanzar la OEA como ministro de colonias y mecanismo intervencionista.

El estimulo a la sedición imperialista que conlleva la desmovilización y desarme de las FARC habrá de sentirse desgraciadamente con más fuerza en lo adelante en Ecuador y en Bolivia, donde los procesos reformadores no están tan erosionados; y habiéndose asegurado, a manera de respiro, la continuidad del sistema no tutelado por EEUU en la recientes elecciones generales del Ecuador, lo que sin duda tan importante para nosotros como inaceptable para EEUU y sus socios.

  • Cero pesimismos de voluntad: la confrontación será más radical.

De todas maneras -reconociendo esos grave daños temporales- me siento muy lejos de una visión absolutamente pesimista como la que estimula la claudicación de la actual dirección de las FARC.

Me inscribo dentro de los/as que pensamos, que después de lo acumulado durante casi dos décadas de conquistas y combates que elevan la conciencia colectiva de nuestros pueblos y sus movimientos políticos-sociales en lucha, los retrocesos en marcha -más brutales por su carácter ultra-neoliberal, mafioso, represivos y colonizadores-  no habrán de sostenerse por mucho tiempo y nuevas insubordinación contra esas intentonas y los podridos regímenes derechistas, aparentemente estables desde hace tiempo, tendrán lugar en el continente y en el mundo.

De más en más los pueblos son ingobernables bajo esos designios truculentos.

Las primeras señales de la nueva oleada de resistencias y ofensivas, gestada en el seno de la ola progre-reformista que declina, se han dado Argentina, Brasil, Honduras, Guatemala y Paraguay (el incendio del Congreso reeleccionista marca un nuevo momento), laten y brotan intermitentemente las rebeldías en México, asechan en grande Venezuela si se consuma el viraje recolonizador, y se despliegan con multitudinarias marchas verde contra la impunidad en República Dominicana…

Esta claudicación de una cúpula influyente, como otras tantas del pasado, no bebe ser imitada ni asumida como agente depresivo. Hoy más que antes se requiera de mucha integridad y firmeza. Más al interior de las fuerzas y redes de militantes capaces de crear conciencia colectiva subversiva, generar articulaciones, organización y acción a la altura de los nuevos desafíos.

De sembrar antiimperialismo, anti-capitalismo y nuevo socialismo. De innovar en la organización, la acción y las alternativas… a partir del carácter diverso y multitudinario, continental y mundial, de las  nuevas rebeldías populares y  de los nuevos sujetos sociales potencialmente transformadores de nuestras países y regiones.

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Opinión

La Corte Penal Internacional y la Justicia Internacional (2 de 3)

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Por Rommel Santos Diaz

Otro importante avance del Estatuto de Roma es la formulación de una definición internacional de género asi como la incorporación de normas especiales de procedimiento y prueba con relación a víctimas y testigos de crímenes de violencia sexual.

Lo anterior incluye la prohibición de entregar evidencias sobre la conducta sexual anterior o posterior de la víctima así como no exigir  la corroboración del testimonio de la víctima.

Teniendo en cuenta la complementariedad del Estatuto de Roma ,  la Corte Penal Internacional no podrá juzgar a todos los perpetradores de crímenes internacionales. Esto implica que la responsabilidad de procesar a la mayoría de esas personas recaerá sobre las instancias nacionales.

Un posible impacto de la Corte Penal Internacional  podría ser atraer a la luz pública ´´conflictos olvidados´´ en el mundo a través del inicio de sus investigaciones  para que se le de la atención debida y canalice el financiamiento necesario para afrontar estas situaciones, especialmente las necesidades de la población.

Dada la sensibilidad y polarización que puede llevar este tipo de procesos en el ámbito interno, los juicios  que  la Corte Penal Internacional pueda efectuar servirán de plataforma para que los Estados realicen esta labor.

Cabe destacar que las principales víctimas de los conflictos armados generalmente son las mujeres y los niños. Estos mambiseños fueron reclutados forzosamente, siendo sometidos a tratos inhumanos y degradantes.

Los informes del  Representante Especial del Secretario General  de las Naciones Unidas para la cuestión de los niños y los conflictos armados, más de dos millones de niños  han muerto y  seis millones han quedado desaparecidos  de por vida como consecuencia de los conflictos.

rommelsantosdiaz@gmail.com

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Opinión

Navidad de dignidad: la fe que rompe el silencio

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Por Isaías Ramos

En esta Navidad, cuando las familias intentan reencontrarse con lo esencial, vale la pena detenernos un instante y preguntarnos qué celebramos de verdad. La Navidad no es solo una fecha ni un conjunto de costumbres: es un llamado al renacimiento, a volver a la fuente de nuestros valores y a recordar que la esperanza no es ingenuidad, sino una decisión.

Cerramos el año con señales que duelen. Las denuncias e investigaciones por corrupción han herido la confianza pública y, cuando ese deterioro toca instituciones llamadas a proteger derechos fundamentales, el golpe se vuelve más profundo y más personal para el pueblo.

El caso de SeNaSa, por lo que representa, nos recuerda que la salud no es un privilegio: es un derecho. Por eso, exigir que se investigue a fondo y que se sancione conforme a la ley, caiga quien caiga, no es venganza: es justicia; es respeto al Estado de derecho.

A esto se suma una realidad económica que obliga a la sobriedad. La CEPAL proyecta un crecimiento de 2.9%, insuficiente para responder a la magnitud de las necesidades acumuladas en tantos hogares. Pero el problema no es solo el porcentaje: es el sentido del crecimiento. ¿De qué sirve hablar de avance si no llega al salario ni fortalece los servicios esenciales?

Durante demasiado tiempo se ha sostenido un modelo que, en buena medida, descansa en la explotación laboral y en la extracción intensiva de recursos del pueblo. Zonas francas donde el trabajo no siempre dignifica; minería que presiona recursos y comunidades sin la transparencia y el control ambiental que la nación merece; turismo que produce divisas, pero que no siempre deja prosperidad equitativa y sostenible en los territorios que lo sostienen.

Nadie pide apagar la producción ni cerrar oportunidades; lo que el país exige es justicia: trabajo decente, valor que permanezca en la comunidad y progreso que se convierta en vida digna. El desarrollo real no se mide solo por el PIB: se mide por la dignidad.

Y aquí debemos hablar con claridad, con firmeza y con respeto. No estamos ante fallas aisladas, sino ante un sistema corroído de arriba abajo, donde la impunidad se vuelve costumbre y lo público se usa como botín, mientras al pueblo se le pide paciencia y silencio como si la paciencia pagara la comida, el medicamento y la educación.

Tras tres décadas de un sistema político que, en vez de educar y formar ciudadanos útiles a la patria, ha pervertido la vida pública, endeudado la nación, desmantelado las instituciones productivas del Estado y saqueado los fondos del pueblo bajo un manto de impunidad —donde demasiadas veces los casos se han convertido en “pan y circo”: titulares y medidas de ocasión para calmar al pueblo, pero sin condenas firmes, sin recuperación de lo robado y sin desmontar las redes de impunidad— ha llegado la hora de que el pueblo se ponga de pie, rompa el silencio y se organice para recuperar su dignidad y su futuro.

Sí, existen hombres y mujeres de bien dentro del Estado. Pero cuando el sistema castiga al que denuncia y premia al que abusa, el silencio deja de ser prudencia: se convierte en complicidad. Hoy el país necesita valentía moral y coherencia, no neutralidad cómoda.

Por eso esta Navidad nos importa tanto: nos devuelve al centro. Que esta Navidad nos sirva para asumir un compromiso con una fe inquebrantable en el Niño que nació en Belén. Él nació en humildad, conoció la opresión y, aun así, depositó su confianza en el Padre, más grande que cualquier poder terrenal.

Cristo nos prometió la paz que solo Él puede dar. Esa paz no es anestesia ni silencio ante el abuso; es fortaleza para hacer lo correcto. Es la paz que sostiene el carácter cuando todo alrededor quiere quebrarlo y que impide que la indignación se convierta en odio.

Aunque a veces parezca que los opresores lo tienen todo bajo control, la fe nos recuerda que hay un Dios que ve y toma nota, porque solo Él tiene el control último. Pero esa certeza no nos adormece: nos exige; nos llama a esforzarnos y ser valientes, y a cumplir la parte que nos corresponde.

Nuestro Señor Jesucristo vino a proclamar libertad a los oprimidos y a anunciar buenas nuevas a los pobres. Por eso, la fe verdadera no puede quedarse en consuelo privado ni en indignación sin rumbo: no es solo señalar; es organizar; no es solo criticar; es participar; no es solo esperar; es servir. Y desde el Frente Cívico y Social entendemos que esto incluye comprometerse con una economía que dignifique: apoyar la producción local, exigir trabajo decente, fortalecer encadenamientos para que el turismo se integre a la economía real, compre más a manos dominicanas, y que ningún proyecto de “desarrollo” se construya a costa del agua, la tierra o la vida comunitaria o la explotación humana.

Que esta Navidad sea un punto de inflexión: el inicio de un renacimiento colectivo donde la fe se convierta en responsabilidad, la paz se convierta en unidad con propósito y la esperanza se convierta en acción perseverante. Porque, aunque Dios tenga el control último, a nosotros nos corresponde el deber moral de ser instrumentos de justicia, de libertad y de dignidad para la República Dominicana.

¡Despierta, RD!

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Opinión

Navidad: Pedir perdón y carbonizar codicia

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Por Oscar López Reyes

Son 13 los días -entre el 24 de diciembre y el 6 de enero- de la temporada más festiva y dinámica de término de diciembre y comienzo de enero, la Navidad, simbolizada en el lenguaje de cantar villancicos, adornos especiales, arbolitos con luces multicolores, gustosos manjares, regalos y tarjetas, belenes, encuentros, el icónico atronar de alegría y felicidad de Papá Noel: «¡Jo, jo, jo!» y servicios religiosos. Y, en esa magia en lienzo de aguinaldos y frescura, se aviva el pedido de perdón por los pecados y el apaciguar del alma para espantar la ambición monetaria y carbonizar, en vitriolo de cobre, la codicia que estrangula la dignidad.

¡Qué lástima, corruptos!,

¡Oh, exclusión de la violencia!

¡Ah, deterioro mental!,

¡Vaya, individualismo extremo!

¡Caray, aislamiento!

¡Guau, pérdida del decoro!

¡Uy, discriminación!

¡Caramba, crisis de valores!

¡Ay, cambio climático!

Estos son sintagmas o enunciados que se deletrean con rituales en la Corona de Adviento: Ramas verdes y cuatro velas, que representan a Jesús como luz de esperanza en una vida de amor eterno. Ese signo litúrgico -que evoca las cuatro semanas del Adviento y las estaciones del año- grita para que se deshagan las tinieblas de esas malignidades que socavan la vergüenza y el pundonor, la lealtad y la generosidad, la integridad y la decencia, el orgullo y la autoestima en el abolengo de la aristocracia y el linaje de la plebe.

Cristianos y ateos participan gozosos en la fiesta anual de la Navidad (proviene del latín Nativitas, que quiere decir nacimiento), que conmemora la venida al mundo de Jesucristo (el 25 de diciembre, entre los años 7 y 4 a.C., en Belén de Judea, y la celebración fue estatuida siglos después para coincidir con los jubileos romanos y paganos.

Belén está enclavada en Palestina (región de Cisjordania), a unos 10 kilómetros al Sur de Jerusalén. Desde 1995 está bajo el mando de la Autoridad Palestina (Estado de Palestina), conforme los Acuerdos de Oslo, pero separada de Jerusalén por un muro de hormigón, ocupado por Israel.

Ese Patrimonio de la Humanidad y otros territorios de Oriente Medio, ubicado entre el mar Mediterráneo y el mar Muerto, se sitúa en el epicentro de un conflicto bélico entre Israel y Palestina. La primera entiende a Jerusalén como su capital “eterna e indivisible”, y la segunda reclama a Jerusalén Este (incluyendo la Ciudad Vieja) como la capital de un futuro Estado.

La mayoría de las naciones no reconoce la anexión de Jerusalén Este por Israel, que entre octubre de 2023 y diciembre de 2025 ha matado a cerca de 70 mil palestinos, en el Genocidio de Gaza: horribles violaciones a niños y mujeres, el bloqueo de la ayuda humanitaria para afrontar la hambruna, la destrucción de hospitales, sistemas de agua, escuelas y hogares, y el permanente desplazamiento forzado de sus habitantes por los bombardeos.

¡Oh, violencia…!

A sus discípulos y otros adeptos, Jesucristo predicó, imperturbablemente, contra la violencia y los exhortó a quebrar la cadena del odio y la venganza, a perdonar en la misericordia, a no utilizar la espada o la ley del más fuerte, a amar a sus enemigos y orar por quienes los persiguen; a poner la otra mejilla a quienes les golpeaban y a dar más de lo que les piden.

Como costumbres festivas, en la víspera -el 24 de diciembre- del nacimiento de Jesús, la Iglesia Católica celebra la “Buena Noche” o Nochebuena a la espera de la conmemoración del Mesías, como banquetes: platos típicos -pavo y cerdo asado-, dulces y frutas secas, bebidas, villancicos, compartir de regalos, la Misa de Gallo y vigilias en templos, hasta el amanecer.

Oficialmente, entre el 25 de diciembre y el 6 de enero las iglesias cristianas evangélicas efectúan el período de la Natividad con misas del día, celebración de la Sagrada Familia, solemnidad de Santa María, de la Epifanía, el Bautismo del Señor, los Santos Inocentes (28 de diciembre), Año Nuevo (fuegos artificiales y música navideña) y el Día de los Reyes Magos. Marginalmente, han sido agregados vacaciones y viajes.

En ciertas épocas y territorios, la Navidad fue prohibida por puritanos y congregaciones protestantes, pero se han impuesto la memoria festiva, las texturas crujientes y la tradición, como estímulo para el bienestar psico-emocional -por la alegría-, para renovar la expectativa y la esperanza en nuevos proyectos, fomentar el amor y la gratitud, y como un canal para robustecer nexos familiares, religiosos y sociales.

En esencia, la Navidad equivale a llegar, dar, recibir y tocar. Y para perdurar, ¡qué suba más y más, hasta la Estrella de Belén, en el solsticio de invierno, trazo de luz, banquetes, diversión y júbilo!

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El autor: Periodista, escritor, catedrático, gremialista y columnista de El Nacional y decenas de medios digitales.

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