En la República Dominicana la mayoría de los políticos, por no decir casi todos, nos tienen acostumbrados a decir exactamente lo contrario de lo que realmente quieren y anhelan para el pueblo dominicano.
Los políticos o tal vez fuera mejor llamarles politiqueros se empeñan en vender lo que no tienen en planes ejecutar, porque todo consiste en llegar al poder para luego exhibir una conducta totalmente opuesta a lo prometido.
Dos buenos ejemplos de esta práctica demagógica son el actual presidente Danilo Medina y el exjefe de Estado Leonel Fernández, quienes incluso tienen llenas sus cabezas de unos logros que nadie ve.
Ambos son expertos en armar unos discursos que ponen a dormir a los dominicanos y los mismos dan la impresión de que no somos un país del tercer mundo, sino del primer mundo.
Esta es una conducta, por lo menos de estos dos políticos, que los ha convertido en los principales ejemplos que viven exactamente de lo contrario de lo que dicen y prometen, pero con la particularidad de que están plenamente convencidos de que ellos lo hacen muy bien.
El que ha seguido la trayectoria de Danilo Medina y Leonel Fernández puede darse cuenta que ambos tienen mucha similitud, pero el segundo parece ser mucho más sofista que el primero, aunque el mandatario se ha vuelto un rebuscador de palabras y expresiones con un discurso con voz fingida de una supuesta sensibilidad que nunca ha tenido.
Sin embargo, tienen la misma sagacidad para enriquecer a gente que por motu propio no le hubiera sido posible, porque tal vez el único aval de algunos de esos muchos nuevos millonarios eran sus apellidos, que por lo menos mediáticamente o a través de la percepción se vendían como de gran poder económico sin tenerlo.
Se debe admitir que en el caso de Leonel sus teorías están llenas de lógicas, pero las mismas son como una especie de utopía con las que sólo se puede soñar, pero no comer ni resolver los problemas fundamentales y elementales que sufre la sociedad dominicana.
De cualquiera manera, parece muy difícil que gente como Leonel y Danilo cambien su simulación y doble moral, porque ya se han formado de esa manera y esa conducta ya es parte de una cultura personal que les sirve para decir exactamente lo contrario de lo que quieren.
La realidad es que el panorama político nacional les abre a ambos miles de posibilidades para seguir por su camino de la demagogia y la dilapidación del patrimonio nacional sobre la base del uso de una de las figuras más nobles y éticas que ha parido la tierra dominicana como lo fue el profesor Juan Bosch.