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Opinión

Transfuguismo y el Estado clientelar todopoderoso

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Por Rosario Espinal

El Estado dominicano es un imán porque tiene grandes tentáculos clientelares a través de empleos, contratos y subsidios.

Actualmente, el transfuguismo es tema recurrente en la política dominicana. A veces se toma como un legítimo derecho de los buenos hacia mejores organizaciones políticas, y otras como falta de lealtad partidaria de los tránsfugas.

Ahora bien, cuando muchos pasan de la oposición al Gobierno, se puede asumir que es una acción fundamentalmente oportunista. Una reubicación política en busca de beneficios que, de no hacerse el transfer, se perderían.

El Estado dominicano es un imán porque tiene grandes tentáculos clientelares a través de empleos, contratos y subsidios.

El proceso comenzó en los 12 años de Joaquín Balaguer (1966-1978) con nóminas abultadas en la Corporación Dominicana de Empresas Estatales (CORDE) y obras públicas otorgadas grado a grado. Así Balaguer desarrolló una base de apoyo urbano, a pesar de la represión de aquellos años.

La crisis económica de la década de 1980 limitó la capacidad clientelar del Estado dominicano y trajo fuertes protestas sociales que dificultaron al PRD gobernar.

A principios de la década de 1990, Balaguer impulsó reformas de ajuste económico, y a fines de esa década, el PLD la llamada capitalización de las empresas del Estado (más bien su desaparición), en un contexto de auge neoliberal.

En ese entonces, Balaguer declinaba físicamente y el sistema de partidos se reconfiguraba con el PLD y el PRD como partidos dominantes.

La crisis financiera de 2023-2004 descuadró la expectativa del PRD de gobernar por largo tiempo después de su retorno en el 2000. Y esa crisis abrió la compuerta para el retorno del PLD al poder en el 2004.

A partir del 2004 comenzó a fortalecerse el Estado clientelar dominicano en un contexto de crecimiento y estabilidad macroeconómica. Aumentó considerablemente el Presupuesto Nacional, la empleomanía pública, los contratistas del Estado de bienes y servicios y se establecieron nuevos programas de asistencia pública.

Así, el Estado clientelar limitado que estableció Balaguer, y no pudo ampliarse significativamente en las décadas de 1980 y 1990 por las sucesivas crisis económicas, fue sustituido por el Estado clientelar todopoderoso en este principio del Siglo XXI.

En una economía como la dominicana de bajos salarios, limitada creación de empleos privados y amplia economía informal, el Estado es ancla del sector formal de la economía, y un actor clave para la expansión de los distintos estratos de clase media.

Para ilustrar, de 2009 a 2023, la cantidad de empleados públicos en la República Dominicana aumentó de 327,691 a 732,537, para un incremento de alrededor de 120%. Esos empleos públicos han representado en los últimos 15 años entre 27% y 31% del empleo total, y actualmente, el mayor gasto del Gobierno es la nómina pública que se lleva alrededor del 23% del presupuesto (datos del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles, CREES).

Esto es clave para entender el transfuguismo que abunda en la política dominicana. Muchos empleos y otros beneficios provienen del Estado; por ende, muchos dominicanos, políticos o no, se mueven hacia el partido en el poder. Ocurrió con el PLD y ocurre ahora con el PRM.

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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