Opinión
El pecado original del CESI
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13 años agoon
Por: Hamlet Hermann
El Consejo Económico, Social e Institucional (CESI) fue convocado recientemente por el presidente Danilo Medina para desarrollar una discusión en busca de la reforma fiscal que pudiera atenuar la crisis económica y financiera heredada del anterior gobierno peledeísta.
Sorpresivamente, el proponente solicitó posponer el encuentro. Aprovechando este hiato, es sano rebuscar en los orígenes del CESI para estar precavido sobre su relativa importancia en los manejos de los gobernantes. Ese órgano no gubernamental fue creado mediante decreto del presidente Leonel Fernández el 25 de enero 2005. Tendría como atribución general “conocer y emitir su opinión sobre problemas de cualquier naturaleza que fueran de interés nacional, constituyéndose en un espacio institucional permanente de diálogo y deliberación en procura de la concertación social”.
La primera prueba de la utilidad política del CESI tuvo lugar dos meses después de la creación en el encuentro que convocaron su Presidente, monseñor Agripino Núñez, y el Director Ejecutivo, ex Rector universitario, Rafael Toribio. Propiciaron entonces un debate esclarecedor sobre las factibilidades de un tren subterráneo a lo largo de la avenida Máximo Gómez, considerado por el presidente Fernández como “su sueño de niño”. Se escucharon allí las contradictorias ponencias de los ingenieros Hamlet Hermann, quien proponía ajustes estructurales del transporte, y Diandino Peña, designado por decreto presidencial como Ministro del Metro de Santo Domingo. Otros proponentes de vehículos sobre rieles también participaron. Hermann había sido Director fundador de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) y organizador del tránsito en Santo Domingo y en Santiago. Peña se había desempeñado como Secretario de Obras Públicas.
Los miembros del CESI aclararon sus dudas y concluyeron que “en estos momentos la construcción de un Metro no es una solución oportuna y adecuada”. Optaron por sugerir la propuesta en base al uso de autobuses, porque podría dar solución a los problemas inmediatos dentro de un corto plazo, a mucho menor precio. El presidente Fernández recibió la misiva en el Palacio Nacional de manos de Núñez y Toribio. Este último publicó: “A pesar de que no estaba en la línea de las expectativas que se habían creado sobre la inmediata construcción del Metro, la recomendación fue aceptada por el Presidente”.
Sin embargo, apenas dos meses después, ignorando el compromiso contraído con el CESI, el presidente Fernández sorprendió a la ciudadanía al crear la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) en la ominosa fecha 11 de septiembre de 2005. Evidentemente, aquella sería la nueva plataforma desde la cual se relanzaría indetenible el Metro de Santo Domingo. Sintiéndose defraudado por la falta de transparencia y la injustificable doblez presidencial, el Director Ejecutivo, Rafael Toribio, renunció al cargo. Agripino Núñez se mantiene todavía en su cargo.
Luego de consumada la tarea de crear un nuevo organismo para que se ocupara exclusivamente del Metro, se inició un confuso proceso administrativo en el que OPRET se dirigía desde la empresa particular del ingeniero Peña. Desde aquel momento hasta hoy han transcurrido exactamente siete años y OPRET ha gastado, con cuestionable transparencia, cerca de tres mil millones de dólares. El gobierno de Fernández restó esa enorme suma de la educación, la salud y la agricultura, al tiempo que endeudaba al país hasta lo impagable.
La eficiencia de estas obras resultaron mucho menores que lo prometido por el presidente Fernández cuando trataba de convencer a la opinión pública de las bondades de “su sueño de niño”. Luego, no se conformaron con el ineficiente Metro propuesto inicialmente, sino que iniciaron la construcción de una segunda línea subterránea. Ningún funcionario está en condiciones de probar que el tránsito de Santo Domingo ha mejorado en relación con 2005 a pesar de las megaobras realizadas.
El CESI tuvo razón en aquella recomendación al presidente Fernández, pero pudo más el interés particular que las necesidades sociales. Vaya esta experiencia a los actuales miembros de ese organismo para que sepan a qué atenerse cuando discutan la cacareada reforma fiscal. Si por las experiencias anteriores nos guiamos, el empresariado estaría obligado a coincidir con las propuestas del gobierno. O prepararse para servir de coartada de aquellos que se niegan a reducir los gastos gubernamentales y sólo ven solución en desnudar a quien ya no le queda ropa.
Artículo de opinión publicado originalmente en el periódico HOY
Opinión
Trump ordena, Abinader se arrodilla y el Pentágono invade
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3 días agoon
diciembre 11, 2025Por Narciso Isa Conde
Santo Domingo.– Al aceptar la determinación de Trump y del Pentágono, de intervenir militarmente los aeropuertos de San Isidro y Las Américas, el espacio aéreo y aguas territoriales de nuestro país, para agredir militarmente a Venezuela y a otros países de la región, Luis Abinader ha cometido el delito de traición a la patria dominicana y la peligrosa afrenta de sumarse al plan de guerra e intervención de EE.UU. en esta región.
¿Qué implica la intervención militar en bases dominicanas?
La base militar de San Isidro es la más grande del país, concentra el mayor poder de fuego (aviación, cuerpo de paracaidistas, infantería y blindados) y pasa a ser intervenida por el Comando Sur del Pentágono.
No se había visto una cosa parecida luego de la intervención militar de abril de 1965: en los últimos 60 años la intervención militar de EE.UU. se mantuvo camuflada como «asesorías», «visitas», «ejercicios» y «operaciones» puntuales; pero ahora la intervención se asume directa, invasiva, indefinida y con tropas especializadas.
La Constitución vigente -a pesar de lo conservador, autoritario y neoliberal de su contenido- obliga a Abinader a rechazar cualquier agresión a nuestra soberanía y cualquier intervención en los asuntos internos de otros países.
¿Cuál es el contexto político y regional de esta acción?
En verdad, no se trató de un «acuerdo», sino de una orden de Trump y el Pentágono, fielmente cumplida por Abinader, en medio de un despliegue naval en el Caribe y áreas del Pacífico; apuntando contra Venezuela y Cuba, en primer lugar y sucesivamente.
Pero también contra los gobiernos de México y Colombia (Colombia ya invadida por 10 bases militares), sin descartar Nicaragua, ni a otros países que no se le dobleguen a un imperio furioso por su decadencia, empecinado en saquear petróleo, gas, minerales estratégicos, biodiversidad y fuentes de agua en Nuestra América.
El cartel mayor del Hemisferio Occidental es Wall Street y el mercado más grande es el Norte Revuelto y Brutal, mientras aquí abundan las narco-complicidades en altas instancias del Estado.
Este es un narco-estado y si no lo creen, examinen los largos años de impunidad de altos funcionarios civiles, militares y empresarios protectores de los capos Quirino, Figueroa Agosto, Toño Leña, Cesar El Abusador, Arturo del Tiempo, Nelson Solano, Miguel Gutiérrez, Miki López, Yamil Abreu y los capos del Cartel del Cibao, que primero financió al PLD y luego al PRM.
Examinen la narco-política del PRM y por qué las conexiones del narco con sus jefes políticos en funciones gubernamentales no se atacan ni se sancionan.
Opinión
Educación y carácter: deuda que RD no puede posponer
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3 días agoon
diciembre 11, 2025Por Isaías Ramos
Santiago nos golpeó con dos tragedias que el país no puede normalizar. Noelvin Jeremías Cabrera, de 14 años, murió tras un conflicto vinculado al entorno escolar luego de salir del Politécnico Simón Antonio Luciano Castillo; otro adolescente guarda prisión preventiva mientras se conoce el proceso.
Días después, Stephora Anne‑Mircie Joseph, de 11 años, falleció por ahogamiento durante una excursión escolar del Colegio Leonardo Da Vinci. Según informó el Ministerio Público, el caso se investiga como homicidio involuntario y se detuvo a cuatro personas, alegando presuntas fallas graves de supervisión y seguridad.
Estos episodios no son accidentes desconectados. Son síntomas de un deterioro profundo: en demasiados entornos escolares se ha debilitado la fuerza formativa, la autoridad moral y la coherencia institucional. Durante casi treinta años, la formación moral y cívica ha sido relegada y, al mismo tiempo, la disciplina ha sido malinterpretada como autoritarismo, dejando un vacío que hoy se expresa en conductas violentas, negligencia, irrespeto y una cultura escolar sin límites claros.
El Gobierno reaccionó anunciando una mesa interinstitucional “permanente” entre el Ministerio de Educación y la Procuraduría, enfocada en prevención, monitoreo y protocolos de actuación. Es un paso necesario. Pero debemos ser honestos: la República Dominicana está cansada de anuncios que no pasan de la rueda de prensa. La ciudadanía exige resultados medibles, responsables identificables y continuidad real. Lo que no se supervisa se pierde; lo que no se mide se diluye.
El problema de fondo excede cualquier mesa técnica. La Constitución es clara: el artículo 63, numeral 13, ordena como obligatoria en todas las escuelas —públicas y privadas— la formación social, cívica y ética, la enseñanza de la Constitución, los derechos fundamentales y la convivencia pacífica. La Ley 66‑97 insiste en principios como el respeto a la vida, la democracia, la solidaridad, la verdad y los valores que sostienen la dignidad humana. Sin embargo, entre la teoría legal y la práctica cotidiana hay un abismo que seguimos pagando con vidas jóvenes.
Hay, sin embargo, una señal alentadora: la Ordenanza 02‑2025 del Ministerio de Educación, que establece la implantación formal de la asignatura Educación Moral, Cívica y Ética Ciudadana en todos los niveles a partir del año escolar 2025‑2026. Es un avance importante, pero no será suficiente si no se acompaña de tres elementos indispensables: formación docente rigurosa, coherencia institucional y supervisión real. Una asignatura sin cultura institucional es como sembrar sin preparar la tierra.
En el Frente Cívico y Social entendemos que volver a educar el carácter implica recuperar la disciplina como virtud cívica, no como castigo. Disciplina significa dar estructura, sostener límites razonables y construir hábitos que fortalezcan la voluntad. Significa ser coherente —los adultos primero—, persistente —todos los días— y consistente —consecuencias claras, justas y previsibles—. La disciplina bien aplicada protege al alumno, dignifica la convivencia y devuelve a la escuela su papel como taller de ciudadanía.
Esta visión ha sido afirmada desde perspectivas distintas pero convergentes. Elena G. de White advirtió que la verdadera educación desarrolla la facultad de pensar y hacer, evitando que los jóvenes sean “simples reflectores del pensamiento de otros”. Y Camila Henríquez Ureña alertó contra reducir la educación a instrucción técnica, recordándonos que formar el ser es más decisivo que enseñar destrezas.
Hoy, en plena era de la inteligencia artificial, esta verdad es más urgente: la información se obtiene en segundos; el carácter se forma con esfuerzo cotidiano y con entornos que sostengan lo correcto cuando haya presión.
En medio de tanta preocupación, pude ver una señal de esperanza. Recientemente compartí con el personal docente y administrativo del Colegio Adventista Salvador Álvarez de Jababa, Moca: la escuela donde estudié de niño, fundada en 1925 y portadora de cien años de legado educativo y cristiano. Allí, en una actividad anual organizada por la familia Álvarez‑Piantini‑Schliemann, reafirmamos un compromiso: trabajar juntos para que este colegio rural se convierta en un referente nacional de educación integral y disciplina con propósito. En tiempos de crisis, los ejemplos valen más que los discursos.
Si queremos honrar a Noelvin y a Stephora, debemos transformar el duelo en acción verificable. Necesitamos un protocolo nacional obligatorio para excursiones escolares y actividades de riesgo, con auditoría anual y sanciones claras cuando se incumpla. Necesitamos indicadores públicos de convivencia —con estricta protección de identidad— y, más importante aún, que se publiquen de forma trimestral por distrito educativo: incidentes reportados, tiempos de respuesta, medidas aplicadas y avances en prevención. Y necesitamos la ejecución seria, no decorativa, de la formación moral y cívica, con acompañamiento docente, supervisión independiente y continuidad sostenida.
Porque una sociedad que educa el carácter reduce la violencia. Y una que renuncia a esa tarea termina llorando a sus hijos.
Despierta, RD!
Por Rommel Santos Diaz
Otro de los derechos accesorios al derecho a la participación es el derecho a la notificación. Una vez que las víctimas sean reconocidas como tales frente a la Corte Penal Internacional, en una situación o en un caso, directamente o a través de sus representantes legales, las víctimas tienen derecho a ser notificadas e informadas de los avances del procedimiento, de las decisiones de la Sala correspondiente, de las fechas de las audiencias, de la interposición de recursos por las partes , entre otras diligencias.
Tanto la publicidad de los procedimientos como la notificación a las víctimas son claves para garantizar que esta pueda ejercer su derecho a la participación.
Esta importancia es reconocida por algunas disposiciones que hacen expresa la necesidad de que las víctimas tengan conocimiento del estado de los procedimientos; por ejemplo la norma 87 establece la obligación explícita del Fiscal de notificar a las víctimas de acuerdo a la regla 50(1) y la regla 92(2). Igualmente, derivado del artículo 15 del Estatuto de Roma, la Secretaría podrá asistir en esta notificación si así es requerida por la Fiscalía.
Igualmente, existe la obligación de notificar y dar adecuada publicidad de las actuaciones por medios generales de acuerdo a las reglas 92(8) y 96(1).
Esta función se encuentra regulada en el Reglamento de la Secretaría de la Corte Penal Internacional en donde se reconoce la importancia de que esta información sea accesible a las víctimas para facilitar el ejercicio de sus derechos.
Finalmente es importante mencionar que los jueces al ser los garantes del debido proceso y el ejercicio de las víctimas, tienen la facultad de rechazar una solicitud de participación si consideran que en ella no se ha acreditado la calidad de víctima frente a la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, las víctimas podrán presentar otra solicitud en una etapa ulterior de acuerdo a la regla 89(2).Finalmente las víctimas si así lo desean, podrán retirar su solicitud de participación en cualquier momento si así conviniere a sus intereses.
