Desde mucho tiempo antes de la adquisición del Hotel Mercedes por parte del Banco de Reservas, todos los munícipes de Santiago de los Caballeros sabían que el mismo es una señal muy poco esperanzadora para una ciudad que pretende convertirse en un gran destino turístico.
Y más que eso, porque el Hotel Mercedes es como una constancia de la ineficiencia oficial, dado que no hay ninguna razón valedera para justificar la existencia de un muerto como el edificio que lo alojó por décadas y que fue escenario de grandes proyectos que hoy son símbolos de Santiago.
Nadie puede explicarse por qué las autoridades no se han dado cuenta que las condiciones en que permanece el Hotel Mercedes es la más fiel expresión de ignorancia y ceguera del Estado, porque sólo ver encendida sus luces en horas de la noche sería un motivo de vida, de elegancia y de renovación de la segunda ciudad en importancia del país.
Ya va más de un año que ese viejo edificio fue adquirido por el Banco de Reservas para transformarlo en un centro cultural, pero duele en lo más profundo del alma la forma como se produce su restauración, es como querer y no querer, hacer y no hacer, lo cual provoca la llegada de un momento en que el esfuerzo pase prácticamente inadvertido.
El antiguo Hotel Mercedes es como aquel paciente que está interno en un centro médico, pero que se muere lentamente porque los galenos que lo atienden no le hacen ningún caso, poco le importa lo que ocurra con él.
El Banco de Reservas, propiedad del Estado, ha hecho muy bien con adquirir el edificio del antiguo Hotel Mercedes, porque instalar un centro cultural es como renovar el alma de su gente, darle nuevas energías a la ciudad, pero debe dejar la política de amagar y no dar.
Es bueno que se sepa que el Banco de Reservas vende muy mala imagen cuando un día aparece una gran cantidad de trabajadores que labora en la restauración del antiguo Hotel Mercedes y de buenas a primeras, en cuestión de horas, todos desaparecen y la obra queda como aquel que ha cogido miedo al recorrido y el esfuerzo que le espera.
Una de dos, o el Gobierno asume con seriedad el asunto o sencillamente que desista de la restauración del Hotel Mercedes y que en algún momento responda por su negligencia.
Naturalmente, las autoridades también pueden sincerarse y anunciar que no tienen el presupuesto para la restauración del antiguo Hotel Mercedes y no mantenerse en la política de amagar y no dar con le referida obra.
O se puede o no se puede, no hay de otra