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Opinión

PGR: Definiendo el destino dominicano

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Por Melvin Múñoz

No tienen plena consciencia de lo que está en juego. Ni siquiera tienen como comparar, porque en este país nunca ha prevalecido un régimen de derecho. Nunca se ha hecho justicia.

El hombre propone y Dios dispone decía mi madre. Luis Abinader pudo haber soñado con una presidencia apacible, conciliadora, progresista, moderna y limpia como refleja claramente la composición de su primer gabinete. Sin embargo, le ha tocado una Presidencia confrontacional, turbulenta, pandémica y peligrosa.

El presidente de la República, normalmente, es el protagonista principal de la vida política del país. No en este caso cuando la vida nacional y  la sociedad están definidas por la gestión del Ministerio Público más que por las otras acciones del Gobierno.

El enfrentamiento del Ministerio Público a los acusados de corrupción pone del mismo lado por afinidades y complicidades a una parte del gran empresariado, el generalato y las maquinarias políticas tradicionales incluyendo los exfuncionarios de Medina. Estos sectores tienen conciencia plena de lo que está en juego.

Los trabajadores, estudiantes, profesionales, clases medias en general y la mayoría del empresariado son las grandes víctimas de la corrupción y como tal están vitalmente interesadas en sanear la justicia para el saneamiento de la administración pública pero, a diferencia de empresarios, generales y políticos, estos otros sectores no tienen plena consciencia de lo que está en juego. Ni siquiera tienen como comparar porque, en este país, nunca ha prevalecido un régimen de derecho. Nunca se ha hecho justicia.

Cada cual parece vivir su presente sin percatarse de que, la batalla que ahora enfrenta el Ministerio Público con los acusados de corrupción no es una batalla cualquiera sino la mas importante y decisiva que se haya librado jamás en este país.

Lo que se está haciendo o intentando hacer en este país ahora, generalmente se ha alcanzado en otros países por medio de revoluciones sangrientas o tras largos procesos de maduración de las luchas políticas que a veces duraron décadas y hasta siglos. Por lo tanto, los dominicanos estamos frente a:

1.- La oportunidad de refundar la república sin derramamiento de sangre y de hecho evitando gran parte de los traumas y sacudidas que suelen dar a luz estos procesos.

2.- El triunfo del pasado, la prevalencia de los vicios y el camino de regreso a mas de lo mismo pero agravado por el fracaso de esa esperanza.

Políticos, generales y empresarios no quieren justicia; están empeñados en forzar al presidente Abinader a deshacerse de doña Miriam, forzarla a renunciar o incluso, los más temerarios y los más comprometidos planeando deshacerse del propio presidente si este insiste en rehusar la destitución de aquella.

Ahora bien, lo que no saben o prefieren no saber por ahora esos empresarios, políticos y generales es que, lo que no se haga ahora por las buenas, tendrá lugar como quiera por las malas y ahí tienen a Colombia, Chile, Bolivia y México por solo citar algunos casos. Añádase a esto que, nuestra geografía alberga  unos 20 millones de negros, mulatos, mestizos y blancos en 73 mil Kms2.y  aunque seamos repúblicas distintas la frontera es penetrable y ya hay mas de un millón dentro.  Saquen su propia cuenta.

No creo que Luis Abinader buscara conscientemente provocar este enfrentamiento. Pero ya está planteado. Es un hecho. Acaso no fue una iniciativa del poder político sino una exigencia de la sociedad civil pero lo cierto es que ha desarticulado por completo el panorama político nacional desplazando temporalmente la importancia relativa del propio presidente, pero a la vez creando las condiciones para erigir la suya en la mas trascendental de las presidencias que haya tenido la república.

La ruta para el presidente Abinader es pues de conflicto algo para lo cual no se le conoce vocación, sin embargo, el sabe bien que, si cediera a las presiones de esos generales, políticos y empresarios el día siguiente de la destitución de doña Miriam su legitimidad colapsa, su gobernabilidad se pierde y el pasa a la historia como otro de nuestros grandes fracasos: la antesala de la catástrofe.

Si el presidente Abinader destituyera a doña Miriam, todo el mundo sabría que no fue por falta alguna de ella sino porque él cedió a las presiones de los que no quieren que se haga justicia lo cual lo posicionaría como un presidente débil que rehuyó un pleito ganable donde se jugaba el destino de la nación  Después de eso, es el acabose. ¿Quién que se respete aceptaría el cargo de procurador?  ¿Quién tendría credibilidad y autoridad moral para ejercer ese cargo?

Durante los dos últimos años de Danilo Medina el país no se rompió en 20 pedazos porque la gente esperaba las elecciones y el cambio. Eso bastó para mantener la paz.  Ahora, si el cambio se revelara como un fracaso, ¿qué queda? ¿Qué hay más allá?

Hay mucha gente que no entiende que el presidente Abinader, incluso si fuera a pesar suyo, encarna y representa, en esta coyuntura la gloria de la justicia o la catástrofe de la impunidad. No espero que destituya a doña Miriam como reclaman los que siempre traicionaron la patria y, como muchos otros, estamos listos para salir a defender al Ministerio Público, al presidente y la Constitución ante cualquier amenaza.

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Opinión

El voto en blanco, un instrumento útil en una desacreditada democracia.

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Por José Cabral

En un país donde la politiquería lo ha dañado todo, absolutamente todo, hay que apelar a una herramienta que puede servir de mucho y se trata del voto en blanco como una forma de llamar a la atención silenciosa a unos partidos que nada les sirve de escarmiento.

 En las pasadas elecciones municipales hubo un ensayo que, aunque no se trató exactamente del voto en blanco, sino del nulo, cuya última no parece ser la mejor opción, porque no son contabilizados y en consecuencia no surten ningún efecto, todavía requiere de una acción más contundente.

En cambio, el voto en blanco luce como una herramienta que como ya se ha planteado en diferentes lugares del mundo, representa una forma de protesta ante la conducta depravada y corrupto de los actores de la vida política nacional e internacional y sirve como una expresión democrática.

Sin lugar a dudas, que el voto en blanco puede ser la clave para darle una nueva vida y mayor credibilidad al sistema electoral dominicano y como vía de consecuencia a la democracia.

El alto nivel de abstención electoral es un espejo de la falta de estímulo del votante porque sufre desde hace décadas el mismo proceder de todas las organizaciones que conforman la odiosa partidocracia.

El voto en blanco podría constituirse en un instrumento útil para evitar  que el desacreditado sistema político dominicano caiga en la ilegitimidad, aunque no necesariamente en la ilegalidad, pero que este paso, sin duda, haría reflexionar a los que no les importa los intereses de la mayoría, sino los propios, de grupos y de otros particulares.

Sería como una especie de desaprobación constructiva como ya lo planteo alguien en una reflexión sobre este mismo tema.

En algunos países del hemisferio el voto en blanco es un mecanismo de cambio, ya que si esta opción logra la mayoría podrían repetirse las elecciones, pese a que para que esto ocurra en la República Dominicana habría que modificar las leyes del régimen electoral.

Pero de cualquier modo no deja de ser útil el voto en blanco para enviarles un contundente mensaje a todos los «vividores» de la política vernácula, sobre todo porque el país no está muy lejos de tener un total colapso institucional.

Se imaginan los dominicanos preocupados con el sendero que lleva el país enviar un mensaje en las urnas de que ninguno de los candidatos merece su voto y la repercusión que esto podría tener en el ámbito nacional e internacional.

Como ya se ha dicho el voto en blanco no es una expresión de apatía, sino de inconformidad, es una forma de dejar claro que no se quiere ninguna de las opciones presentadas.

A votar en blanco el próximo 19 de mayo y la mayoría de la gente verá como las cosas comienzan a cambiar, incluso el burocratismo que caracteriza a las instituciones públicas, las cuales en el marco de la concepción de los partidos políticos que controlan el Estado, son un patrimonio particular de cuyas acciones no tienen que rendirle cuenta a nadie.

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Opinión

Cuando el poder del discernimiento no es suficiente

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Por Isaías Ramos

El discernimiento es esa capacidad esencialmente humana que nos permite analizar, evaluar y comprender profundamente las encrucijadas que la vida nos presenta. Reflexionamos críticamente, balanceando aspectos racionales y emocionales, buscando esa chispa de claridad en cada decisión.

Pero, ¿qué sucede cuando el discernimiento parece fallar ante decisiones cruciales cuyas opciones parecen, todas, llevar a consecuencias negativas?

En esos momentos de incertidumbre, cuando el corazón pesa y el camino hacia adelante se nubla, es fundamental mantenernos fieles a nuestros principios. No podemos permitirnos el lujo de engañar a nuestra conciencia o justificar pequeñas traiciones por conveniencia o desesperación.

Actualmente, nuestra nación se encuentra inmersa en la recta final de una campaña electoral insulsa. Nos enfrentamos a una alarmante escasez de candidatos que realmente encarnen los valores y principios que nuestros padres de la patria instauraron. ¿Dónde están esos líderes capaces de trazar un camino claro hacia el futuro que deseamos? Las elecciones se acercan, y la oferta política parece más desalentadora que nunca.

Esta crisis de liderazgo es un claro desafío al poder del discernimiento individual. Nos vemos obligados a elegir en un panorama desolador donde predominan las promesas vacías y las estrategias populistas, más enfocadas en el engaño y la manipulación que en ofrecer soluciones reales. Las mismas caras, desgastadas por escándalos y fracasos, siguen ocupando el escenario político, insistiendo en que merecen otra oportunidad.

El discernimiento, sin embargo, debe ir más allá de la simple elección entre las opciones presentadas. Debe implicar una búsqueda activa de alternativas, un impulso hacia la creación de nuevas posibilidades que reflejen nuestros ideales más elevados. En estos momentos de crisis, es donde más se prueba la resiliencia de nuestra democracia y la integridad de nuestro compromiso con los valores fundacionales.

¿Cómo podemos confiar en aquellos que han sido parte del sistema corrupto que tanto ha dañado a nuestro país? La falta de visión política, la ausencia de transparencia y la escasez de propuestas innovadoras solo refuerzan la percepción de que la mayoría de los candidatos carecen del compromiso genuino necesario para liderar verdaderos cambios.

Es imperativo recordar que somos herederos de una nación forjada con principios y valores trascendentales. Frente a esta encrucijada crítica, debemos recordar nuestra responsabilidad como ciudadanos informados y conscientes. Cada voto que emitimos refleja nuestra dignidad y respeto por nosotros mismos. Vender o traicionar nuestros principios más íntimos equivale a despojarnos de nuestra propia humanidad.

Sucumbir a la tentación del egoísmo y la falta de integridad nos aleja de nuestra verdadera esencia y nos sumerge en un camino oscuro, impulsados por intereses mezquinos en lugar de valores profundos y duraderos. En este contexto, el discernimiento por sí solo no basta.

En el Frente Cívico y Social, entendemos que solo unidos podemos superar este desafío crucial y abrir paso a una nueva era política fundada en valores auténticos y proyectos transformadores. El tiempo es esencial y nuestra nación merece lo mejor.

No permitamos que la falta de visión y principios nos condene al estancamiento perpetuo. Juntos, podemos redescubrir el significado de la política como servicio verdadero al pueblo, redefiniendo así el futuro de nuestra nación.

El cambio está en nuestras manos. Es hora de reclamar nuestro futuro, de construirlo sobre los cimientos de nuestra integridad. ¡Despierta, RD!

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Opinión

La entrega de los nacionales de un Estado a la Corte Penal Internacional

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Por Rommel Santos Díaz

La Corte Penal Internacional requerirá en ciertas ocasiones  que un Estado Parte entregue a sus propios nacionales, cuando la persona sea sospechosa de haber cometido un crimen de la competencia de la CPI. No obstante, esto podría representar dificultades para aquellos Estados en los cuales su constitución expresamente prohíba  la extradición de sus nacionales, y podría requerir de soluciones creativas.

Los Estados deberían tomar en cuenta el ¨carácter específico de la Corte¨ al decir sobre la mejor manera de asegurar  que la nacionalidad de la persona requerida no afecte su entrega a la Corte Penal Internacional.

Los Estados Parte del Estatuto no podrán alegar bajo ninguna circunstancia que la nacionalidad del acusado, o una disposición constitucional que prohíbe la extradición de nacionales impida su entrega.

Para muchos Estados, la posibilidad de entregar sus nacionales a la CPI no necesita la implementación de una ley particular  más que aquella que prevea la entrega de cualquier persona  a la CPI.No obstante algunos Estados poseen una constitución que expresamente prohíbe la extradición de los nacionales. Estos Estados deben de escoger entre estas  dos opciones:

  1. a)Algunos Estados podrían distinguir en su legislación entre la extradición de una persona  a otro Estado y la entrega de una persona a la CPI, lo cual permitiría la entrega de nacionales a la CPI a pesar de la restricción a la ´´extradición¨ de nacionales a tribunales extranjeros, sin obstaculizar la habilidad del Estado  de cooperar plenamente con la CPI.

La ventaja de esta medida consiste  en el procedimiento simple a seguir para la entrega de una persona acusada a la CPI. También reconoce el carácter específico de la competencia de la CPI , la cual no puede considerarse como una jurisdicción extranjera , y prevé una manera más eficiente de proceder con la cooperación.

  1. b)La reforma podría ser mínima, dirigida solo a la introducción de una excepción al principio, asegurando  que la constitución no sea violada por la entrega de un nacional a la CPI. La ventaja de una enmienda constitucional con una referencia específica a la CPI yace en el hecho de que elimina cualquier posibilidad de que surja un conflicto normativo a  escala nacional.

Lo planteado anteriormente garantiza que los tribunales nacionales dicten sentencias de conformidad con sus obligaciones legales respecto al Estatuto de Roma, pese al posible dilema de entregar a un ciudadano a otro sistema judicial.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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