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Opinión

Descanse en paz José Michelén

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Por Juan Bolívar Díaz

Acaba de morir en Miami José Michelén Stefan, ingeniero industrial egresado del Instituto Tecnológico de Georgia, Estados Unidos, empresario y político, uno de los más cercanos colaboradores del expresidente Salvador Jorge Blanco, creador de su “Avanzada Electoral”, ambos víctimas de la ignominia política del “genial estadista” Joaquín Balaguer, cuando retornó al poder en 1986, ciego y casi paralítico, y se sentó a destruir a su antecesor para erigirse nuevamente como insustituible en esta sociedad del más atrasado caudillismo.

Para muchos, Michelén, como Jorge Blanco, es referente de la mayor corrupción en la historia nacional, lo que no deja de ser una terrible e irónica iniquidad, porque ellos, al igual que otro perseguido de la época, Fulgencio Espinal, nunca acumularon riqueza en el gobierno, ni la legaron a sus descendientes y vivieron hasta su muerte como profesionales de clase media.

Me apenó mucho leer en un chat de internet que Michelén había huido del país en 1987 en una avioneta de su propiedad y que había muerto en la pobreza tras fracasar en los negocios. Les pedí a los usuarios de ese medio que lo dejaran descansar en paz y les di mi testimonio personal de que tras salir del país él había vivido de la herencia paterna y después  de modestas consultorías. Nunca le formularon un expediente ante la justicia, pero arrastró la pena y la frustración hasta su reciente final, y en los últimos tiempos apenas se dejaba ver.

Quiero ampliar ese testimonio, porque yo quedé vinculado a Michelén Stefan al casarme en 1984 con Ada Wiscovitch Carlo, financista nacida en Puerto Rico, quien fuera su primera esposa y madre de sus tres primeros hijos José Yude, Jennifer (Pía) y Julio José. Eran niños de entre 13 y 10 años, a los que interioricé con tanto amor como a Adita, y de los que me siento orgulloso, especialmente cuando ellos y sus hijos me llaman Papa Juan, y porque se desarrollaron y son excelentes seres humanos, profesionales y empresarios emprendedores.

Debo advertir que las ignominias me alcanzaron cuando un negociante de la comunicación, vinculado a la quiebra de Banínter con 2 mil 765 millones de pesos, pasó años tratando de vincularme a la supuesta riqueza robada por José Michelén, aunque él sabía perfectamente que el divorcio de mi esposa y José había ocurrido en 1981, un año antes de que se iniciara el gobierno de Jorge Blanco y tres antes de nuestro matrimonio.

A los Michelén Stefen sólo les debo el respeto y la consideración que he recibido de ellos, que ha sido recíproco con la madre doña Clara y las hermanas. Pero por ellos y los tres hijos que he compartido debo testimoniar que José Michelén Stefan nunca tuvo avioneta, ni helicóptero, ni automóvil o vivienda de lujo y que vivió modestamente en Madrid y Miami.

Su hijo mayor financió sus estudios universitarios en Nueva York trabajando de noche como camarero en restaurantes y comenzó una exitosa carrera empresarial dejando jirones del pelo en una de las grandes empresas de Wall Street, donde llegó a manejar los mercados de Brasil y Argentina, y sobrevivió a los atentados del 11 de septiembre del 2001, porque aquel día estaba en Buenos Aires, ya que tenía oficina en una de las torres derribadas.

Julio José es también un gran emprendedor con una empresa de mercadeo, y Jennifer, a quien nunca le he querido llamar Pia, acompaña a su esposo peruano Jorge Miró Quesada en una muy exitosa y propia empresa internacional de consultoría bancaria, viviendo en Miami desde que contrajo matrimonio. Los tres han forjado cada peso, dólar o euro con su esfuerzo, integridad y consistencia. Me siento orgulloso de su éxito y de que no se dejaran atrapar por las ignominias y el drama paterno.

Es posible que José Michelén incurriera en prácticas de clientelismo, rentismo o favoritismo que tanto han empañado la gestión gubernamental, pero nunca pude advertir que se llevara ni proporcionara a su familia algo del patrimonio público. Su pecado, como el de Jorge Blanco y Fulgencio Espinal, fue no haberse defendido cuando fue preciso. Por cierto que los tres murieron con nivel socio-económico menor al que tenían cuando llegaron a la política.

La vida de José Michelén Stefan fue un drama, profesional heredero de genes empresariales,  nunca superó los efectos de la ignominia de que fue víctima. En un país donde se cuentan por miles los que sí se enriquecen del patrimonio público y lo exhiben impunemente. Mi condolencia a toda la familia y a su viuda Janet García Godoy y al hijo de ambos, Juan José. –

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Opinión

El electorado dominicano tiende a concentrar el voto

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Por Rosario Espinal

Además de concentrar el voto en las dos principales opciones, el electorado dominicano ha estado otorgando la victoria en primera vuelta.

Actualmente hay 35 partidos políticos registrados en la Junta Central Electoral (JCE). Todos han cumplido con los requisitos que establece la ley para registrarse, pero la inmensa mayoría no saca muchos votos. Por tanto, van a elecciones en alianza con algún partido grande, lo que les permite colocar algunos candidatos en la boleta de alianza y ganar algunas posiciones para mantener su registro legal.

Así, el número de partidos ha crecido en un esquema clientelar sin que surja un sistema realmente multipartidario. Por el contrario, el mensaje que los electores dominicanos envían con frecuencia es que concentran el voto en los partidos grandes. Los pequeños, vayan aliados o solos, obtienen pocos votos (menos del 1% la mayoría).

Veamos los datos para el período 2004-2020 sobre la concentración del voto en el nivel presidencial.

En el 2004, el PLD obtuvo 57.1% y el PRD 33.6% (datos con aliados), para un total entre ellos de 90.7% de los votos emitidos. En el 2008, el PLD obtuvo 53.8% y el PRD 40.4%, para un total de 94.2%. En el 2012, el PLD obtuvo 51.2% y el PRD 46.9%, para un total de 98.1%. En el 2016, el PLD obtuvo 61.4% y el PRM 34.9%, para un total de 96.3%. En el 2020, el PRM obtuvo 52.5% y el PLD 37.5%, para un total de 90%.

Estos datos muestran que, en todas las elecciones señaladas, los dos partidos principales que concurrieron a elecciones (con sus aliados) obtuvieron por lo menos el 90% de los votos.

En el 2004 fue solo 90.7% porque el Partido Reformista obtuvo 8.6%, y en el 2020 solo 90% porque la Fuerza del Pueblo (y aliados, incluyendo el Partido Reformista) obtuvo el 8.9%. O sea, en esas dos elecciones hubo una tercera fuerza electoral que captó cerca del 9%. No obstante, en ambas elecciones, el partido ganador logró triunfo en primera vuelta.

Así es que, además de concentrar el voto en las dos principales opciones, el electorado dominicano ha estado otorgando la victoria en primera vuelta al partido con más votos.

La concentración del voto en los dos principales partidos es una expresión de fortaleza partidaria, a pesar de la fragmentación que se ha producido en las últimas dos décadas. Pero, además, expresa la inclinación de la mayoría del electorado dominicano por el partido que mayor probabilidad tiene de controlar el Estado clientelar.

A diferencia de otros países de la región donde el sistema de partidos ha implosionado y el voto se dispersa en varios partidos, requiriéndose segunda vuelta para conformar mayoría electoral, en la República Dominicana no se ha registrado hasta ahora una gran dispersión.

El próximo 19 de mayo sabremos si el voto dominicano se dispersa de manera significativa entre las tres fuerzas electorales principales, encabezadas por el PRM, PLD y FP, a lo que apuesta la oposición; o si prevalece una vez más la concentración del voto que favorece, sobre todo, al partido con mayor posibilidad de ganar en primera vuelta.

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Opinión

“Debate” insustancial entre “chiquitos”

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Por Narciso Isa Conde

Al Frente Amplio, Patria para Todos/as, Opción Democrática y a los Servidores los excluyen del debate presidencial y a cambio le dieron un premio de consolación: debatir entre ellos. Y se conformaron con la migaja: con el “debate entre chiquitos”.

Los servidores representados por la figura del pastor fundamentalista Carlos Peña, asumieron sin sonrojos el discurso seudo-libertario de Milei, cargado aquí de un atropello al Estado laico y a la enseñanza laica.

La copia de Milei no llega a ser una mala comedia desde el extremismo neoliberal privatizador de todo, quitándoles los impuestos a los jorocones del capital y salpicado de fuertes ataques teatrales, bien merecidos en los casos de Abinader, de políticos ladrones y megamineras.

En eso Carlos Peña parece más opositor a este gobierno empresarial y neocolonialmente corrupto que las tres versiones del progresismo criollo representada en ese coloquio; todas ellas previamente despojadas de actitud anti sistémica, evadiendo la defensa de la soberanía aplastada por EEUU y los necesarios combates a la oligarquía voraz y a la perversa clase política.

Nuestros “PROGRES” no están por asumir políticas anticapitalistas ni por y enfrentar su gansterización. Se limitan a criticar lo de privatizar más, lo que ciertamente es una barbaridad de Mileicito, y en rechazar el neoliberalismo en general, sin proponer desprivatizar lo ya privatizado.

El neofascista, que imita a Milei, mete la religión en la política y propone privatizar de todo y establecer el reino de los capitalistas, libre de impuestos y dueños de todo.

Los progres se concentraron en sugerir reformas fiscal, salarial, salud, seguridad social, educación y status ambiental; previamente bloqueadas por las características del poder constituido y su total subordinación a EEUU. Nada de enfrentar y desplazar ese poder. Nada sobre la necesidad de construir un poder diferente.

No es malo demandar reforma, pero sí lo es limitarse a eso frente a un régimen que las rechaza todas e introduce constantemente contra reformas e iniciativas ultra conservadoras.

En ocasiones algunos hablaron de transformar, pero la verdad es que no plantean nada transformador. Ningún cambio estructural…a lo sumo modificaciones parciales que chocan con un sistema irreformable, que hay que arrancar de raíz.Los cuatro están con esta institucionalidad, con esta constitución, con estas leyes; pero el neofascista sabe, por momentos, colocarse radicalmente a la izquierda de un progresismo blandengue para aparentar lo que no es.

Los progres saben que el sistema es un gran fraude y no se proponen reemplazarlo. Prefieren hablar de una reforma integral etérea que saben bloqueada anticipadamente por las derechas y por la clase gobernante-dominante, las cuales, para ejecutarlas, habría que previamente desplazar del poder. Pero de esto último, ni cómo ni ji. Nada, por demás, de rescatar la autodeterminación y reconquistar la soberanía nacional y popular. Parecería que ni USAID, ni Comando Sur, ni el BM ni el FMI, andan por aquí.

Para el progresismo criollo, una parte aliada a las derechas y otra concurriendo a las votaciones por cuenta propia, no existen los diez magnates que se han apropiado de la economía del país y que ahora procuran asaltar todos los recursos naturales. ¡Son invisibles!

Sus dirigentes se resisten a hablar de los cambios necesarios en el régimen de propiedad…nada de sugerir modalidades de propiedad social ni de tocar los intereses de los Vicini, Risek, Bonetti, Manuel Estrella, Capellán, Grupo Popular…

Nada de impugnar la antidemocracia reinante, de ejercer políticamente el imprescindible ejercicio de la democracia de calle para desplazar gobiernos y nada de admitir la inevitable confrontación con un imperialismo violento y guerrerista, radicalmente opuesto a la autodeterminación de los pueblos,
La corrupción empresarial no es tema de debate, mucho menos la necesidad de impulsar un proceso Constituyente que cambie todo esto.

Saben que ya Abinader impuso su reelección frente a adversarios totalmente descalificados por el descrédito (PLD-FP y comparsa), que son unos comicios entrampados y sin competencia, que lo peor viene después de las votaciones, y no se atreven a decirlo.

En esto todo esto definitivamente hay mucho de comedia de mala calidad.

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Opinión

La Misma Falsa en Todos los Escenarios.

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Por José Cabral

Por doquier se escucha la misma queja de que la sociedad dominicana ha desarrollado una cultura del engaño y el fraude.

Este problema tiene necesariamente que generar mucha preocupación y angustia, porque lo que ocurre nadie se atreve a negar que es una amenaza latente en contra de todos y cada uno de los dominicanos.

El país está atrapado por los cuatro puntos cardinales, cuyas consecuencias impactan a los de abajo, los del medio y los de arriba social y económicamente hablando.

Y esto hay que traerlo a colación porque si vamos a los tribunales en busca de justicia es el mismo escenario de la negación de derechos y justificación y estimulación de lo mal hecho.

No importa el circulo en que uno se mueva, el lenguaje es el mismo, la justificación de lo injustificable.

Es una cultura que no es fácil de erradicar, ya que los principales promotores del robo, el fraude e incluso de los asesinatos porque estimulan la vía de hecho, son los tribunales penales.

Son escenarios con un nivel de solemnidad que engañan al más inteligente y bonito, como el debate presidencial, cuyos participantes y aspirantes a dirigir el país, quienes  debían estar presos en vez de aparecer por televisión para justificar sus aspiraciones, son los mejores exponentes de la «decencia nacional».

Es “cogío# que estamos, no parece haber escapatorias porque esas conductas los primeros en legitimarlas y justificarlas son los propios ciudadanos, los votantes, los perjudicados con unas acciones que dañan toda la nación.

La verdad que no se ve clara la salida a esta situación que genera una gran incertidumbre, ya que es muy poco lo que sirve.

Haga una reflexión y escoja el escenario que le parezca y comprobará que cualquiera se llena de pesimismo si es que usted ama el aspecto humano de la vida, de lo contrario tal vez no se alarme.

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