Ya el Fondo Monetario Internacional dio un diagnóstico previo de la situación económica dejada por el gobierno pasado y pinta una panorámica tétrica de ésta.
Aunque nunca han estado las cosas tan malas que no pudieran estar peores, hay elementos sensibles políticamente que no dilucida el FMI, quizás por el prurito político.
Su papel es de gendarme, ahora suavizado, del entorno económico, y no va a mostrar los desafueros, el gasto excesivo, los robos al erario y la crisis creada por el comportamiento delictivo de la gente de Leonel Fernández y de él mismo .
Todo en medio de una crisis económica agravada por las elecciones pasadas y la inversión enorme que ésta significó para mantener el actual bloque de poder en el gobierno.
Y mientras, como si nada estuviera pasando en su país, Leonel Fernández anda dando cátedra de cuidado ambiental por varios lugares del mundo.
Habla, como si no hubiera sido en su gobierno que se entregó, escandalosamente, casi el municipio entero de Cotuí para una explotación minera altamente peligrosa, por la Barrick Gold, en perjuicio grave del interés de la nación dominicana. Hay un Leonel Fernández irreconocible cuando sale de aquí y fácil de detectar en sus mentiras cuando se encuentra en el país.
Es una constante. Cuando este expresidente, así como otros que hemos padecido, salen del país se convierten en decididos defensores de los pueblos, se pronuncian contra la marginalidad, las injusticias y la desigualdad.
Al arribar al territorio mutan, vuelven a ser lo que siempre han sido: cínicos, farsantes, mentirosos.
Hablan como si lo hicieran para estúpidos y desmemoriados.
Lo peor es que esa misma gente vuelve y recupera el poder como si no hubiera cárceles, como si no hubiera hombres y mujeres apegados a la ley, como si no hubiera valor por lo menos para mandarlos a callar.