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Opinión

Partidos políticos, en su peor momento

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Por Rosario Espinal

El maltrecho sistema de partidos políticos dominicanos, producto de las divisiones, ha enfrentado en los últimos meses una nueva prueba con el escándalo Odebrecht.

La República Dominicana es uno de los pocos países de América Latina donde, en los últimos 40 años, ha predominado un sistema de partidos políticos estable.

La estabilidad de un sistema de partidos políticos no refiere necesariamente a que los partidos sean ejemplo de democracia interna o transparencia, sino a que hayan mantenido en el tiempo la capacidad de convocar un amplio segmento del electorado a votar por ellos.

Desde la transición a la democracia electoral de 1978, hasta el 2014, tres partidos dominaron el sistema político dominicano: el PRSC, el PRD y el PLD.

En una primera etapa (1978-1986) dominó el bipartidismo con el PRSC y el PRD; en una segunda etapa (1990-2000) dominó el tripartidismo con el ascenso del PLD; en una tercera etapa (2004-2012), ante el colapso electoral del PRSC, dominó nuevamente el bipartidismo con el PLD y el PRD. La división del PRD en el 2014, produjo entonces un bipartidismo debilitado con el PLD y el PRM.

Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.

En todas las elecciones desde 1978 a 2016, más del 90% de los electores depositaron su voto por el PRSC, el PRD, el PLD o el PRM, con las variantes de combinaciones electorales ya indicadas.

El maltrecho sistema de partidos políticos dominicanos, producto de las divisiones, ha enfrentado en los últimos meses una nueva prueba con el escándalo Odebrecht.

Los apresamientos del pasado lunes indican la participación de los partidos que han dirigido las cámaras legislativas desde el 2001, así como también de funcionarios diversos del Poder Ejecutivo. Si no están todos los que son, o no son todos los que están, la opinión pública, más que la justicia, determinará.

Para el PLD, partido con un inmenso control en todos los estamentos del Estado, es particularmente grave que legisladores y funcionarios de sus gobiernos estén envueltos en este escándalo. Eso debilita la legitimidad del partido gobernante, y además, contradice el discurso histórico peledeísta de que en el PLD la corrupción es casual.

Para el PRM, un partido aún en gestación, tener dirigentes que provenían del PRD en la lista de sobornados, constituye un duro golpe que limitará su desarrollo, y en particular, su ascenso electoral. En asuntos de corrupción no podrá ser alternativa efusiva al PLD.

Si se produce un rápido y mayor deterioro del PLD y del PRM, producto del procesamiento de los detenidos, el sistema de partidos políticos quedaría desarticulado, ya que ningún otro partido tiene suficiente base electoral. Y si se desarticula totalmente el sistema de partidos existente, se presentarían entonces, por primera vez, las condiciones para el surgimiento de figuras extra-partidos en la disputa por el poder.

No hay certeza al momento de lo que finalmente sucederá con el PLD y el PRM. Los procesos judiciales son incipientes y no se sabe quiénes serán, al final, los beneficiarios políticos de estos sometimientos judiciales: si serán nuevos actores o algunos de los existentes.

Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.

En esa tarea, agrava que, en ambos partidos, además del impacto negativo de la corrupción y el escándalo Odebrecht, hay una lucha de facciones: en el PRM entre Hipólito Mejía y Luis Abinader, y en el PLD entre Leonel Fernández y Danilo Medina.

Es sorprendente que, en una coyuntura tan favorable para el surgimiento de una nueva fuerza político-electoral, no haya a la fecha ninguna opción claramente articulándose.

Artículo publicado en el periódico HOY

La República Dominicana es uno de los pocos países de América Latina donde, en los últimos 40 años, ha predominado un sistema de partidos políticos estable.

La estabilidad de un sistema de partidos políticos no refiere necesariamente a que los partidos sean ejemplo de democracia interna o transparencia, sino a que hayan mantenido en el tiempo la capacidad de convocar un amplio segmento del electorado a votar por ellos.

Desde la transición a la democracia electoral de 1978, hasta el 2014, tres partidos dominaron el sistema político dominicano: el PRSC, el PRD y el PLD.

En una primera etapa (1978-1986) dominó el bipartidismo con el PRSC y el PRD; en una segunda etapa (1990-2000) dominó el tripartidismo con el ascenso del PLD; en una tercera etapa (2004-2012), ante el colapso electoral del PRSC, dominó nuevamente el bipartidismo con el PLD y el PRD. La división del PRD en el 2014, produjo entonces un bipartidismo debilitado con el PLD y el PRM.

Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.

En todas las elecciones desde 1978 a 2016, más del 90% de los electores depositaron su voto por el PRSC, el PRD, el PLD o el PRM, con las variantes de combinaciones electorales ya indicadas.

El maltrecho sistema de partidos políticos dominicanos, producto de las divisiones, ha enfrentado en los últimos meses una nueva prueba con el escándalo Odebrecht.

Los apresamientos del pasado lunes indican la participación de los partidos que han dirigido las cámaras legislativas desde el 2001, así como también de funcionarios diversos del Poder Ejecutivo. Si no están todos los que son, o no son todos los que están, la opinión pública, más que la justicia, determinará.

Para el PLD, partido con un inmenso control en todos los estamentos del Estado, es particularmente grave que legisladores y funcionarios de sus gobiernos estén envueltos en este escándalo. Eso debilita la legitimidad del partido gobernante, y además, contradice el discurso histórico peledeísta de que en el PLD la corrupción es casual.

Para el PRM, un partido aún en gestación, tener dirigentes que provenían del PRD en la lista de sobornados, constituye un duro golpe que limitará su desarrollo, y en particular, su ascenso electoral. En asuntos de corrupción no podrá ser alternativa efusiva al PLD.

Si se produce un rápido y mayor deterioro del PLD y del PRM, producto del procesamiento de los detenidos, el sistema de partidos políticos quedaría desarticulado, ya que ningún otro partido tiene suficiente base electoral. Y si se desarticula totalmente el sistema de partidos existente, se presentarían entonces, por primera vez, las condiciones para el surgimiento de figuras extra-partidos en la disputa por el poder.

No hay certeza al momento de lo que finalmente sucederá con el PLD y el PRM. Los procesos judiciales son incipientes y no se sabe quiénes serán, al final, los beneficiarios políticos de estos sometimientos judiciales: si serán nuevos actores o algunos de los existentes.

Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.

En esa tarea, agrava que, en ambos partidos, además del impacto negativo de la corrupción y el escándalo Odebrecht, hay una lucha de facciones: en el PRM entre Hipólito Mejía y Luis Abinader, y en el PLD entre Leonel Fernández y Danilo Medina.

Es sorprendente que, en una coyuntura tan favorable para el surgimiento de una nueva fuerza político-electoral, no haya a la fecha ninguna opción claramente articulándose.

Artículo publicado en el periódico HOY

La República Dominicana es uno de los pocos países de América Latina donde, en los últimos 40 años, ha predominado un sistema de partidos políticos estable.

La estabilidad de un sistema de partidos políticos no refiere necesariamente a que los partidos sean ejemplo de democracia interna o transparencia, sino a que hayan mantenido en el tiempo la capacidad de convocar un amplio segmento del electorado a votar por ellos.

Desde la transición a la democracia electoral de 1978, hasta el 2014, tres partidos dominaron el sistema político dominicano: el PRSC, el PRD y el PLD.

En una primera etapa (1978-1986) dominó el bipartidismo con el PRSC y el PRD; en una segunda etapa (1990-2000) dominó el tripartidismo con el ascenso del PLD; en una tercera etapa (2004-2012), ante el colapso electoral del PRSC, dominó nuevamente el bipartidismo con el PLD y el PRD. La división del PRD en el 2014, produjo entonces un bipartidismo debilitado con el PLD y el PRM.

Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.

En todas las elecciones desde 1978 a 2016, más del 90% de los electores depositaron su voto por el PRSC, el PRD, el PLD o el PRM, con las variantes de combinaciones electorales ya indicadas.

El maltrecho sistema de partidos políticos dominicanos, producto de las divisiones, ha enfrentado en los últimos meses una nueva prueba con el escándalo Odebrecht.

Los apresamientos del pasado lunes indican la participación de los partidos que han dirigido las cámaras legislativas desde el 2001, así como también de funcionarios diversos del Poder Ejecutivo. Si no están todos los que son, o no son todos los que están, la opinión pública, más que la justicia, determinará.

Para el PLD, partido con un inmenso control en todos los estamentos del Estado, es particularmente grave que legisladores y funcionarios de sus gobiernos estén envueltos en este escándalo. Eso debilita la legitimidad del partido gobernante, y además, contradice el discurso histórico peledeísta de que en el PLD la corrupción es casual.

Para el PRM, un partido aún en gestación, tener dirigentes que provenían del PRD en la lista de sobornados, constituye un duro golpe que limitará su desarrollo, y en particular, su ascenso electoral. En asuntos de corrupción no podrá ser alternativa efusiva al PLD.

Si se produce un rápido y mayor deterioro del PLD y del PRM, producto del procesamiento de los detenidos, el sistema de partidos políticos quedaría desarticulado, ya que ningún otro partido tiene suficiente base electoral. Y si se desarticula totalmente el sistema de partidos existente, se presentarían entonces, por primera vez, las condiciones para el surgimiento de figuras extra-partidos en la disputa por el poder.

No hay certeza al momento de lo que finalmente sucederá con el PLD y el PRM. Los procesos judiciales son incipientes y no se sabe quiénes serán, al final, los beneficiarios políticos de estos sometimientos judiciales: si serán nuevos actores o algunos de los existentes.

Lo que sí es claro es que el sistema de partidos dominicano enfrenta su peor momento; nunca ha estado tan cerca del colapso. El desafío de los dirigentes del PLD y del PRM es ver si encuentran las vías para su rearticulación.

En esa tarea, agrava que, en ambos partidos, además del impacto negativo de la corrupción y el escándalo Odebrecht, hay una lucha de facciones: en el PRM entre Hipólito Mejía y Luis Abinader, y en el PLD entre Leonel Fernández y Danilo Medina.

Es sorprendente que, en una coyuntura tan favorable para el surgimiento de una nueva fuerza político-electoral, no haya a la fecha ninguna opción claramente articulándose.

Artículo publicado originalmente en el periódico HOY

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Opinión

Los retos del 2025.

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Por Elba García Hernández

La llegada de un nuevo año crea en la gente muchas expectativas, sobre todo en el ámbito muy personal e individual.

Y lo propio ocurre con el año que está a pocos días de hacer su entrada, el 2025, el cual parece que estará acompañado de situaciones muy diversas para el Estado y la sociedad.

Sin embargo, esas malas y buenas cosas que podría traer el nuevo año, impactarán de buena o mala manera a la gente que casi nunca se fija en aquellas situaciones que dañan al conjunto de las personas humanas.

El asunto es que la vida en países como la República Dominicana está más focalizado en la consecución de logros personales, más que colectivos, dado que el neoliberalismo no sólo ha borrado valores, sino que también ha impuesto antivalores.

Por esta razón, el afán por las cosas materiales ha tomado un camino en el país que no hay nada, absolutamente nada, que lo supere.

Literalmente se puede decir que la condición humana de la vida no vale  nada, sobre todo cuando se trata de poner en una balanza diez pesos y la existencia de un hombre, de una mujer, de un niño o de un anciano.

La desintegración familiar toma cuerpo en el país y el mundo y ante esa realidad, este año 2025 debe imponerse, por lo menos por los próximos doce meses, desviar la atención de lo particular, ya que lo general siempre incluye lo individual, para poner un granito de arena en la lucha que se necesita para restablecer valores.

Sin que una cosa soslaye la otra, el país necesita que se desarrollen campañas intensas para salvar a nuestros hijos y nietos de ese interés desmedido por conseguir cosas materiales sin importar el precio.

Tienen que crearse necesariamente nuevos paradigmas y el 2025, que casi hace su entrada, debe ser el inicio del embrión de una sociedad de valores, cuyos resultados impactarían de manera general a todos y cada de los dominicanos.

Aunque este tema parezca estar fuera de contexto en esta época y ser muy místico, ahí estriba la mejoría futura de un gran país como la República Dominicana.

Sólo se necesita un por ciento muy bajo de nuestros esfuerzos para que esta propuesta, la cual está en  el marco de la lucha porque se priorice lo colectivo sobre lo particular, lleve al pais  a una sociedad  envidiable y de ensueños.

 

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Opinión

Fiesta Caamañista-Orlando

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Por Narciso Isa Conde

QUERIDOS CAMARADAS Y AMIGOS/AS PRESENTES:

Preceden a esta fiesta de la amistad, la fraternidad y la camaradería varios homenajes confluyentes: a Iván, al Bacho, a Rufino de la Cruz y las Mirabal.

Nos asalta aquí el recuerdo de un conjunto de apreciados camaradas: Félix Tejeda, Brígido Peguero, Melendito, Delta Soto y Edmundo García.

Se aproxima la fecha de Manolo Tavares y sus compañeros de Manaclas y de las guerrillas del 63.

Nos convocamos aquí para emprender la ruta hacia una gran conmemoración, el próximo 17 de marzo, del 50 aniversario del tránsito de Orlando a la inmortalidad.

Estamos alegres, que es lo propio de quienes luchamos por una vida feliz para nuestro pueblo y para toda la humanidad; alegres y en lucha por la nueva independencia, el socialismo y la libertad; venciendo siempre la carga de tristeza que impone la opresión.

Orlando fue asesinado por abrazar la verdad y rebelarse contra las injusticias.

No lo venció el Estado terrorista presidido por Balaguer, subordinado a la súper potencia más criminal de la historia moderna.

¡SUS IDEAS VIVEN!

Ellas fueron pertinentes en su tiempo y los son más aún en los tiempos presentes

Aquí sigue predominando el latifundio capitalista que tanto Orlando combatió, impera la minería destructiva, laceran el alma las desigualdades sociales, continúa aplastada la soberanía… No somos una república independiente. Este país es una gobernación de Colonia

Reina todavía el Estado Delincuente, ahora con un fuerte olor a narco-estado y un denso manto de impunidad que lo protege.

La reforma policial es una farsa: la PN sigue siendo un conjunto de bandas criminales.

A esto se agrega:

Más racismo.

Un anti-haitianismo extremadamente intenso.

Un neoliberalismo desnacionalizador, empobrecedor… moral y culturalmente degradante.

Un despliegue ascendente de violencias contra la vida y derechos de las mujeres.

Asoma el neofascismo que recorre el mundo.

La criminalidad mundial de EEUU y del sistema imperialista es tapada por una sarta de mentiras y medias verdades.

El capitalismo imperialista se ha tornado altamente destructivo de seres humanos y naturaleza toda.

No solo ataca para invadir y permanecer en los territorios asaltados.

No solo reemplaza civilizaciones por la fuerza.

No solo saquea y explota.

No solo crea riquezas generando pobreza.

Destruye violentamente lo construido.

Desorganiza sin reorganizar de nuevo.

Desarticula sociedades.

Fracciona, desintegra, dispersa, desarticula dividiendo.

Caotiza y manipula el caos…

El antes y el después de su agresión en IRAK, Afganistán, Libia, Yemen, Gaza, Haití…lo dice todo.

La crueldad contra Cuba, Venezuela, Nicaragua no tiene límites.

Ahora le toca con más intensidad a Siria…

Hasta la Europa dependiente de EEUU está en peligro…

Es cierta la amenaza de convertir su guerra global infinita en guerra mundial altamente destructiva.

En muchos casos agrede con mercenarios y con armas fabricadas por corporaciones privadas. Se trata de la privatización de las guerras: un gran negocio a base de destrucción y muerte.

Necesitamos mayores dosis de latino-americanismo, antiimperialismo, internacionalismo en nuestra sociedad y en los pueblos del mundo.

Han crecido las fábricas de mentiras y las posiciones pusilánimes propias de la dictadura mediática mundial.

Ha crecido la simulación del olvido, la ignorancia y el espíritu conservador.

Prolifera lo de preservarse aceptando la perversidad que etiqueta como nuevos héroes y heroínas a sus viejos. A los terroristas y tiranos de ayer se le atribuye la condición de honorables rebeldes defensores de la democracia.

Las monarquías despóticas forman parte de su “mundo libre”.

Los agentes del terror son exaltados como “revolucionarios” que abrazan la libertad y la democracia.

Reyes, sultanes y emires se erigen en aliados de la más alta democracia del planeta, a las que se les esculpa de todas las masacres cometidas.

Todo el que apoya su dominación encarna la lucha contra la dictadura y todo el que se resista a hacerlo, es la máxima representación de la tiranía. Ese es el gran pecado de Cuba, Venezuela y de todo aquel que ejerza soberanía.

El mundo al revés con todos los valores cambiantes.

Lo malo ayer es lo bueno hoy, todo en función de las conveniencias al margen de normas y principios.

La tapadera de fechorías y el flujo de ocultamientos, mentiras, simulaciones y falsas etiquetas, pueden reinar por un tiempo. Pero no para siempre. La verdad tarda en brotar, pero se abre paso progresivamente.

El descaro con que se esgrimen las mentiras tornan cada vez más vulnerables las simulaciones.

Para vencer todo esto… aquí y más allá…

Ayuda muchísimo volver Carlos Marx, a Federico Engels, a Lenin, a Gramsci, a Rosa Luxemburgo, a Mao, Trotsky, Mariátegui, Che, Fidel. ¡Al marxismo latino-caribeño!

Ayuda mucho… releer MICROSCOPIO.

Nos ayuda en grande estudiar a Frank Fanon, Jorge Beinstein, Kohan, Iñaki, Lautaro Rivara…

Ayuda muchísimo aprender de la teoría de género…de la teoría de la descolonización, de la ecología política.

Ayuda… reflexionar sobre los contenidos de Tiro al Blanco y si no preguntémosle a los alumnos de Olga Duvergé.

Ayuda inmensamente, participar en rebeldías sociales y aprender de sus creaciones heroicas

¡NECESITAMOS ESTUDIAR Y LUCHAR MÁS Y MEJOR!

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Opinión

La figura de la “overruling” es la esperanza de la partidocracia.

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Por José Cabral

La sentencia TC/0788/24 del Tribunal Constitucional, que declaró violatorios de la carta magna los artículos 156 y 157 de la Ley 23-24, la cual tiene la autoridad de la cosa irrevocablemente juzgada, ha puesto a la carrera a la partidocracia, cuyo apriete no parece tener una solución a la vista porque no hay recursos que puedan ser interpuestos por quienes la objetan.

Todo el mundo en el país sabe que el monopolio electoral lo tienen los llamados partidos del sistema, grandes y pequeños, de izquierda y de derecha, ya que para cualquier ciudadano sin importar sus méritos aspirar a un cargo de elección popular tiene necesariamente que adherirse a los grupos que operan a lo interno de los mismos.

Estos partidos, que conforman lo que se ha dado en llamar la partidocracia, tienen una cultura mafiosa de hacer política, cuyo buen ejemplo fueron las alianzas que hizo el PRM para las elecciones del 2020 y que cuando vieron sus reales posibilidades se dedicó a despojar a sus propios aliados de las candidaturas que les habían otorgado.

Además, el PRM montó una campaña en contra de los candidatos de sus propios aliados para que no salieran electos en esos comicios, lo que impidió que muchos de aquellos que apoyaron a Luis Abinader obtuvieran el triunfo en esas elecciones.

Lo propio pasa con las demás organizaciones que buscan aliarse en busca de algún cargo público, ya que cuando el PRM vio que el pueblo en ese momento lo prefería irrespetó a todo el que buscaba enrolarse en la administración pública.

Sin embargo, lo peor de esa partidocracia es que los partidos más pequeños utilizan a mucha gente porque su único propósito no es buscar la mejoría de la nación, sino venderse al mejor postor.

Tanto es así que hay pequeños partidos que operan como todo un ventorrillo, los cuales desde ya andan detrás de negociar con todo aquel que les ofrezca algo material o monetario, porque no tienen el menor escrúpulo.

Hay incluso partidos pequeños que ofrecen una candidatura nacional, dígase a la presidencia de la República, para luego venderse conjuntamente con sus seguidores como verdaderos cerdos, cuyos miembros nunca saben por qué cantidad fueron negociados.

En realidad, la partidocracia, que incluye al PRM, PLD, PRD, Fuerza del Pueblo, entre muchos otros, es una verdadera vergüenza y aunque falta ver el impacto que podrían tener las candidaturas independientes a partir de la sentencia del TC, porque incluso se abre una brecha para que cualquier pelafustán aparezca como un salvador, pero la verdad es que esta fórmula es más democrática y participativa.

De manera, que vista la sentencia del TC y el pataleo de los partidos que conforman la partidocracia, sólo existe una posibilidad que puede salvar a los partidos tradicionales del golpe recibido y es la figura del overruling, la cual consiste en que el mismo Tribunal Constitucional rectifique la decisión tomada, lo que representaría, sin lugar a dudas, la pérdida total de la credibilidad de la alta corte.

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Edificio La República: Restauración No. 138, cuarta planta, Santiago, República Dominicana. Teléfono: 809-247-3606. Fax: 809-581-0030.
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