Por Rosario Espinal
El VIII Congreso del PLD fue insípido e incoloro. No dejó huellas importantes en la sociedad dominicana. No hubo innovación, ni siquiera reafirmación, ideológica ni programática. Sólo se recordará que los danilistas le ganaron a los leonelista.
Con una dirección partidaria frisada por más de una década, el PLD se abocó a agrandar sus dos principales órganos directivos: el Comité Central y el Comité Político. ¡Ah!, pero sólo a agrandar, porque la dirigencia no se sometió al concurso electoral.
Como la mayoría de los nuevos miembros electos al Comité Central y Político son colaboradores de Danilo Medina, el resultado neto del VIII Congreso del PLD es que el grupo de Medina arrasó y obtuvo un gran poder en la estructura partidaria.
Este dato tiene significación porque de 2007 a 2011, es decir, después de la derrota en las primarias peledeístas de 2007, Medina experimentó un significativo declive de poder al alejarse del gobierno, y dejar su suerte presidencial a la posibilidad de que Leonel Fernández lo apoyara en el 2012.
En un país presidencialista como República Dominicana, la apuesta de Medina era arriesgada, aunque no tenía mejor opción. Le ayudaba que la Constitución de 2010 impedía la reelección consecutiva, lo que restringía las opciones de Fernández para otra repostulación.
Leonel Fernández hegemonizó la campaña, e igual hizo en la transición. Danilo Medina era un conocido estratega político pero no tenía fuste reconocido de líder nacional. Sus limitados recursos discursivos en relación con Fernández siempre disminuyeron su estatura política.
La tortilla se volteó en los primeros meses del nuevo gobierno por dos razones: un amplio segmento de la población identificó a Leonel Fernández como el culpable de los males: corrupción, delincuencia, déficit fiscal, aumento de impuestos, etc.; mientras Danilo Medina se desdobló en el político bueno: abrió los oídos e hizo algunas concesiones importantes a la población.
Fernández, distante y calculador, fue reemplazado por Medina, interesado en acortar distancia con la población.
Con todos los resortes de poder acumulados por Fernández dentro y fuera del PLD en 12 años de presidencia, sólo un altísimo nivel de popularidad podía servir de escalera para llevar a Medina a la cima presidencial, y lo ha logrado. Durante el último año y medio, Medina ha cultivado con esmero su imagen y ha tomado medidas de impacto popular, comenzando con la asignación del 4% a la educación.
Pero todos esos logros serían insuficiente para asegurar poder hacia adelante. Por eso los danilistas no dejaron espacio para derrotas en la elección de los miembros del Comité Central y Político. Con amplios recursos y la mayoría de los cuadros peledeístas de su lado, Danilo Medina decidió alzarse con la mayoría de los puestos en ambas instancias de dirección.
Es leyenda mexicana que la diarrea que produce la comida a los extranjeros data de la venganza de Moctezuma contra los españoles por no tomar en cuenta a los nativos. La barrida de los danilistas sin pactismo con el leonelismo ha sido su venganza; y no sólo eso.
Ahora son miembros del Comité Político compañeros de Medina con quienes probó suerte durante su ostracismo entre 2007 y 2011, y con ellos contará para ejercer poder en el PLD y en la política dominicana hacia el 2016 y después.
Esta nueva correlación de fuerzas no significa que el liderazgo de Fernández eclipsó, sino que el leonelismo ya no corre solo. De ahora en adelante tendrá que negociar y medir fuerzas con el danilismo que dispara fuerte desde el partido. Esta es la única novedad del VIII Congreso del PLD.
Artículo publicado originalmente en el periódico HOY