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Opinión

Aída Trujillo: entre la sombra del abuelo y las garras de la muerte

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Por Franklin Gutiérrez

Frankin-Gutiérrez-225x300Exculpar a Rafael Leonidas Trujillo Molina de las atrocidades cometidas por éste en perjuicio del pueblo dominicano durante su mandato de 31 años y, por demás, ofrecérselo al lector como el más tierno, fraternal y entregado de los abuelos, no es el objetivo esencial de Aída Trujillo en A la sombra de mi abuelo.

Tampoco es su propósito central presentar al sátrapa como un gobernante cuya tolerancia y comprensión facilitan que Tantana, su nuera, y Eugene, un niño haitiano de ocho años analfabeto, tímido y posiblemente incapaz de articular apropiadamente dos oraciones en español legible, lo seduzcan y lo conmuevan al grado de que la primera lo empuja a confesar su responsabilidad en el asesinato de las hermanas Mirabal y, el segundo, a admitir su culpabilidad por la matanza de haitianos ordena por él en 1937.

Quienes conocieron el carácter intransigente de Trujillo, ya mediante vivencias directas durante su mandato, o posteriormente a su ajusticiamiento, por referencias documentales, saben que éste nunca desvelaba secretos de Estado de esa naturaleza, y menos a individuos ajenos a su núcleo de confianza. Hechos de esa naturaleza solamente tienen asidero en el plano ficticio del relato novelado de Aída Trujillo.

La intolerancia y la tozudezde Rafael Leonidas Trujillo para apropiarse de la economía nacional, de los bienes ajenos y de la vida humana, son hartamente conocidas. La propia Aída Trujillo reconoce sin requiebros cuán afiladas eran las garras sanguinarias del hombre que la alcahueteó en su niñez. “Nunca entenderé, ni aprobaré en absoluto, los crímenes que cometieron mi abuelo, Rafael Leonidas Trujillo Molina y mi padre, Ramfis ”[i]. Por lo tanto, que Aída santifique a su abuelo o suscriba el asesinato de los ejecutores de éste de manos de su padre Ramfis en la hacienda María, tampoco es la meta primaria de su autobiografía. Esa parte de su relato es de dominio público.

Por encima de las loas y las censuras articuladas por su autora con respecto a la tiranía trujillista, A la sombra de mi abuelo es un relato biográfico novelado a través del cual su protagonista expone la desventura de su vida y su incapacidad para manejar sus asuntos personales, sentimentales y económicos. En las páginas de A la sombra de mi abuelo habita una mujer de sentimientos volubles, con el corazón perforado por todos sus compañeros sentimentales que menguaron considerablemente su capacidad de amar y su economía, hasta dejarla sin dinero, pobre de amor y totalmente frustrada.

Ni los tres padres de sus cuatro hijos, ni los varones con quienes no tuvo descendientes fueron sensibles para asimilar y aceptar a una mujer cuya niñez, adolescencia y adultez fueron itinerantes y desequilibradas emocionalmente. Mucho menos tuvieron sensibilidad suficiente para comprender a un ser ignorado por su propio padre y rechazado por gran parte de su familia, por haber “hablado mal” de su abuelo, y descreditarlo. Ni siquiera al momento de elaborar su testamento, su progenitor la trató igualó al resto de sus hermanos. “Me dio menos dinero que a ellos”, reclama.

En el curso de su atormentada existencia Aída Trujillo ha tenido que sobreponerse a la soledad, a la carencia de libertad, a la tristeza y al abandono familiar. Pero es el desarraigo la peor de sus sombras. Ha sido extranjera en todos los territorios donde ha vivido, no porque se lo haya propuesto sino porque sus ciudadanos no la han soportado ni la han recibido como suya. No pocas veces se ha sentido pateada por los españoles y apedreada por los dominicanos, las dos patrias de las que se siente hija.

En las más de trescientas páginas de A la sombra de mi abuelo, Aída Trujillo batalla consigo misma para descifrar al abuelo histórico y compararlo con el abuelito comprensivo que la consentía y la mimaba en su niñez. Pero el relato termina sin satisfacer su deseo, porque aunque en su búsqueda aprendió que el abuelo político, el odiado por mucho y querido por pocos, era un dictador desalmado, un asesino compulsivo, que sometió a su voluntad a un pueblo que no merecía tal castigo.

Como nieta protegida de Rafael Leonidas Trujillo, es irracional pedirle a Aída Trujillo que expulse totalmente a su abuelo de su memoria. Sin embargo, hay un trofeo del que sería injusto despojarla: es la única de la familia Trujillo que ha depositado al dictador quisqueyano en una balanza, y ha concluido que la ternura de su abuelo fue un producto de consumo interno y exclusivo del hogar donde ella vivió sus primeros años de niñez.

Porque el abuelo político, el gobernante absoluto, el desposta despiadado, concluye Aída, le hizo mucho daño al país que lo vio nacer, a sus compatriotas y a sus familiares sobrevivientes que les ha tocado la desgracia de cargar encima un apellido que todavía provoca en los dominicanos desaliento, repulsión, rabia y un insoportable olor a sangre.

MAS ALLA DE LA MUERTE

En medio del escándalo mediático y del descontento de numerosos políticos e intelectuales criollos, surgidos a raíz del otorgamiento del premio nacional de novela por parte de Ministerio de Cultura de la República Dominicana a A la sombra de mi abuelo, Aída Trujillo adelantó que su segunda novela, titulada Más allá de la muerte, sería una obra muy diferente.

En efecto, temáticamente Más allá de la muerte es una novela con la que la autora cumple su promesa de ofertar algo distinto en su próxima entrega narrativa. El planteamiento central de la misma es la “lucha incesante contra el dolor, los recuerdos, las divinidades y toda una cadena de obstáculos que se le interponen a Verónica en su intento de regresar con vida a la tierra a su amado Manuel.”

Sin embargo, en el primer centenar de páginas de Más allá de la muerte Aída Trujillo, laescritora, no alcanza zafarse de los personajes nebulosos ni de las situaciones adversas que como en A la sombra de mi abuelo, malogran su felicidad y estropean su paz espiritual como protagonista

En A la sombra de mi abuelo, Aída Trujillo, la autora –protagonista, es perseguida constantemente por las garras punzantes de la muerte, un tipo de muerte que trasciendelo filosófico, lo espiritual y lo poético, hasta lograr el aniquilamiento total del cuerpo y, finalmente, de la existencia física. Es esa misma muerte aniquiladora la que termina con la vida terrenal de sus tres seres más queridos: su abuelo, su padre y su madre. Pero esas pérdidas irreparables de A la sombra de mi abuelo pasan íntegramente a Más allá de la muerte.

“Ya sé, niña, ya sé… Se te han acumulado los muertos,- le recuerda su amigo Alvaro. Primero a un padre al que apenas recuerdas, pero que marcó tu vida por su ausencia y por el dolor que padeció tu madrecita. Después, la muerte de tu abuelo, al que adorabas. A continuación la detu madre, a quien tanto querías y necesitabas.” (103)

La única variante entre la primera y la segunda obra en ese aspecto es que Verónica, protagonista de Más allá de la muerte, agudiza su dolor al sumar a su vida una más a las tragedias de Aída: el fallecimiento inesperado de su esposo Manuel.

El rol maquiavélico y vigilante de “Muerte”, “Vida” y “Dolor” como personajes secundarios del relato, un recurso empleado hasta el desgaste en A la sombra de mi abuelo, es recurrente en Más allá de la muerte. Las inversiones comerciales fallidas, la vida nómada de Verónica a causa del desmoronamiento paulatino de su economía y la desintegración de su familia, la volubilidad de sus sentimientos ante los hombres bien parecidos, los fracasos amorosos constantes y el desvelamiento mediante la lectura de etapas turbias de su vida, son también tópicos similares en ambas obras.

El lector de Más allá de la muerte, conocedor de A la sombra de mi abuelo, debe superar el centenar de páginas de lectura para sentirse ante un texto diferente al primer engendro narrativo de Aída Trujillo. Es a partir de la página 111 que la novela comienza a cobrar independencia y a volar por cuenta propia. El momento más climático y sobrecogedor está diseminado entre las páginas 141 y 211 cuando Verónica ingresa al Inframundo tras un extenso sueño inducido por su padrastro Jorge con semillas de peonía. La primera barrera que debe traspasar allí adentro es la avaricia del barquero de Hades, Caronte, quien le exige la mitad del dinero que lleva consigo para transportarla hasta el lugar de encuentro con Hades y su esposa Perséfone. El segundo obstáculo es la envidia, la furia, los celosy la arrogancia del Dios Hades. Y, finalmente, la resistencia de Manuel a abandonar el túnel infernal donde moraba, por creerse incapaz de ello.

Esperanzada en recuperar al amado ido a destiempo, Verónica deambula en un laberinto paradisiaco exclusivo de su imaginario. La búsqueda de lo extraño e inalcanzable, la incursión en una atmósfera mitológica donde lo onírico suprime el espacio de las crueldades físicas para vivificar el amor ansiado por la protagonista, permean la historia. Verónica batalla para que Manuel cambie la oscuridad y las tinieblas, por la luz que enciende y prolonga la vida. Pero la autora jamás plantea la resurrección como una posibilidad para recuperar la vida terrenal arrebatada a Manuel, tal vez por su convencimiento de que resurrección es solamente un mito.

Por eso Verónica viaja hasta el reino de Hades en busca de Manuel. Y ya interna en ese espacio cruel y temerario, vence la avaricia de Caronte, las impertinencias de Hades, el pesimismo de Manuel, la falsía de los antifaces y de los espejos, cuya refracción transformaban todo. Pero a punto de salir del Inframundo maléfico con su amado Manuel, éste se lanza a las aguas dominadas por Caronte para dirigirse a los Campos Elíseos, donde permanecerá por siempre tranquilo y en paz. En ese momento del sueño inducido por Jorge, Verónica despierta aturdida y advierte, como la sentencia calderoniana, que “los sueños,sueños son.” No le queda, entonces, otra opción que aceptar otro fracaso más en su desdichada vida. Fracasos similares alos de A la sombra de mi abuelo.

Las numerosas referencias a las deidades griegas incluidas en primera mitad de Más allá de la muerte, tales com Zeus, Afrodita, Deméter, Hades, Orfeo, Perséfone, Heracles, Caronte, ayudan a la autora a conectar al lector con el reino de Hades que domina la segunda parte de la novela y, al mismo tiempo, familiarizarlo con ese espacio mitológico, nebuloso, sombrío y, eventualmente infernal, a donde los antiguos griegos enviaban a sus muertos a purgar sus penas y purificar sus almas.

La obra está armada en solo bloque, sin capítulos ni separaciones apreciables. Ello facilita que los personajes transiten libremente en varios escenarios sin dejar en el lector la agrura y el manto parco y asfixiante propios de los de A la sombra de mi abuelo. Lo menos agraciado de esta novela es el título. Con el título Más allá de la muerte hay un libro gnóstico de Samael Aun Weor; una novela Miguel Angel Segura; dos libros de ensayos religiosos, uno del sacerdote Angel Peña y otro de David Hyatt. Además, varias películas, una de 1935 dirigida por Ramón Peón y Adela Sequeyro; otra de 1986, dirigida por Sebastián D’Arbó; otra del 2004; otra dirigida por Omar Naim (2004, The Final Cut) y otra protagonizada por Manuel Capetillo and Lorena Velázquez. Del mismo modo, en el espacio cibernético hay numerosos cortometrajes y vídeoclips titulados Más allá de la muerte. Titular una obra debe ser también parte del trabajo investigativo que se realiza para escribirla.

Por lo demás, Aída Trujillo es una escritora diestra en el uso de la lengua, conocedora del arte de narrar, con una bien nutrida imaginación y con conocimiento apreciable de los temas que trata. Esas cualidades, entiendo, la pondrán en la ruta adecuada para en su próxima entrega desprenderse de los personajes nebulosos que la persiguen y la fuerzan girar en el mismo círculo.

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Opinión

Trump en nuestra América y más allá…

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Por Narciso Isa Conde

¡Habría que intentar tumbarlas o aplastarlas con armas e invasiones de alto calibre!, y eso no es fácil, porque los invasores corren el riego de empantanarse como le ha pasado en otras partes del planeta.

Esta América es nuestra, la de ellos es la del “Norte Revuelto y Brutal”, destinado a «sembrar de miseria” nuestra América.

No somos “patio trasero” de nadie.

A estas alturas del proceso, consideramos inaceptable una nueva apelación al monroísmo y más aún las demenciales pretensiones del trumpismo y otras variantes del neofascismo.

En esta América…el oro, el litio, las tierras raras, el titanio, la Amazonía, la biodiversidad, las costas, las playas y los ríos, no son de EEUU.

Son nuestros y los vamos a defender.

¡Que lo sepan bien Trump, Elon Musk, Laura Richardson y Marco Rubio!

¡Que lo sepan su CIA, USAID, Comando Sur, el Pentágono y su gabinete de halcones!

Ni su retórica de terror, ni el coloniaje racista, ni sus guerras de variadas intensidades y generaciones, nos asustan.

Carecen de capacidad para intimidar los estados y pueblos que ejercen el derecho a la autodeterminación

Son huesos duros de roer.

Ni Cuba, ni Venezuela, ni Nicaragua se caen con palabras y fantocherías cobardes, tampoco con guerras de baja intensidad.

Eso está requeté demostrado.

¡Habría que intentar tumbarlas o aplastarlas con armas e invasiones de alto calibre!, y eso no es fácil, porque los invasores corren el riego de empantanarse como le ha pasado en otras partes del planeta.

Pero, además, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia no están solas en el mundo, ni en este continente.

Cuba y Venezuela tienen poder militar para devolver. Como pasa, en otras latitudes con Corea del Norte en la cercanía de Corea de Sur y Japón, aliados carnales y sedes de base militares de EEUU.

El odio colonial neofascista incluso apunta contra México, Colombia y Brasil en favor de las ultraderechas de esas naciones, a pesar de la traición de Lula a Venezuela y las recientes inconsecuencias de Petro con la patria de Bolívar y de Chávez.

Hacia México el trumpismo derrama hiel y desde sus entrañas se esgrimen sanciones y amenazas inaceptables para la dignidad de su gobierno y de su pueblo, y no le será fácil al Gobierno de Trump imponer sus designios; como tampoco le será fácil ejecutar su xenofobia brutal, ni cumplir sus promesas racistas contra los flujos migratorios y la inmigración “tercermundista” que las propias potencias neocoloniales han provocado

· LOS DESIGNIOS NEFASTOS DEL TRUMPISMO HAN SIDO CONFESADOS.

Todas esas pretensiones imperiales han sido confesadas por los halcones “electos” o designados, con todo el descaro del mundo.

Sabemos, además, para que pueden dar Trump, Vance, Musk, Laura Richardson y Rubio, para solo dejarlo en ese nefasto quinteto, hermanado en el anticomunismo, el racismo, la xenofobia y la voracidad sobre riquezas naturales ajenas.

Rubio es más rubio que Trump y más colonialista y neofascista que la sombra de los dos nuevos principales inquilinos de la Casa Blanca. Se crio y formó políticamente en la madriguera de Miami, mientras Musk es un producto del apartheid sudafricano, del elitismo capitalista y de su opulenta existencia.

Estamos enterados, por sus propios alardes que sus “panas full” en estos lares son Milei, Noboa, Bukele, Bolsonaro, Kast, Murillo, Uribe, Duque, Marie Corina-González Urrutia … y con ellos y con otros de parecida calaña, se propone construir el bloque regional de neofascismo mundial; que de seguro va ha ser bendecido por Trump, Netanhau, Zelensky, Giorgia Meloni y la Len Pen…

El plan incluye la ampliación de ese bloque, el asalto a otros estados del continente y el programa para intentar revertir por la fuerza todos los procesos que a escala continental EEUU no controla.

A Puerto Rico le esperan las agresiones consabidas del trumpismo y de su envenenada oferta de estadidad, ahora con menos posibilidades de éxitos, dados acontecimientos (electorales y no electorales) que revelan el ascenso de la conciencia independentista del pueblo de Borinquén.

Y a Haití una mayor dosis de violencia, racismo y opresión.

Entre los/as candidatos/as con “méritos” para esa ampliación están Luis Abinader, el nuevo primer ministro de Haití, Alí Dipré Fil Bien Amé, la presidenta Buluarte de Perú, el presidente Santiago Peña Palacios de Paraguay, entre otros y otras.

· CAUSAS DEL REPLIEGUE VIOLENTO HACIA NUESTRA AMÉRICA.

Trump y sus halcones, no lo confiesan así, pero realmente se trata de un repliegue al “patio trasero”, con un fuerte énfasis en desplazar a China, Rusia e Irán de esta región; desestabilizar y tumbar los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua y la determinación de apoderarse por cualquier medio de su patrimonio natural.

La voracidad minera y el nuevo asalto a la naturaleza no humana tiene portavoces.

La Generala Laura Richardson, Jefa del Comando Sur, organismo encargado de preservar militarmente para EEUU esas riquezas ajenas, ha proclamado abiertamente el interés que tiene esa súper potencia en “el triángulo del litio (Argentina, Chile y Bolivia)”, en “las reservas de petróleo (la más grande del mundo), gas natural, cobre y oro de Venezuela”, en “los bosques de la Amazonia (los pulmones del planeta)” y en “el 31 % del agua dulce del mundo”.

Por su parte, Elon Musk confesó su auspicio al golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia y declaró que tras el litio y los minerales imprescindibles para las tecnologías de punta estaba en disposición de dar golpe de estado donde fuera necesario.

Corporaciones petroleras, mineras, químicas e informáticas y el Pentágono, su Comando Sur, la CIA y el Departamento de Estado, confluyen en la misma dirección rapaz. Su hambre de combustibles fósiles, litio, titanio, oro, tierras raras, agua y biodiversidad, potencia la voracidad imperial.

La hostilidad contra China ha tenido una matriz bipartidista y un carácter estratégico hasta hace poco, y está claro que Trump y sus halcones estas prestos a subirle el tono.

Pero recientemente la momia de Biden ha sido usada en la transición por una facción del fracturado poder estadounidense, para meterle una piedra en el camino a TRUMP; asumiendo sorpresivamente la actual Administración una actitud conciliadora con China, la cual ha sido aprovechada por el liderazgo del gigante oriental para reiterar y dejar aún más claro lo que esa súper potencia no aceptaría ni de Biden, ni de Trump, ni de nadie.

El repliegue hacia acá, con la contraofensiva anunciada, tiene su razón de ser en la derrota de la OTAN en Ucrania y en el criterio de importantes sectores de poder que auparon al trumpismo, sobre la necesidad de apaciguar ese capítulo desgastante de la guerra global infinita desatada por EEUU, no otros.

A esa negociación, el mismo Biden, ha respondido autorizando a Ucrania a usar de misiles de largo alcance contra Rusia, lo que ha sido rechazado por Francia e Inglaterra; otra evidencia de la creciente fractura de las elites imperialistas europeas y estadounidenses, y de los riesgos que asechan a la humanidad en medio de este tumultuoso proceso de decadencia y descomposición del sistema imperialista occidental.

· TRUMP Y SUS HALCONES NO REPRESENTAN LA PAZ.

No es que Trump y sus halcones son pacifistas, sino que EEUU ha perdido esa guerra y de continuarla le puede ir peor.

El poder político-militar estadounidense está obligado a negociar con Rusia y el ascenso de Trump ofrece esa oportunidad. La condición no la impondrá Trump, sino Putin que controla territorio y podría avanzar más. De todas formas, se trata de una negociación necesaria y a la vez compleja, que puede dilatar.

El complejo militar-industrial-financiero-informático en estos últimos años ha obtenido enormes beneficios y se puede dar el lujo de un receso de guerra en Europa, en favor del alivio a la carga sobre el deficitario presupuesto de EEUU y su colosal endeudamiento. Así opera el poder profundo de ese Coloso decadente.

La carga económica estadounidense en la OTAN es alta y Europa Occidental, sensiblemente diezmada, está bajo la presión de Trump en materia de financiamiento, forzada también a ceder frente a Rusia.

No es el caso de la guerra contra Palestina, ya sensiblemente regionalizada en el Oriente Medio.

Las relaciones carnales con Israel y el lobby estadounidense del gran capital sionista, obligan a continuarla.

Trump no admite la existencia del Estado Palestino e incita a Netanhau a completar el holocausto palestino, para luego intentar colonizar el litoral occidental de Gaza, cesar los combates y concentrar la presión contra IRÁN.

Sigue siendo difícil aplastar a Hamas y más aún derrotar los Huties yemenitas y a Hebollag,

El “pacifismo” de Trump se fue al carajo al referirse a la guerra en esa región, donde, además existe una resistencia palestina que no cree en cuento y con demostrada capacidad ofensiva frente un sionismo cada vez más desacreditado y vulnerable.

Cierto que los jefes del Partido Demócratas-PD y sus enclaves globalistas son terriblemente guerreristas, pero suponer adversidad a las guerras en las entrañas del pacto neofascista que sustenta a Trump, al trumpismo y a su nueva admiración, es más que una tontería, dado que su esencia es la dominación violenta y que el repliegue en Ucrania es fruto de un gran revés militar, como lo fue en Afganistán. Incluso ese pacto contiene fuertes ingredientes del globalismo “demócrata”, traspasado a los “republicanos” leales a Trump.

Del neofascismo como producto de una decadencia agresiva del imperialismo occidental y su súper potencia dominante, en el contexto de un endurecimiento del neoliberalismo neocolonial, en general solo puede esperarse una continuidad de la política con la modalidad de variadas combinaciones de guerras.

Solo la insurgencia global de la humanidad amenazada de extinción. puede derrotar esos designios imperiales y crear lo nuevo, combinando todos los actores de esa gran transformación hacia un mundo justo, diverso, multicultural y solidario.

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Opinión

La Burla del “Abastecimiento Navideño”

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Por Isaías Ramos

Las recientes declaraciones del gobierno dominicano sobre el llamado “abastecimiento navideño” han generado indignación y descontento en un sector importante de la población. Con anuncios de 10 millones de raciones de alimentos cocidos y productos festivos como manzanas y dulces, se nos presenta un espectáculo que oculta la dura realidad de miles de familias que enfrentan hambre y pobreza durante todo el año.

El director de comedores económicos afirmó que personas hacen filas desde las 11:00 p. m. del día anterior para recibir su ración navideña. Esto no es motivo de celebración; es una muestra alarmante de la humillación y la dependencia extrema que este modelo asistencialista perpetúa. Que miles tengan que someterse a estas condiciones para acceder a lo más básico evidencia el fracaso de un sistema que prioriza lo mediático sobre lo estructural.

En lugar de atacar las raíces del hambre y la pobreza, el gobierno opta por paliativos temporales. La pregunta es inevitable: ¿por qué esperar hasta diciembre para responder a una crisis alimentaria constante? Estas acciones parecen diseñadas más para apaciguar críticas y desviar la atención pública que para ofrecer soluciones reales. Mientras tanto, el campo dominicano continúa en abandono, con agricultores que trabajan arduamente sin el apoyo necesario del Estado.

Hablar de “multiplicar lo que se da al pueblo”, como mencionó el presidente, es irónico cuando ese mismo pueblo ha sido despojado de oportunidades dignas y sostenibles. El acceso a alimentos no debería depender de campañas temporales, sino ser el resultado de políticas agrarias efectivas que fortalezcan la producción nacional, garanticen la seguridad alimentaria y promuevan el desarrollo rural.

La dependencia del clientelismo o asistencialismo crea un ciclo vicioso: cada diciembre, las familias esperan con resignación una mano tendida, mientras el resto del año se ignoran sus necesidades. Esto no solo perpetúa la pobreza, sino que se convierte en una forma de control social, diseñada para mantener el poder en lugar de empoderar al pueblo.

Más preocupante aún es cómo estas medidas superficiales distraen de los problemas estructurales: falta de empleo digno, educación adecuada y sistemas de salud funcionales. Ofrecer comida en épocas festivas es insuficiente e inaceptable. La solución pasa por un cambio profundo en la gestión de los recursos y en la priorización de las necesidades del pueblo.

El “abastecimiento navideño” debería ser un recordatorio de lo que está mal con nuestro sistema actual. No podemos permitir que nuestras autoridades sigan utilizando estas medidas como herramientas para maquillar el hambre y la pobreza. Es hora de exigir políticas públicas basadas en justicia social, que aseguren salarios justos, inviertan en infraestructura rural y fortalezcan a los agricultores locales.

En el Frente Cívico y Social hacemos un llamado al pueblo dominicano: despertemos ante esta realidad. Cada vez que hacemos fila por un plato de comida, aceptamos la normalización del hambre y la precariedad. Debemos rechazar este sistema que perpetúa ciclos de pobreza y vulnerabilidad.

Movilicémonos por nuestros derechos. Exijamos transparencia, rendición de cuentas y acciones concretas que prioricen las necesidades del pueblo. Las festividades no deberían ser un recordatorio de nuestro fracaso institucional, sino una celebración de logros fruto del esfuerzo colectivo entre el gobierno y su gente.

En el FCS creemos que llegó el momento de construir un país donde la dignidad, la justicia y la igualdad sean accesibles para todos. La lucha por un futuro mejor comienza aquí y ahora.

¡Despierta, RD!

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Opinión

Un plan de seguridad vial

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Por Nelson Encarnación

El plan de seguridad vial anunciado el lunes por el presidente Luis Abinader y varios funcionarios es una iniciativa que si se llevara a la práctica debería tener un impacto significativo en la reducción de la siniestralidad en el tránsito, un renglón negativo en el cual nuestro país ocupa uno de los primeros lugares en la región como principal causa de muerte.

Lo delineado apunta a una relevancia si se implementa en su plenitud, aunque se generan interrogantes que deben ser despejadas. Una de ellas—probablemente la más trascendental—es qué hacer con los 3.7 millones de motocicletas que circulan sin ningún control por toda la República Dominicana, que representan el factor determinante para que el país tenga tan elevado sitial en las mediciones sobre siniestralidad vial.

La preocupación no es solo eso, sino que se fundamenta en las estadísticas disponibles—que son muy pobres, por cierto—sobre el impacto de los motores en el flagelo de los accidentes y en el papel que estos juegan como causantes de fallecimientos y lesiones permanentes.

Las únicas estadísticas disponibles las recibimos luego de ocasiones especiales, como Semana Santa, Navidad y festividades que incrementan la movilidad vial, cuando las autoridades montan los llamados operativos. Al pasar balance de esos operativos puntuales nos enteramos de que, en promedio, el 70% de los eventos viales, las muertes y las lesiones es aportado por las motocicletas, un medio de transporte que se ha masificado de manera inimaginable y sin controles efectivos.

Es decir, que al desagregar el factor motocicletas, las estadísticas relacionadas a accidentes viales tenderían a una reducción significativa, y, por consiguiente, nuestro país bajaría a los lugares menos punteros en cuanto a muertes, heridos y discapacidades permanentes que se derivan de ellos.

Esta dramática circunstancia nos lleva a ser escépticos respecto del resultado a obtener del importante plan que se ejecutará, pero también representa una decisión retadora para las autoridades.

¿Qué se contempla frente al desafío de millones motocicletas conducidas por desaprensivos para quienes no existen normas?

Y lo más relevante todavía: ¿Cuál será la conducta de los agentes encargados de hacer cumplir las leyes, y para quienes—frente a motoristas y “padres de familia” que conducen “conchos” y voladoras—las disposiciones son nulas? Esta es una cuestión determinante para que el plan vial alcance el éxito que todos esperamos.

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