Por José Cabral
Si fuera por lo que dicen todos los imputados en el caso ODEBRECHT, nadie ha hecho nada, porque se trata de angelitos que no le hacen daño a nadie.
Desde Julio César Valentín hasta Temístocles Montás, siempre han tenido una vida honesta y nunca les han hecho daño a nadie, siempre de acuerdo con sus declaraciones.
Ellos olvidan que el sometimiento en su contra es porque hay documentos y testimonios que provienen del epicentro del escándalo, que es Brasil, sede de la companía corrupta y corruptora ODEBRECHT.
Los nombres de los hasta ahora imputados iban a salir a la luz pública aunque hubieran recibido el encubrimiento de la Procuraduría General de la República, la cual hubiera quedado muy mal parada, no sólo en el país, sino también en el campo internacional.
Lo bueno del asunto es que prácticamente todo lo que envuelve el presente proceso será publicado, ya sea por la fiscalia de Brasil o por la instancia correspondiente del Gobierno de los Estados Unidos.
Pero resulta que todo el mundo es inocente, nadie ha hecho nada y son honestos a carta cabal, lo cual en su momento tendrá también sus consecuencias en virtud de que los imputados están también involucrados en otros asuntos no muy nobles.
Vendrá una lucha muy fuerte, porque algunos de los acusados entienden que han sido abandonados a su suerte por el presidente Danilo Medina, quien también tiene muchas cosas que explicar, pero el mandatario ha apelado a la expresión “Sálvese quien pueda”.
Nadie tiene la menor duda de que el presidente Medina ha cargado más el dado hacia los que se identifican con la corriente de Leonel Fernández y los del Partido Revolucionario Moderno, pese a que ningunos están libres de culpas.
En medio de la grave situación presentada, ¿es acaso correcto que un partido defienda a algunos de los acusados?, pese a que debían esperar a recabar las pruebas en la que se sustenta la acusación.
En el presente caso del ODEBRECHT todavía falta mucho por ver, porque en el mismo no sólo está comprometido el “Buen nombre de algunos”, sino de los partidos a los que pertenecen, los cuales ya han decidido asumir su defensa.
Son de las cosas que no se entienden en un país, donde estos desacreditados partidos son cómplices de los actos bochornosos de sus dirigentes, no importa que se hayan robado media nación.
A ese nivel está el descaro y la desvergüenza nacional.