Los perfiles de la sociedad dominicana indican desde hace muchos años que somos una nación profundamente patológica.
El estudio que sirve de base para esta afirmación y que se publica en la sección De Portada de este periódico, deja claro que la República Dominicana presenta un cuadro que requiere de un tratamiento especial.
Lo malo de esto que lo que se refleja en la investigación en referencia confirma la tesis de que el dominicano ha sido arropado por una serie de antivalores, cuyo principal promotor es el Estado.
La cuestión es que nadie confía en nadie, todo el mundo duda de los demás, es un asunto que impacta de una forma muy severa el desarrollo social, lo cual también daña lo económico.
Pero lo preocupante no es sólo conocer y analizar esa realidad, sino pensar en cómo darle solución a un problema que ha minado los cimientes ético-morales de los dominicanos.
Lo más lamentable de esta realidad es que nadie toma el asunto en serio y cuando alguien expresa su preocupación sobre lo que ocurre es considerado como un desfasado y desadaptado social.
De manera, que se trata de un problema de fondo que no se soluciona con acciones simples y sin consistencia.
La pregunta es cómo enfrentar esa cultura de “dejar hacer y dejar pasar”, cuya sociedad sobrepone lo económico por encima de cualquier valor familiar, moral o social.
Esta encuesta retrata de cuerpo entero una sociedad profundamente enferma y con tendencia a empeorar hasta poner en peligro su propia existencia.
De cada uno de los dominicanos depende que esa realidad cambie, pero para ser realista mientras el Estado no se maneje con un criterio diferente, es decir, promover valores, más que anti valores, muy difícilmente el cuadro se pueda revertir.
Tenga toda la seguridad de que así es, hermano conciudadano.