El Gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) no para de dar palos a ciegas, cuya confirmación se produce con la escogencia de los miembros de la Comisión para la Transformación y Profesionalización de la Policía Nacional.
No se trata de descalificar a nadie, pero cualquier medida a tomar sobre los grandes problemas que aquejan a la institución del orden debe partir de la realidad de que esa labor se sustenta en una ciencia, en conocimientos técnicos.
En tal virtud, no se entiende que en esa Comisión aparezca gente que parece traída por los moños porque no sabe absolutamente nada del asunto y que lo único que ha hecho es emitir a través de un medio de comunicación su opinión sobre la ocurrencia de algunos hechos.
La pregunta que cualquiera se haría qué buscan tantos periodistas y comunicadores en una comisión que debía estar conformada por técnicos en la materia o por especialistas en asuntos de seguridad?
Ese detalle le quita credibilidad a la Comisión para la Transformación y Profesionalización de la Policía Nacional, lo cual deja claro que en el Gobierno se ha escogido el camino de dar palos a ciegas, de la improvisación y ello indica que no sabe hacia dónde va.
Mientras el problema de la corrupción prácticamente generalizada en la Policía Nacional no se aborde desde una perspectiva integral, que implique la reforma total del Estado, no podrá haber transformación y profesionalización, cuyo último detalle debe incluir un aumento sustancial de salarios, pero sin ponerlo por encima de la creación de una academia que cambie la visión distorsionada de la función del agente de esta institución en el seno de la sociedad y como garante de la seguridad pública y ciudadana.
República Dominicana es probablemente el único lugar del mundo donde un presidente se le antoja incorporar a cualquier ciudadano a una comisión que se requiere de conocimientos científicos en determinadas materias por el simple hecho de que un amigo o cuadro político se lo sugirió al jefe de Estado.
Esa forma de hacer las cosas es lo que provoca que la gente no tenga confiabilidad en las acciones de las autoridades para darle una solución definitiva a un asunto tan grave como el de la seguridad.
Es como si se tratara de un juego que ha hecho perder la proyectada buenas intenciones, por lo menos del presidente de la República, de hacer las cosas bien hechas.
Zapatero a su zapato, dice una vieja expresión popular, por lo que se impone que una medida que busca reformar y profesionalizar a una institución tan importante como la Policía Nacional esté fundamentada en el camino que traza la ciencia policial y la especialización en seguridad.
Así no se llega muy lejos.