La Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948 fue el resultado de todas las violaciones a derechos fundamentales, incluso a la propia vida, y desde esa proclamación hasta la fecha ha transcurrido casi medio siglo.
Los avances en materia de derechos humanos son incuestionables en muchos lugares del mundo, principalmente en naciones del primer y segundo mundo, donde los niveles de institucionalidad han ido de la mano con la protección de los derechos fundamentales.
Sin embargo, en muchos países, máxime del llamado tercer mundo, los avances en términos de derechos humanos son más de forma que de fondo, lo cual puede ser perfectamente evaluado a través de los sistema de salud, educación y justicia.
La percepción que venden muchos de estos países hace creer a cualquiera de que tienen avances muy importantes en lo que respecta a los derechos humanos, pero cuando se recurre a las instancias superiores e inferiores de los órganos públicos y de los llamados tres poderes del Estado, se comprueba que todo se trata de una gran mentira.
En un país como la República Dominicana cualquier examen a la aplicación correcta de la ley va a dejar como resultado una verdadera estafa en contra de la sociedad, porque si hay algo que no cuenta en el ámbito jurisdiccional es precisamente es el respeto a los derechos fundamentales.
Hablar en esta época de hacer justicia con su propia mano es propia de naciones que no han logrado llegar a la civilización, porque el hecho de que un ciudadano tenga que recurrir a la violencia para hacer justicia en contra de un imputado que le ha robado, sólo es comparable con la edad de la piedra.
Sin embargo, la impunidad prevaleciente en la sociedad no es para menos, porque no es una mentira que los fiscales se ponen por dinero, por ineptitud o por cualquier tipo de complicidad al servicio del delincuente, sin que se busque que la víctima y la sociedad sean resarcidas por los daños causados.
Esto es lo que precisamente define a una sociedad como salvaje o civilizada, por lo que la República Dominicana llega, casi medio siglo después de haber sido proclamada, a una celebración más de El Día Internacional de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en medio de grandes déficits en esta materia, es decir, el país está prácticamente en pañales al respecto.
Hasta este año 2020 hemos sido víctimas de mandatarios que hablan de logros de la sociedad dominicana, pero cuando los mismos son realmente evaluados descubrimos que todo está en el mismo punto que las naciones menos civilizadas del mundo, como aquellos países del África Subsariana, donde los derechos humanos no son más que una retórica que permite que muchos gobiernos irresponsables se proyecten como democráticos en cónclaves internacionales.