Este martes 3 de noviembre los estadounidenses se levantan con la gran responsabilidad de salvar su nación del odio, las confrontaciones raciales y de hacer brillar la bondad que tradicionalmente ha caracterizado a su pueblo.
Millones de ciudadanos de la nación más poderosa del mundo están frente a la posibilidad de preservar su ejemplo de dotar de oportunidades a toda su gente y que la única referencia sea el talento y la convivencia pacífica.
Nadie puede negar que los Estados Unidos ofrece a su gente un desarrollo pleno en el marco de una democracia que luego de superadas las confrontaciones raciales de otros tiempos ha sabido promover una serie de valores que cualquier pueblo del mundo quisiera imitar.
Sin embargo, la vida de los norteamericanos fundamentadas en la cultura anglo protestante ha parecido estar amenazada por la estimulación del odio, el racismo y la violencia que promueve desde la presidencia de la República, Donald Trump.
Este mandatario de alguna manera se ha convertido en el hazme reír del mundo, porque se opone a todo y no busca ser un ejemplo para naciones que carecen de una cultura democrática y de respeto a los derechos humanos.
Constituye una verdadera vergüenza que un presidente de la nación más poderosa del mundo promueva la violencia, la discriminación por el color de la piel o por la procedencia de algún lugar del mundo marcado por la pobreza y las grandes carencias.
Estados Unidos debe continuar su camino de una nación llena de oportunidades para gente de todas partes del mundo, porque esa diversidad hace a este país único y maravilloso, donde se pueden juntar árabes y palestinos y compartir como hermanos.
Este periódico no comparte la concepción del mundo y de la vida del actual presidente de los Estados Unidos, porque se sale de los propósitos de promoción de la paz y de los más importantes valores que deben enarbolar los seres humanos sin importar en que lugar del mundo se encuentren.
Donald Trump es enemigo de todo e incluso de él mismo y hasta de su propia gente, porque sus palabras ofensivas y agresivas son un mal ejemplo para el logro de un mondo más tolerante y respetuoso de la diversidad y del estado de derecho.
Es un momento crucial para los Estados Unidos de América, donde están las grandes oportunidades de aquellos que no tienen nada y que lo han elegido como su lugar preferido y de su salida con talento de la pobreza que marca a muchos pueblos del mundo.
Llegó el momento de recuperar lo perdido y retomar el camino de la institucionalidad con un rechazo contundente a la grosería, la violencia, la estimulación de la discriminación racial y de la pobreza.
La suerte está echada.